Entrevista | Francesc Casadesús Bordoy Presidente de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega

Francesc Casadesús Bordoy, en Ibiza: «El estoicismo está de moda, pero somos unos estoicos de pacotilla»

El doctor Casadesús clausura el Ciclo de Cultura Grecorromana con la conferencia ‘Filosofía para afrontar los tiempos de crisis: ¿epicureísmo o estoicismo?’

Francesc Casadesús, ayer, antes de la conferencia en Can Ventosa.

Francesc Casadesús, ayer, antes de la conferencia en Can Ventosa. / Juan A. Riera

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

‘Filosofía para afrontar los tiempos de crisis: ¿epicureísmo o estoicismo’ es el título de la conferencia que ofreció ayer por la tarde Francesc Casadesús Bordoy, doctor en Filosofía por la Universitat Autònoma de Barcelona, presidente de la sección balear de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y de la Sociedad Ibérica de Filosofía Griega. Una charla que puso el punto final al Cicle de Cultura Grecorromana, del que Casadesús también es coordinador, y que ha celebrado su edición número quince. El experto piensa ya en la siguiente edición.

Vamos al final del título de su conferencia: «Epicureísmo o estoicismo». ¿Esto es como la tortilla de patatas, que hay que escoger con cebolla o sin?

[Ríe] Es una conjunción disyuntiva, pero lo que se busca es la complementariedad. En cierta forma, son complementarios en el día a día de la persona. Mi idea final es una especie de eclecticismo, asumiendo los aspectos aprovechables para la vida de cada una de estas corrientes.

O sea, que se trata de no ser fundamentalistas, en realidad.

Creo que es un gran error hoy en día regirse sólo por un único sistema filosófico. Es complicado porque te obligas a que la vida siempre cuadre con aquellas teorías que la definen. Y es obvio que eso no pasa nunca. De ahí el eclecticismo, del que no sabemos casi nada, pero que seguramente es el más adecuado.

Dicho así parece la parte filosófica del hecho de que el ser humano se adapta a lo que le llega.

Exacto. Pero en este momento el estoicismo está de moda. Es increíble lo que ha pasado con el estoicismo. Creo que las librerías podrían tener una sección sólo de estoicismo, que funciona un poco como autoayuda.

Como los libros de Paulo Coelho.

¡Están al lado! Pero estamos hablando de un estoicismo light. Es un poco como pasa también con el budismo, que, en general, en el mundo occidental, no se practica de forma estricta más que en la India. Se ha adaptado a las condiciones de aquí. No estoy diciendo con esto que esté mal, lo que digo es que el estoicismo que se aplica es un estoicismo muy simplificado.

Supongo que lo que pasa es que intentamos no ver los extremos.

Sí, así es. Al estoicismo y el epicureísmo añadiría el cinismo y el escepticismo. Son cuatro pensamientos filosóficos que buscan la práctica, pero que es inconcebible llevar a la práctica. Una cosa es cómo tienes que actuar y cómo sabes lo que tienes que hacer, pero cuando te pones a llevarlo a la práctica te encuentras problemas. Y es ahí cuando hay partes que se abandonan. Pensemos, por ejemplo, en el estoicismo griego, hay aspectos que ni se tocan.

¿Por ejemplo?

El fundamento del estoicismo es teológico. El estoico griego tiene la convicción absoluta de que todo está regido por una divinidad, que todo está predestinado y que lo que tenemos que hacer es adaptarnos a esto. Y esta parte es la que se oculta. El estoicismo dice que tienes que aguantar y soportar lo que te envía dios.

Yo lo que veo es que muchos que dicen ser estoicos lo que pretenden es parecer vikingos. Fuertes, guerreros... Nada que ver.

El estoicismo es la única corriente filosófica que se ha mantenido desde la Antigüedad hasta ahora, en lo que podríamos llamar un neoestoicismo. Y si se ha prolongado creo que es por sus similitudes con el cristianismo. Cuando vienen épocas malas, convulsas o momentos de crisis es muy recurrente.

¿Porque realmente el estoicismo ayuda en momentos malos o porque en esos momentos malos estaría mal visto no ser estoicos?

Creo que un poco por las dos cosas. Ahora mismo, por ejemplo, ‘El manual de vida’, de Epícteto o las ‘Meditaciones’, de Marco Aurelio, se están vendiendo. Con manuales no muy extensos de los que van saliendo ediciones. En ellos se encuentran muchas máximas, porque el estoicismo funciona con máximas. Pero ser estoico supone aplicarlas a la vida, no sólo quedarse ahí. El estoicismo puede funcionar pública y socialmente de cara al exterior, a lo que nos rodea, porque estamos rodeados de obligaciones. El objetivo del estoicismo es hacer voluntariamente aquello que no queremos hacer. Pero la vida no es sólo esa parte, tenemos la casa, la vida privada, retirada. Y ahí el estoicismo no funciona.

Estoicos en lo público, epicúreos en lo privado y hedonismo, o falso hedonismo, en las redes sociales, ¿no?

En las redes sociales la gente comparte cosas muy íntimas, las hace públicas. Esto es algo que no había pasado nunca en la historia. Es algo que un estoico no haría nunca. Nunca haría ostentación de nada porque al final se paga, que es un poco lo que pasa en las redes, que se paga con críticas feroces. Desde el punto de vista filosófico, esto está resuelto. El epicúreo vive en el jardín, retirado y con amigos. No se trata de un placer hedonista sino de un placer básico: si no sientes un dolor físico ni preocupaciones, estás bien. Es bienestar. Es un no complicarse la vida.

¿Fluir?

En realidad, fluir estaría más cerca del estoicismo, del zen o el tao. De ese «no seas roble, sé junco». Y esa idea de mantenerse es más estoica.

¿El epicúreo es un equidistante, entonces?

Creo que el equidistante sería el escéptico, y el escepticismo es el gran desconocido. La idea es que la verdad existe y hay que buscarla. Epicuro prohibía, de hecho, entrar en política. Un cierto pasotismo.

Bueno, ahora mismo tenemos mucha gente que pasa de todo y dice que pasa de todo, pero luego se pasa el día criticando a todo el mundo en Twitter.

Volvemos a las redes sociales, que no es una cuestión ligera. Se produce una disociación entre la realidad y esa queja, entre lo que se dice y lo que se hace. El estoico tiene una actitud íntegra y consecuente. Lo que dice es lo que hace. No se queja..

Vaya, que los actuales son unos estoicos de pacotilla.

Exacto. Somos unos estoicos de pacotilla. Y te diré más tirando de refranero, un estoico diría que cada palo aguante su vela.

Por lo que me está contando, las que de verdad eran estoicas consecuentes, íntegras y convencidas eran nuestras abuelas.

Sí, nuestros abuelos o nuestros padres, incluso. Es lo que te comentaba que recuerda al budismo o al tao. Esto demuestra que a nivel universal todos los hombres se han enfrentado a las mismas dificultades y han buscado un pensamiento que les ayude. Y esos pensamientos coinciden. Demuestran una actitud estoica, pero no lo saben. Asumen que las cosas son así y que hay que tirar hacia delante. El comportamiento y la actitud en un funeral son de un estoicismo de manual. Confortamos, decimos que la muerte es algo que no se puede evitar, asumimos que no se puede confrontar y que hay que aceptar...

Sólo los personajes mitológicos, los héroes, pueden permitirse rebelarse contra la muerte.

Sí, pero es una soberbia que se paga. El héroe tiene que saber que se paga. Es la base de la tragedia griega. Se vaticina el final. Y ese final se cumple. Una cosa que piensan los epicúreos es que pasan muchas cosas, nos pasan muchas cosas que no podemos controlar, que dependen de lo externo y que pueden ser una fuente de disgustos. ¿Cuántas cosas nos van a pasar hoy a lo largo del día que no dependen de nosotros?

Prácticamente todas.

Exacto. ¿Cuál es la alternativa? Como esto no lo puedo dominar, desde el estoicismo, el epicureísmo y te diría que también desde el escepticismo se dice que lo que pasa no depende de nosotros, pero sí depende de nosotros nuestra reacción ante eso. Esa es la dicotomía del control. Una persona te ofende, te dice algo para ofenderte, pero tú decides no ofenderte.

Entonces, ¿todo es una cuestión de tomar decisiones? Y decidimos nosotros.

Sí, de tomar decisiones. La última palabra la tienes tú por muy desagradable y muy duro que sea lo que te pase, dice Epícteto. Mira Luis Enrique, el anterior seleccionador de España de fútbol, que en el último campeonato del mundo hablaba del estoicismo. Leía textos de Marco Aurelio a sus jugadores. A Luis Enrique le pasó una de las peores cosas que le puede pasar a una persona, perdió a su hija, siendo una niña, por un cáncer. No hay más opción que seguir adelante. Se aferró a esos textos, a esas lecturas como una terapia. El suyo es un estoicismo antiguo. Duro.

¿Recurrir a los clásicos puede ayudarnos en momentos duros?

Estoy convencido de ello. Concretamente, la filosofía griega, que es en lo que estoy especializado, es el origen del pensamiento. Platón, Aristóteles, los presocráticos... Te pueden ayudar. Buscan una explicación a todo y generan la épica, sí, también la astronomía. Y lo hacen de una manera directa y clara. La filosofía griega no es la filosofía alemana.

No son mediterráneos.

Exactamente. La filosofía es, básicamente, griega y alemana o, mejor dicho, nórdica. Pero esta última considera que aquí somos más relajados.

Bueno, es que para poder pensar y reflexionar tienes que estar relajado, ¿no?

Sí, la relajación y tomar distancia, necesarios para pensar, comienzan con la disposición del tiempo. Y en la sociedad actual si algo no tenemos es tiempo, que es lo que en la Antigüedad no tenían los esclavos. La persona libre era la que lo tenía. Ahora se está produciendo un movimiento, una reacción silenciosa. En el confinamiento tuvimos que quedarnos en casa, hubo que parar y más allá de otras implicaciones, hay mucha gente que descubrió que eso le gustaba. El motor de la filosofía es el tiempo. Ese tiempo libre lleva a la reflexión y al movimiento slow, que nace como un contrapeso a la vida frenética a la que estamos sometidos.

A veces tengo la sensación de que el mito de la caverna es más real que nunca. No vemos la realidad, sólo las sombras. Volvemos a las redes. Se dan por ciertas cosas que no se han visto ni oído, sino que otros dicen que han visto u oído.

Sí, exactamente. Justo el día 22 en el Caixafòrum de Palma hablo en el Aula de Humanidades sobre verdades y mentiras del mundo antiguo y llegaré hasta Nietzsche, pero la segunda sesión la dedico por completo al mito de la caverna, que es el mito más importante de la historia de la filosofía. Se han hecho muchas reinterpretaciones. Creo que nunca hemos estado más en la caverna que ahora. Y sin posibilidad de liberarnos. Creo que no tenemos la posibilidad de salir de un mundo que es el imperio de la mentira. Y ahora llega la inteligencia artificial a acabar de empeorarlo todo. A controlarlo todo. Esto hace que estemos en manos de personajes tan poderosos como Elon Musk o Mark Zuckerberg.

¿Quiénes representarían a estos individuos en la mitología griega?

Personajes que encarnan la soberbia. Y la riqueza obscena. Porque la de estas personas es una riqueza obscena. Los representarían personajes tiranos como el rey Midas, que representan la opulencia absoluta, pero que al final acaban mal. Que creo que es lo que pasará con ellos.

¿Sí? ¿Karma?

No, no, pero ya se están empezando a ver algunas cosas. El metaverso de Meta no funcionará, la competencia entre las diferentes inteligencias artificiales será fuerte y creo que los estados llegarán a tener la capacidad suficiente para frenarla. No puede ser que un sistema educativo se esté rigiendo por estas tecnologías. En todo el mundo se está invirtiendo en ello. Tecnologías que controlan estos personajes. Te voy a decir una cosa, no soy yo para nada de Giorgia Meloni, pero ha prohibido el móvil en los centros educativos. Es una decisión muy valiente. Aquí, mi universidad quiere que todo se haga a través de las redes y la tecnología. Las clases, los apuntes... Creo que es muy negativo.

Adiós definitivo a la conexión entre la mano que escribe y el cerebro que fija conocimientos.

Sí, eso tiene consecuencias. La palabra conexión es clave. Hay una cosa muy clara: el cerebro es un músculo y hay que hacerlo trabajar, entrenarlo, porque, sino, se atrofia. Pero no se practica la memoria. Mira, en Silicon Valley retiraron todas las herramientas informáticas de las aulas. ¡En Silicon Valley! No quiero ser catastrofista.

Pero lo es.

¿Qué alumnos estamos educando?

Quizás el objetivo es que sólo tenga capacidad de pensar una élite reducida que es la que lo decidirá todo.

Sí, como en los libros de Orwell, una dictadura teledirigida. Ya se están escribiendo artículos sobre esto en la prensa nacional. Sobre cómo afectarán a la democracia inteligencias artificiales como Chat GPT. Pensemos, al final, ¿qué sería un Trump sin Twitter? Un borracho de barra a que a la tercera copa el dueño echa fuera del bar. Vivimos en una realidad absolutamente banalizada. Y eso tiene sus consecuencias.

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