Medio Ambiente da vía libre al cambio del proyecto de la cantera Can Orvay II en Ibiza
El promotor pretende excavar la plaza hasta una profundidad de 25 metros en lugar de explotar los taludes, por lo que el volumen de extracción no varía
La Comisión de Medio Ambiente de Balears ha informado a favor de la declaración de impacto ambiental del proyecto de modificación de la explotación minera y del plan de restauración de la cantera Can Orvai II, situada en Sant Josep, a una distancia de 1,5 kilómetros del aeropuerto, que consiste, básicamente, en aumentar la extracción de áridos en el fondo de la plaza hasta una profundidad de 25 metros y, a cambio, dejar de explotar los taludes.
En total, se mantiene el mismo volumen de extracción porque los 837.379 metros cúbicos que se dejarían de sacar de los taludes se obtendrían del fondo de la cantera.
El promotor justifica la modificación con respecto al anterior proyecto autorizado en 2015 en que se logrará «un perfil final de excavación con menos ángulo y una mayor estabilidad y un trabajo de extracción más seguro al evitar reculadas laterales de los taludes».
También se destaca que con este proyecto disminuirá el uso de voladuras, con lo cual «se reducirá la emisión de polvo y vibraciones», y además disminuirán las distancias de transporte de los camiones dentro de la cantera «con la consiguiente disminución de emisiones de gases de efecto invernadero y de polvo». «Finalmente, habrá un menor impacto paisajístico y una potenciación faunística de la zona», concluye.
La parte norte de la cantera se corresponde con suelo rústico forestal y la sur, con rústico común, según el Plan Territorial Insular. El proyecto no afecta a ningún espacio de relevancia ambiental ni a ningún Hábitat de Interés Comunitario (HIC), aunque el perímetro se encuentra rodeado de pinares de pinos mesogeanos endémicos, que sí son un HIC, excepto en el límite sur, en el que se hay un camino público.
Elevado impacto paisajístico
El informe de Medio Ambiente apunta que la cantera actualmente tiene «una elevada incidencia paisajística», aunque «la reprofundización de 25 metros del fondo» permitirá «reducir su impacto» y su restauración «en menor plazo de tiempo». La autorización de esta cantera finaliza en julio del año 2053. Cuenta con una superficie de explotación permitida de 163.574 metros cuadrados y un volumen de extracción de casi tres millones de metros cúbicos, pero se estima que al final se obtengan menos de la mitad: 1,3 millones. Según el proyecto autorizado de 2015, la producción media es de 105.000 toneladas de material al año con puntas que llegan hasta las 350.000 toneladas.
Actualmente ya se ha restaurado el 30% de la superficie de la cantera, según el informe del organismo de control autorizado en febrero de 2020, y que se corresponde con el equivalente estimado hasta el año 2033 (45.913 metros cuadrados). La extracción mineral es simultánea a las tareas de restauración de la cantera.
Los estudios acústicos aportados por el promotor, efectuados en octubre del año pasado, concluyen que el ruido que genera la maquinaria no supera los límites legalmente establecidos y que «el ruido y las vibraciones de las pequeñas voladuras no implican un riesgo para el entorno».
La Comisión de Medio Ambiente concluye que la modificación del proyecto de explotación «no producirá impactos adversos significativos sobre el medio ambiente siempre que se cumplan las medidas preventivas y correctoras previstas en el estudio de impacto ambiental».
No se puede usar el agua de pozo
Entre otras cosas, no se podrá regar con el agua de pozo autorizado, que se nutre de la masa subterránea de sa Serra Grossa, en muy mal estado con una concentración de cloruros (sal) superior a 750 miligramos por litro, porque podría provocar que «la revegetación del plan de restauración fracase». En su lugar, el promotor deberá utilizar agua regenerada.
Se mantiene la condición que ya se impuso en 2015 de dejar una superficie de 8.000 metros cuadrados y de 3,3 metros de profundidad sin rellenar, con capacidad para almacenar 26.162 metros cúbicos de agua, para que sirva de balsa preventiva y evitar, ante las avenidas calculadas en un periodo de retorno de 500 años, daños materiales en las fincas de la zona baja de la pendiente.
Balsas para el sapo verde, que en la isla puede desaparecer
El plan de restauración de la cantera incluye medidas para «potenciar la fauna» en la zona, como la instalación de 10 balsas de diversas dimensiones, dos de ellas de 50 metros cuadrados y 50 centímetros de profundidad, para favorecer el asentamiento del calàpat, el sapo verde balear (Bufotes balearicus) que en Ibiza está «en peligro de extinción», según el Consell de Ibiza. También se prevé instalar cajas de nidos para quirópteros forestales y cavernícolas, xoriguers (Falco tinnunculus) y el halcón peregrino (Falco peregrinus), así como posaderas de madera y túmulos para microfauna.
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