Paciente oncológica de Ibiza: «En la cola para el cáncer estamos todos»

«He llorado más por los demás que por mí», afirma José Herrera, paciente de cáncer de mama

José Herrera, ayer, en la plaza Antoni Albert i Nieto, antes de la concentración.

José Herrera, ayer, en la plaza Antoni Albert i Nieto, antes de la concentración. / Vicent Marí

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

«Nos creemos que no va con nosotros, que esto les pasa siempre a los demás, pero todos estamos en la cola para el cáncer», afirma José Herrera mientras espera, cartulina verde en mano, a formar parte del lazo humano con el que la junta local de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) conmemora el Día Mundial contra esta enfermedad. Este 3 de mayo hará dos años que a José, que tiene 60, le detectaron un cáncer de mama —«un carcinoma in situ», matiza— por el que aún está en tratamiento. «Me lo pillaron muy muy a tiempo. Me operaron, hice radioterapia y ahora estoy con las pastillas», detalla.

Antes de su diagnóstico el cáncer ya le había tocado de cerca. Aún recuerda cuando hace cinco años la más pequeña de sus hermanas les dijo que tenía un cáncer y que le tenían que quitar un pecho. Dos meses antes de su diagnóstico, otra de sus hermanas la llamó por lo mismo. De hecho, fue justo al regresar a la isla después de acompañarla durante la operación cuando le comunicaron que ella también tenía cáncer.

Asegura que en estos últimos años ha llorado mucho más por los demás que por ella. Cuando se lo diagnosticaron a sus hermanas se le vino el mundo encima. Durante su enfermedad, en cambio, sólo ha vertido lágrimas una vez. «Estaba pasando la aspiradora en casa y me dio por pensar en lo que me estaba ocurriendo. Me senté y me puse a llorar, pero al cabo de un rato pensé que qué hacía llorando, encendí la aspiradora y ya está. Por suerte, mis hermanas y yo estamos muy bien», recuerda riendo. No deja de hacerlo. Y eso que no se encuentra especialmente bien. La medicación le ha afectado a las piernas —«es como si la parte de atrás se me hubiera encogido», relata— y ahora está con el tratamiento suspendido, a la espera de hacerse pruebas para ver qué le está pasando y si sigue con él o no, comenta José Herrera, que llegó a la AECC mucho antes de que a ella o a sus hermanas les diagnosticaran el cáncer. «Fue una idea de mi hijo. Me hice socia, fui pagando y mira por dónde ahora me ha tocado. Suerte de ellos, que te ayudan muchísimo», comenta. A los seis meses de la operación hubiera vuelto a su trabajo, en la cafetería del Hospital Can Misses, pero justo entonces comenzaron los problemas en las piernas, que han regresado ahora. «No entendía qué me pasaba, me levantaba de la silla y me quedaba pillada», explica José, que confiesa que el cáncer «siempre da miedo» y recuerda que, hasta hace no mucho, «la gente se lo callaba porque parecía que era una maldición». En su pueblo, indica, se decía que alguien tenía «un mal malo». Aún tiene grabados en la cabeza los llantos de una vecina afectada por esta enfermedad que, de niña, escuchaba de noche.

José Herrera no entiende cómo la gente de Ibiza «no se lanza a la calle» para protestar por la situación en la que se encuentra el servicio de Oncología del Hospital Can Misses. «¿Cómo que tenemos un único oncólogo? ¿Cómo es que no hacemos nada? Para un partido de fútbol todos a berrear, pero nos estamos muriendo y nadie dice nada», critica la enferma, que confiesa estar «muy enfadada» con los políticos. «A veces pienso que quieren que nos vayamos muriendo, que les sale más a cuenta eso que tenernos que pagar la jubilación», reflexiona la socia de la AECC de Ibiza, que reclama al Gobierno dinero para investigación oncológica. «Escuché a Ana Obregón hablar sobre la falta de inversión para estos estudios y me dio mucho coraje. No sé cómo no tienen vergüenza», indica José Herrera, que recuerda cómo en la cafetería del Hospital Can Misses veía a las pacientes de Oncología: «A veces las veía llorar. Y he visto muchas que pasaban por allí muchos días y, poco después, las veía que ya llevaban el pañuelo. Pues ahora me ha tocado a mí. Estaba en la cola, como todos, y me ha llegado el turno».

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