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Agricultura

El precio de la algarroba se desploma un 50% en Ibiza: de ser un tesoro a morir de éxito

La industria láctea deja de adquirir garrofín ante el precio desmesurado que alcanzó el pasado año, sustituye ese espesante por productos sucedáneos y provoca que se cotice ahora como «hace tres años»

Algarrobas almacenadas en la Cooperativa de Sant Antoni en 2021. Vicent Marí

Septiembre de 2018: «Este año, quien tiene un algarrobo tiene un tesoro», avisaba este diario. Entonces se cotizaba a 40 céntimos el kilo. Su precio se había duplicado. También se duplicaría un par de años después e incluso se triplicaría en 2022, cuando alcanzó los 1,2 euros el kilo.

5 de mayo de 2022: Josep Lluís Joan, técnico de promoción alimentaria del Consell, ofrece una charla sobre este fruto durante la IX jornada técnica nacional de fomento y mejora del cultivo de algarroba, celebrada en el Palacio de Congresos de Santa Eulària. Joan se congratula del elevado precio que ya tiene, pero lanza una advertencia: «Puede llegar a ser un problema para la industria, que podría buscar alternativas más económicas». En esa misma jornada, Julia San Segundo, responsable de asuntos de calidad y seguridad alimentaria de Carob (empresa de Marratxí, Mallorca), alerta de que la producción mundial de algarroba no da para tanta demanda, lo que provoca un alza desmesurada. Muchos especuladores, avisa, «acaparan» garrofín para que su precio suba como la espuma: «Podría ser insostenible para la industria láctea», que absorbe el 45% de la producción de goma de garrofín. Empieza a ser tan costosa que ese sector industrial comienza a sustituir el garrofín por hidrocoloides similares como la la goma de guar, aunque sean de peor calidad. San Segundo subraya que esa sustitución no tendrá vuelta atrás: una vez que la industria da carpetazo a una sustancia o fórmula, se olvida para siempre de ella. Ya ha ocurrido con la comida para mascotas: era uno de los principales clientes del garrofín, pero ya lo ha desterrado de sus ingredientes.

Febrero de 2023. El aviso se cumple. La algarroba empieza a morir de éxito. Su precio se desploma. En verano, en Mallorca se pagaba a casi dos euros: ahora, a 70 céntimos. En Ibiza alcanzó los 1,2 euros. Ahora, la mitad (la ibicenca siempre se cotiza menos porque es de peor calidad). «Se veía venir», suspira Juan Antonio Prats, gerente de la Cooperativa Agrícola de Sant Antoni: «El garrofín alcanzó un precio, subió tanto, que era imposible que lo asumiera la industria. Se llegó a cotizar a 30 euros el kilo en Mallorca. Aquí, a 17 euros. Una vez convertido el garrofín en espesante E-410, puede llegar a valer cuatro veces más. Y esos son costes que la industria no puede asumir».

A precios de hace tres años

De ahí, como ya advirtieron Josep Lluís Joan y Julia San Segundo, que la industria «haya decidido que si bien el garrofín es el mejor espesante, es mejor decantarse por otras opciones más baratas. Ha tomado la decisión de que se apañarán con otros productos, como la guar, que aunque no sea tan eficaz hace la misma función y es más económica». O hacen eso o un bombón helado podría llegar a pagarse a precio de caviar.

Prats cree que el garrofín volverá a precios «de hace tres o cuatro años, es decir, a siete u ocho euros el kilo». El último que cobró la Cooperativa fue a 15 euros, el doble

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Prats cree que el garrofín volverá a precios «de hace tres o cuatro años, es decir, a siete u ocho euros el kilo». El último que cobró la Cooperativa fue a 15 euros, el doble, pero llegó a firmar facturas por 17 euros. Y la algarroba se pondrá «a unos 60 o 70 céntimos», la mitad que el pasado año, augura. Pero quizás sus previsiones ya hayan sido desbordadas por la realidad. Miquel Gual, presidente de la Cooperativa Camp Mallorquí, aseguró a Diario de Mallorca que de los dos euros el kilo que se pagó en 2022 en esa isla se ha pasado a cotizar a 70 céntimos: «La semana pasada se abonaba a un euro; esta ha bajado a 70 céntimos. No sabemos qué pasará la semana que viene, pero la realidad es que el mercado está paralizado». Y eso la algarroba mallorquina, más cara que la ibicenca.

«Intenté ser prudente [con los precios]. A lo mejor por eso nos salvamos. Pero este año no tendremos ningún beneficio», explica el gerente de la Cooperativa de Sant Antoni. Al menos no acaparó producto, es decir, no almacenó toneladas de algarrobas con ánimo especulativo, a la espera de que su precio fuera incluso superior al de los 1,2 euros. Esa ha sido la perdición de muchos, pues su precio actual está por debajo del que llegaron a pagar. Aun así, en el caso de Ibiza parte (no toda) de la producción de 2022 aún no vendida se abonó por encima de lo que se paga ahora por ella: «No, no acaparamos, pero nos quedan por vender unas 25 toneladas. Al principio de la campaña nadie [ninguna empresa] se quiso mojar. Yo tenía un par de contratos firmados, pero lo que no tengo firmado ahí sigue. Gracias a que fuimos prudentes quizás salvemos la campaña. Eso si no baja demasiado».

Sin beneficios

Prats no cree que de los números verdes de 2022 se pase ahora a los rojos y que la Cooperativa tenga pérdidas: «No estoy muy preocupado al respecto, pero no creo que tengamos beneficio. En la campaña anterior, a los socios de la Cooperativa que trajeron algarroba se les hizo un retorno (un reembolso) de 20 céntimos por kilo (entonces se pagó a un euro el kilo), además de hacer inversiones en maquinaria para ese producto. El reembolso fue de cinco céntimos a los socios colaboradores. Este año, nada de eso».

«Tenemos instalaciones viejas, hay que seguir adelante. No podemos continuar con maquinaria obsoleta e instalaciones antiguas. Debemos hacerlo para intentar mantener precios que beneficien a los socios, ahora incluso más que antes»

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Gual dice que el mercado está parado, lo que traducido en palabras de Prats significa que «las cuatro industrias que procesan el garrofín en España no lo compran». Optan por sucedáneos. Habrá que ver qué pasa en la próxima campaña, pues no es descartable que, de seguir el mercado como está actualmente, las algarrobas no tengan salida o, de tenerla, sea a precios de saldo. En 2022 se recogieron, hasta noviembre, 570 toneladas, un 56% menos que en 2021, consecuencia de la vecería, de la sequía y de que la gente regresó a sus trabajos de antes de la pandemia. Muchas algarrobas quedaron sin recoger. En 2023 podrían quedarse en los árboles muchas más si caen los precios.

Aun así, la Cooperativa mantendrá sus inversiones en la algarroba: «Tenemos instalaciones viejas, hay que seguir adelante. No podemos continuar con maquinaria obsoleta e instalaciones antiguas. Debemos hacerlo para intentar mantener precios que beneficien a los socios, ahora incluso más que antes», indica Prats.

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