Furor inmobiliario en el campo balear: la venta de fincas rústicas batirá su récord este año

2022 se cerrará con más de 4.450 transmisiones de propiedades en las islas

Construcciones diseminadas en el campo en Eivissa. | J. A. RIERA

Construcciones diseminadas en el campo en Eivissa. | J. A. RIERA / m.e.vallés. palma

M.E. VALLÉS

Si las cifras no caen estrepitosamente en noviembre y en diciembre, este 2022 se alcanzará la cifra récord de compraventa de fincas rústicas en Balears. El campo es cada vez un bien más preciado para los compradores de bienes inmuebles, ya sean inversores, familias, extranjeros, etc., y su demanda es elevadísima, aseguran los agentes de la propiedad consultados por este periódico. Un hecho que pone las cosas cada vez más complicadas a la payesía ante los elevados precios de los terrenos y que a su vez tiene un impacto directo sobre el paisaje propio de las islas y la productividad de la tierra.

Los datos contrastados que ha podido consultar este periódico provienen del Instituto Nacional de Estadística. Hasta el 31 de octubre de este año se han vendido un total de 3.857 fincas rurales en las islas. A final de año (sumando dos meses más) se alcanzará sin dificultades una cifra superior a las 4.450 operaciones de compraventa, una cifra histórica para Balears. En 2021, se cerraron 4.398 transacciones. En 2020, año covid, descendieron hasta las 3.058. En 2019, fueron 3.695 las transmisiones de propiedad, una cantidad inferior a las ventas realizadas hasta el 31 de octubre de este año. Si se sigue la secuencia cronológica descendiente, uno se sitúa en 2012, hace justo una década, cuando las compras de fincas rústicas fueron 2.103. Así, puede afirmarse que este tipo de operaciones se ha duplicado holgadamente en diez años, un intervalo de tiempo que coincidiría con las dos últimas legislaturas de Pacto de Progreso en la comunidad.

El año que se registró una mayor y brusca subida de la compra de este tipo de inmuebles fue en 2016, fecha que coincide con el gran boom del alquiler turístico. Un estudio de Terraferida reveló que en dicho año la facturación a través de Airbnb alcanzó los 294,3 millones de euros en el conjunto de las islas.

El presidente de la Asociación Balear Inmobiliaria Nacional e Internacional (Abini), Hans Lenz, considera que esta subida de las compraventas en un 100% coincide con el mismo porcentaje de aumento de las operaciones cerradas para las viviendas urbanas. «Es cierto que ha crecido el interés por vivir en espacios abiertos, en la naturaleza, sobre todo desde la covid. Antes salía mejor de precio comprarse una finca rústica ante la falta de disponibilidad de suelo urbano, pero en los últimos años ya no es así».

Otra cosa que sucede en rústico, comenta Lenz, es el continuo mensaje que se lanza de que se va a limitar mucho. «Tenemos el nuevo decreto 9/2020, tramitado por vía de urgencia cuando todos estábamos semiconfinados. Se anunció la protección de 51.700 hectáreas de suelo rústico y la reducción del tamaño de las casas a la mitad. «Esto generó una carrera en la tramitación de licencias y pienso que artificialmente genera una demanda aún más grande ante la posibilidad de que se vaya a cerrar el grifo. Habría que analizar también si esta acción política ha acelerado la subida de precios». El presidente de Abini considera que no se le puede negar ni castigar a muchas familias de aquí la posibilidad de poder construir una casa en su finca rústica o que la puedan dedicar a la venta para tener unos ingresos «ante el hecho de que la agricultura no da prácticamente nada. Sí pienso que habría que llegar a algún acuerdo y que deberían sentarse los propietarios de fincas con los representantes de la agricultura, pues en este tipo de parcelas debería facilitarse la actividad agrícola y habría que abrirlas de algún modo a los payeses».

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