Cruce de Can Guillemó en Ibiza: «No nos hemos matado de milagro»

La mayoría de los vecinos del barrio de Can Bonet ve inseguro el cruce en el que un hombre arrolló el sábado a un menor y apuesta por la construcción de un puente para peatones para salvarlo

Pablo Sanz Padilla

Pablo Sanz Padilla

No es nada extraño que los vecinos y trabajadores de la zona de Can Guillemó se hayan llevado alguna vez un susto al cruzar el paso peatonal que atraviesa por este área la autovía de Sant Antoni desde el barrio de Can Bonet, o conozcan a alguien que haya sufrido algún percance en este punto negro.

«No nos hemos matado de milagro», cuenta Carmen Escandell, del bar Can Guillamó, pegado a la carretera, sobre la experiencia que, explica, vivieron tanto ella como otra camarera del establecimiento en ocasiones distintas, pero curiosamente idénticas, asegura. Un coche que circulaba por el segundo carril les pasó en ambos casos por delante de las narices cuando avanzaban por la mitad del paso, recuerda Escandell.

Con el local pegado a la carretera, están al tanto de cada incidente que ocurre en el punto. Escandell no estaba en el bar cuando un conductor borracho arrolló la noche del sábado a un joven de 16 años tras saltarse el semáforo, pero recuerda un suceso parecido ocurrido el pasado año. Una conductora que se llevó por delante a un chico de similar edad que cruzaba a pie con una bicicleta en la mano. La bici y él salieron despedidos y fueron a parar frente a la parte de fachada del bar que dobla la esquina del cruce. El joven tuvo que ser atendido por una ambulancia, señala Escandell.

En el paso hay un semáforo y la velocidad está limitada a 50 kilómetros por hora, como indica una señal desde la que se cuentan unos 80 pasos hasta el cruce y que instaló el año pasado el Consell a petición de la Asociación de Vecinos de Can Bonet, de la que es vocal Toni Costa.

Las medidas introducidas no le satisfacen, a falta de que se instale la señalización lumínica prometida por la máxima institución insular. Desde la asociación abogan por construir un puente, mientras que el Consell prefiere esperar a comprobar el efecto de las luces en la seguridad de la vía. «Dicen que quedaría muy feo y que no se puede hacer en esta zona», «pero será mejor salvar una o dos vidas que evitar instalar la pasarela», declara Costa.

Esta es la medida por la que apuesta la AAVV de Can Bonet, aunque Costa ve con buenos ojos cualquier acción que contribuya a reducir la siniestralidad. «Hay que poner algo, como un semáforo de los que controlan la velocidad», valora. Sobre la posibilidad de colocar un radar, declara que «estaría bien, porque la gente tendría que frenar. «Un puente sería lo suyo, pero el tema es que la gente lo quiera cruzar», considera por su parte Escandell al respecto.

Costa destaca que en el barrio viven alrededor de 5.000 vecinos. «Somos mucha gente», hace notar en apoyo a sus reclamaciones. En verano, indica, los accidentes son más comunes, ya que aumenta tanto el tránsito como el número de trabajadores en la zona, así como la cantidad de usuarios del autobús que va a Sant Antoni, señala. La correspondiente parada de bus se encuentra en el costado de la autovía opuesto a Can Bonet.

El autor del atropello del sábado circulaba en sentido Vila-Sant Antoni, aclara Costa. Desde Ibiza los coches «van más lanzados», considera, ya que en el lado contrario «hay una rotonda y tienen que frenar», explica. Los atropellos son los casos más graves, pero los incidentes son frecuentes, coincide la mayoría de vecinos. Lo más común es que los conductores que no anticipan el semáforo frenen bruscamente y se produzcan choques por alcance de los vehículos que vienen desde atrás. «Raro es el mes en el que no hay un golpe», afirma Escandell por su parte.

Por este motivo resultó malherida una trabajadora de la tienda de materiales de construcción BigMat, al otro lado de la carretera, que estuvo de baja laboral, explica Nora, empleada del establecimiento. «El semáforo cambia a rojo muy rápido», añade, un factor que coincide en mencionar Cristina Romero, farmacéutica en la perpendicular calle dels Cirerers.

A esto se añade que, por la distribución espacial de la carretera, la posición del sol puede dificultar discernir las luces del semáforo desde un lado u otro en función de la hora del día, explica Escandell.

Motivo de más para extremar las precauciones. «De los que conocemos la zona, nadie cruza si no están los coches parados», asegura. Para las empleadas de la tienda de Piscinas San Antonio S.L., contigua a BigMat, es de hecho un alivio no tener que cruzar la carretera por Can Guillemó desde que, tras la irrupción del covid, compraron una cafetera automática para el establecimiento.

Brayan González atraviesa a menudo a pie el paso de cebra. En su opinión, en cambio, el semáforo funciona correctamente y no ha observado inconvenientes a la hora de cruzar.

Otro vecino de Can Bonet, Pedro Sánchez, habla con indignación de la situación de inseguridad del cruce, que explica, su hija atraviesa con frecuencia. Critica que no haya ya un puente en la zona, como sí los hay en otros lugares de la isla donde, juzga, no son necesarios. Coincide con el resto de vecinos disconformes preguntados en apuntar al puente como arreglo a la actual situación.

Gabriela Vera opina que actualmente es «un peligro» cruzar el paso de Can Guillemó. Camina junto a Margarita Roig, quien, más allá del cruce, pone el foco en la ausencia de aceras en la parte aledaña de la calle dels Cirerers, que obliga a caminar por mitad de la carretera cuando la tierra se encharca, denuncia.

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