Maria Tresserra, doctora de Ibiza: "Los médicos de familia somos los médicos de las personas"

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, entrega a la doctora, a la que califica de «fiel escudera de la sanidad pública», la Cruz de la Orden Civil en sanidad

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

En silla de ruedas. Así llega Cristina Molina, médica, hasta su jubilación hace unos meses, de la unidad de atención a la mujer de es Viver, al salón de actos del Hospital Can Misses. Ni su tibia rota le impide asistir a la entrega de la Cruz de la Orden Civil de Sanidad a la también doctora y también jubilada Maria Tresserra. No es la única. Cuando la homenajeada cruza el umbral del hospital, decenas de excompañeros, que están aguardándola, rompen en un sonoro aplauso. La abrazan, la felicitan. Tresserra deja su bolso y su discurso, que ha preparado concienzudamente, en la primera fila. Y vuelve a la puerta, donde la ministra la recibe con un caluroso abrazo y rodeada por un nutrido grupo de cargos públicos y asesores.

«Como ahora el centro de salud vuelve a estar aquí al lado nos hemos podido escapar», comentan, susurrando, un pequeño grupo de enfermeras que fueron compañeras de Tresserra, que se confiesa «emocionadísima» en su discurso, que pronuncia ya con el brillo y el amarillo destacando en la solapa de su americana negra. «Los médicos de familia somos los médicos de las personas. Resolvemos más del 80% de lo que llega a nuestras consultas. Y con pocos medios. Sólo tenemos la entrevista clínica y la exploración», comenta la doctora, que insiste en la importancia de «escuchar» a los pacientes, de «dejarles hablar» para poder, realmente, ayudarles.

La doctora, de 71 años, hace gala en el texto de ese carácter reivindicativo y hasta «quijotesco» (ministra dixit) que alaban quienes la conocen bien: «El protocolo indica que no puede durar más de diez minutos. Diez minutos es el tiempo que pedimos para las visitas de los pacientes». Si el salón de actos de Can Misses fuera un estadio, se podría decir que éste se viene abajo con los aplausos, las risas y algún grito —«¡Brava!»— de las decenas de sanitarios y exsanitarios que abarrotan el espacio. Maria Tresserra continúa acordándose de todos sus compañeros y reclama más «estabilidad» para los profesionales, para mejorar la atención de los pacientes. Reclama también una estrategia de cronicidad más ajustada a las necesidades y condiciones de las personas mayores que, recuerda, no todos tienen acceso a las nuevas tecnologías. Para ellos, para los más mayores y los más vulnerables, pide atención a domicilio. No urgente, sino médicos que pasen consulta en casa de los pacientes.

«Sé que es difícil buscar tiempo, pero hay que buscarlo para los que más lo necesitan», indica poniendo como ejemplo a las unidades de Hospitalización a Domicilio y de Paliativos, presentes, ambas en la sala.

El deber y la sonrisa

La gerente del Área de Salud pitiusa, Carmen Santos, destaca la «constancia» de Tresserra, a la que define como «una defensora de la sanidad pública. «Gracias por cuidar a tantos y tantos ibicencos», señala la consellera balear de Salud, Patricia Gómez, que califica a la popular doctora de «ejemplo». Unas ideas en las que abunda la ministra, que no duda en asegurar que la homenajeada es «una fiel escudera de la sanidad pública» y a la que agradece el «entusiasmo, la paciencia, el sentido del deber y la sonrisa». La ministra destaca también la función que ha desempeñado Tresserra, primera profesional emérita de Atención Primaria del Área de Salud de las Pitiusas, durante «los peores momentos de la pandemia», cuando, en vez de quedarse quieta, colaboró con el seguimiento telefónico de los pacientes contagiados.

Mucho más emotivas son las palabras que le dedica María Martín Rabadán, directora de zona básica de salud de Can Misses y compañera, durante muchos años, de Tresserra. Ella recuerda cómo había que «cerrar el cupo» de pacientes de la catalana porque todo el mundo quería tenerla como doctora —«era la que tenía más pacientes y más mayores», afirma—, los escasos «cinco minutos del yogur» que entre consulta y consulta intentaban compartir y la manera en la que ha ayudado a formar a otros profesionales sanitarios. Hace hincapié, también, en su «actitud inconformista», su «compañerismo», su «capacidad crítica» y su forma de batallar «silenciosamente».

«Gracias a mis pacientes y a sus cuidadores. Moltes gràcies», concluye Tresserra, haciendo el gesto del abrazo. «¡Brava! ¡Brava!», se escucha desde el fondo de la sala.

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