Medio ambiente en Ibiza: La gaviota patiamarilla añora el vertedero

La gaviota patiamarilla crecía un 5% anualmente gracias a la facilidad que encontraba para alimentarse en el vertedero de Ca na Putxa. Sin embargo, tal y como sucedió en Mallorca hace más de diez años, el cambio en la gestión de residuos supone a corto plazo una crisis en su capacidad reproductora y, aunque su población se estabiliza con los años, no se prevé que llegue a los niveles anteriores, tal y como se detalló, ayer, en las VIII Jornadas de Medio Ambiente de les Illes Balears.

Imagen de archivo del vertedero de Ca na Putxa, lleno de gaviotas. | MOISÉS COPA

Imagen de archivo del vertedero de Ca na Putxa, lleno de gaviotas. | MOISÉS COPA / Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

La puesta en marcha de la planta de triaje en Ca na Putxa y la consiguiente gestión de los residuos orgánicos ha afectado a la población de la gaviota patiamarilla, que ya no cuenta con una fuente de alimentación tan masiva e inmediata como la que generaba la deposición de estos restos, sin ningún tratamiento, en el vertedero. Esta es una de las conclusiones que ayer se desgranaron durante la primera sesión de las VIII Jornadas de Medio Ambiente, organizadas por la UIB y la Societat d’Història Natural de les Balears, que reúnen en Ibiza un total de cinco conferencias y 34 comunicaciones científicas.

Ana Sanz durante la presentación de su conferencia. | J.A.C.

Ana Sanz durante la presentación de su conferencia. | J.A.C. / Josep Àngel Costa

La doctora en Biología de la UIB Ana Sanz Aguilar detalló los resultados del estudio sobre los efectos de la gestión de los residuos en la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), un ave que, tal y como lamentó, goza de mala fama entre la opinión pública por su frecuente presencia junto a los restos de basura. «Hay quien las ve como animales del demonio», bromeó la bióloga mientras recordaba el ataque que sufrieron dos palomas de la paz, soltadas por el Papa Francisco en el Vaticano en 2014, por una gaviota.

Así, una encuesta llevada a cabo en Ibiza por el Grupo de Ecología y Demografía Animal del Imedea (CSIC-UIB), responsable de este estudio, puso de manifiesto que el 20% de la población es contraria a la presencia de gaviotas. En cambio, no encontraron esta oposición entre los pescadores consultados para su trabajo, «cuando es el colectivo que más interactúa con ellas». Al contrario que otras especies como las ratas, la mala reputación de estas aves no se corresponde con la propagación de enfermedades entre los humanos, ya que, en Balears, apenas se ha encontrado contaminación por patógenos en estas aves. Incluso los gatos, tan queridos socialmente, contagian mucho más.

Sa Dragonera

Este trabajo de seguimiento de la Larus michahellis en el archipiélago se inició en 2007 ante la inminente transformación del vertedero de Son Reus y para dar paso a la incineración de los residuos en Mallorca. Como muchas otras especies en el resto del mundo, como zorros, gatos, osos o las cigüeñas en la Península, la gaviota patiamarilla había aumentado considerablemente su población gracias al alimento fácil que encontraban en los vertederos.

Sanz y el resto del equipo centraron su investigación en la isla de sa Dragonera que, con unas 8.000 parejas reproductoras, cuenta con la mayor colonia de Balears (se calcula que existen unas 18.000 parejas de la especie en total). En 2009, un año después del cambio en la gestión de residuos en Mallorca, constataron una caída del 30% en el número de parejas.

El fenómeno se agravó aún más al año siguiente, con un descenso de hasta el 60% de los ejemplares reproductores evaluados en sa Dragonera. A partir de entonces, la población se fue estabilizando. Igualmente, durante ese bienio crítico, se redujo el peso de los huevos y la puesta, hasta entonces de tres unidades de media, disminuyó a solo dos.

A través de las plumas de las aves, los científicos también pudieron inferir los cambios en su alimentación una vez que ya no tenían tanta facilidad para recurrir a los restos orgánicos de son Reus. Antes de la puesta en marcha de la incineradora, el 60% de la dieta de los ejemplares de sa Dragonera consistía en restos urbanos, el 30% en animales marinos y el 10% en productos del campo, como las aceitunas.

Tras la transformación del vertedero mallorquín, la comida obtenida de contenedores y basuras se redujo al 30%, mientras que los recursos del mar pasaron a formar el 60% de su alimentación.

Ca na Putxa

En el caso de Ibiza, el fenómeno ha sido muy similar, pero no idéntico. A diferencia de Mallorca, justo después de la implantación de la planta de triaje, entre 2020 y 2021, los investigadores se han encontrado con que las gaviotas ponían huevos de mayor peso. Para Sanz, este fenómeno puede deberse a que así tienen más facilidad para reproducirse que con los que tienen menor peso.

Las puestas también se han visto menos perjudicadas que en Mallorca. Así, de 3 huevos se ha pasado una media de entre 2,7 y 2,2. En el caso de Ibiza, la población estudiada pertenece a las colonias de Illa d’en Bosc y s’Illa des Penjats, gracias a los datos aportados por el naturalista ibicenco Esteban Cardona, uno de los colaboradores del estudio.

La puesta en marcha de la planta de triaje de Ca na Putxa ha producido una caída de entre el 11 y el 22% de las parejas reproductoras. Antes de este cambio en la gestión de residuos, estas colonias crecían a un ritmo medio del 5% anual, según detalla el estudio. No obstante, estas aves siguen encontrando recursos en Ca na Putxa para alimentarse, aunque no en las cantidades que tenían disponibles anteriormente. Así, el seguimiento de ejemplares anillados ha podido constatar que la hora de mayor concentración de gaviotas en Ca na Putxa se encuentra entre las diez y las once de la mañana, cuando salen los camiones con el material reciclado de la planta de triaje. Hasta 2019, las aves acudían en masa entre las ocho y las nueve de la mañana, cuando llegaban los camiones para arrojar la basura al vertedero. Una última curiosidad: este seguimiento ha permitido constatar que varios ejemplares anillados en Mallorca y Ibiza suelen desplazarse para alimentarse hasta un mismo punto de la costa de Portugal, donde se encuentra una empresa conservera de pescado.

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