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Cierre de la Cafetería Milán en Ibiza: adiós al epicentro de sa Capelleta

Desde su apertura en 1973, cuando la Vía Púnica era un centro neurálgico de la ciudad, la Cafetería Milán se convirtió en un emblema de Vila. Aunque el barrio de sa Capelleta había ido perdiendo su protagonismo a partir de los 90, la Milán siguió bien presente entre los vileros, como ha quedado patente este sábado con la despedida del bar por la jubilación de Vicent Losa.

Vídeo del último día de la cafetería Milán desde 1973

Vídeo del último día de la cafetería Milán desde 1973 J.A.C

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Vídeo del último día de la cafetería Milán desde 1973 Josep Àngel Costa

Hubo un tiempo en que la Vía Púnica era el epicentro de Vila. Su proximidad a s’Alamera, Dalt Vila y a la antigua Comandancia Militar hacían de sa Capelleta un punto neurálgico de la ciudad cuando, en 1969, se levantó el Cine Cartago. Era una de esas gigantescas salas de barrio, con más de 600 butacas y sesiones multitudinarias. En 1983, esta calle se convirtió en la sede de Diario de Ibiza y de la extinta Radio Diario, multiplicando la actividad de la zona.

Solo en el tramo de la Vía Púnica frente a la manzana del Cine Cartago, llegaron a coincidir cinco bares: Cafetería Le Mans, Bar Cartago, Bar Miami, Bar La Sirena y, sobre todo, la Cafetería Milán. Ahora, solo quedará el Dalt Vila Café, en la antigua Carnicería Dámaso.

También hubo un tiempo en que era normal incorporarse al mercado laboral en la adolescencia. Vicent Losa es un claro ejemplo. Con solo 14 años, empezó a ganar un sustento en el Hotel Marítimo de ses Figueretes y, un año después, en 1975, pasó a a la Cafetería Milán. «La Milán», a secas, como es conocida por todos los vileros. «Entonces, trabajábamos con americana y pajarita», recuerda.

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Galería de fotos del cierre de la cafetería Milán Vicent Marí

Ese toque de distinción, junto a un servicio impecable de la vieja escuela, se ha mantenido hasta el final. En esta última etapa, Losa y José Becerra, camarero desde hace 15 años, han lucido un polo verde, con el nombre del negocio bordado a la altura del corazón, y pantalón negro.

Pero el uniforme más recordado y duradero fue la camisa beige, de manga corta y, como guinda, un lazo marrón. Entonces, en las máquinas de tabaco había tanta oferta de tabaco negro como rubio, con los Celtas o el Record compitiendo con el Ducados, y no chocaba ver copas de coñac por la mañana.

En los años de esplendor, llegaron a coincidir cinco camareros con ese atuendo. Junto a Vicent, entró otro joven, Juanito Orvay. Más tarde, se sumó Pep Saliner. Desde el principio, estuvieron al frente los hermanos Pep y Joan Serra. Pero el fundador de la Cafetería Milán, y dueño del local, fue Rafel Marí, aka de la Philips, que, en 1949, abrió la primera tienda donde los electrodomésticos se podían pagar a plazos, en la calle Aníbal.

Antonio Colinas y Marià Villangómez, en la Milán a principios de los 90. D.I.

Poetas y estudiantes

La Milán era punto de encuentro de intelectuales y era fácil encontrar a Marià Villangómez, vecino del barrio. Cuando se trasladó a vivir a es Pratet, ya muy mayor, el insigne poeta seguía yendo a diario, con su andar pesado, hasta su cafetería de referencia. El Premio Nacional de Literatura, Antonio Colinas, era uno de sus contertulios habituales.

Los jóvenes copaban el local por las tardes, a la salida del instituto, o incluso durante las horas de clase. Un antiguo estudiante de Bachillerato del extinto Seminario, que ha venido a despedirse de la Milán, recuerda que, en plena salera, algún profesor llamó al teléfono del bar para reclamar la presencia de sus alumnos.

"Cuando cerró el Cartago se notó mucho en el barrio"

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Con la llegada de los años 90, la Vía Púnica empezó a decaer. En junio de 1992, el Diario de Ibiza se trasladó a la calle Fra Vicente Nicolau. Ya hacía tiempo que los cines habían perdido peso cuando cerró el Cartago, en 2006. Además, la ciudad se había extendido tanto que el Eixample había pasado a ser el centro neurálgico. «Cuando cerró el Cartago se notó mucho en el barrio», comenta Albert Clapés, que, tras pagar su desayuno, se despide deseando toda la suerte del mundo a Losa.

"Un cliente le dijo a Joan que no se podía llevar lazo con camisa corta, así que decidió cambiar"

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Pero la Milán seguía siendo un gran clásico, aunque los camareros ya no llevaran el lazo marrón. «Un día, un cliente le dijo a Joan que no se podía llevar con camisa corta, así que decidió cambiar», recuerda Losa. En septiembre de 2009, se retiraron los hermanos Serra y la cafetería cerró.

La última etapa

Afortunadamente para los vecinos y habituales, en enero del año siguiente los dos camareros, Vicent Losa y Pep Saliner, se pusieron al frente del negocio y reabrieron sus puertas. Prescindieron de la camisa beige, de fibra sintética, por la mayor comodidad de un polo de algodón.

El interiorismo del local se mantuvo intacto, igual que a lo largo de sus cinco décadas de historia (el próximo día de Sant Ciriac, se hubieran cumplido cincuenta años de su fundación). Tampoco han variado sus suculentos bocatas, que mucha gente echará de menos y que ha venido a disfrutar por última vez.

«Como los desayunos de la Milán, no hay ninguno», comenta Lali Escandell, que acompaña a sus tres hijas, Ana, Virginia y Rebeca Marí, las nietas del fundador y copropietarias del hotel Stic Urban de Sant Antoni. La cafetería siempre ha estado presente en su juventud. Vivían en sa Capelleta, estudiaban en La Consolación e iban a clases de baile al Estudio Capricorn, todo en un radio de 100 metros.

El vínculo se mantiene porque, desde hace 8 años, Virginia tiene la oficina de Chic Events en la Vía Púnica, mientras que Rebeca lleva a sus hijas a La Consolación. Toda la familia tiene claro que lo que más añorarán es el pan tostado con queso fundido. «Más que pena, es nostalgia, pero estamos muy contentas por Vicent».

Lali suele desayunar con su amiga Maria Salvador que, en 1979, abrió la Floristería Eivissa en el callejón trasero de la Milán. Su marido, el añorado Bartolo Escandell (Bartolo de ses Flors), fue el gran dinamizador de sa Capelleta, hasta su fallecimiento en 2008, y durante, largo tiempo, el presidente de la asociación de vecinos. Aunque Mari de ses Flors se jubiló en 2017, se ha mantenido fiel a la Milán.

Arriba, de izquierda a derecha, Bartolo de 'ses flors', Juanito Llabrés, Pepe de Can Noguera y Toni 'es farmacèutic', con Santi Roselló, a mediados de los 90. D.I.

El realizador Javi Riera, vecino de toda la vida de la misma calle, viene a degustar su último bocata de bacon y queso con Selene Ribas. Acaba llorando emocionado cuando relata lo que ha significado este lugar en su vida. Aquí ideó los guiones de la trilogía ‘Idò Mata'ls’ y, con la banda homónima, le ha dedicado una canción, ‘Sa Gàlia de sa Capelleta’. «La letra habla de que la Milán era el último reducto que resistía a la Ibiza hipster y pija. Ahora cobra un sentido diferente, porque Ibiza ya no es lo que era», detalla con nostalgia.

Mientras, Vicent Losa sigue atendiendo a todos los clientes con la misma meticulosidad que en los últimos 48 años. Confiesa que, tras el anuncio del cierre, ha recibido tantas muestras de cariño que le ha llegado a abrumar. «Ha sido bestial», sentencia. Tiene clarísimo que aprovechará para viajar todo lo que pueda. «Partiré hacia Dénia en coche. En función del tiempo, iré hacia el norte o el sur. Quiero ir sin rumbo fijo».

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