Nochebuena

‘Sofrit pagès’ y ‘greixonera’ con sabor a solidaridad en Ibiza

Algo más de una decena de usuarios del comedor social de Cáritas disfrutan de una cena especial de Nochebuena

Dos usuarios recogen en la sede de Cáritas Eivissa sus menús solidarios de Nochebuena, elaborados por el catering s’Olivera. | CÉSAR NAVARRO

Dos usuarios recogen en la sede de Cáritas Eivissa sus menús solidarios de Nochebuena, elaborados por el catering s’Olivera. | CÉSAR NAVARRO / Maite Alvite

Maite Alvite

Maite Alvite

Una veintena de personas hace cola en la calle Carlos III para recoger su cena de Nochebuena en la sede de Cáritas Diocesana de Ibiza. Entre ellos, hay gente que vive en la calle o en infraviviendas, pero también muchas personas que sí tienen un techo, pero sus ingresos no les alcanzan para hacer frente al pago del alquiler o la hipoteca y a la compra de alimentos.

Estaba previsto que la entrega de menús solidarios comenzara a las siete de la tarde, pero, al comprobar la cantidad de personas que están esperando, los trabajadores y voluntarios de la entidad diocesana deciden adelantarla quince minutos.

‘Sofrit pagès’ y ‘greixonera’ con sabor a solidaridad   |

Una de las personas que acudió a cenar en el comedor social de Cáritas y, en primer plano, Esmeralda García, educadora social de la entidad diocesana. / César Navarro

Este año ha habido algún cambio con respecto a la Nochebuena de 2021. Es Cáritas quien centraliza todo el reparto de los menús solidarios, que financia la máxima institución ibicenca y que antes se hacía desde la Llar Ibiza. «Hace unas semanas el Consell nos llamó para preguntarnos si podíamos hacernos cargo de la distribución junto a la Cruz Roja. Allí las personas apuntadas recogieron durante la semana los tiquetes que se tienen que presentar para que les entreguemos un menú solidario. Con este nuevo sistema queríamos evitar que se desperdiciara comida, como ha ocurrido otros años, que había gente que reservaba y luego no se presentaba», explica Gustavo Gómez, coordinador de Cáritas Ibiza.

Dos voluntarios de Cruz Roja aguardan en la cola. «Vamos a recoger doce menús para llevarlos al albergue de sa Bodega», explica John Jairo Muñoz.

En total hay preparadas 228 cenas de Nochebuena para repartir entre los usuarios de los distintos servicios sociales de Ibiza. Son menos que las del año pasado, 308. «Eso no quiere decir que la situación haya mejorado porque el comedor social, donde damos desayunos y comidas a diario, está a tope siempre», aclara Gómez. Él, otras dos trabajadoras de Cáritas y un par de voluntarios se encargan de preparar las bolsas y entregarlas, previa presentación del tiquete. No hay tiempo para darse un respiro, hay más trabajo del esperado. De hecho, el coordinador de Cáritas Ibiza está pensando en incorporar al equipo un par de personas más de cara al reparto del menú de Nochevieja.

‘Sofrit pagès’ y ‘greixonera’ con sabor a solidaridad   |

El coordinador de Cáritas Ibiza, Gustavo Gómez, con los voluntarios Paula Mayné y Leopold Llombart. / César Navarro

Paula Mayné se estrena justamente hoy (por ayer) como voluntaria y parece estar disfrutando de la experiencia. También Virginia Aranda, que tiene 19 años, está estudiando un Grado Superior de Integración Social a distancia y lleva tan solo dos semanas trabajando como monitora del centro de día de Cáritas. «Es supergratificante poder ayudar a quienes más los necesitan», asegura.

Leopold Llombart se encarga de entregar en mano las bolsas con comida. Para el que fuera concejal y director del colegio público de Sant Rafel es su primera Nochebuena solidaria, pero en Cáritas lleva dos años como voluntario, dando clases en su centro socioeducativo, Betania.

El menú que reparten en la entidad diocesana, elaborado por el catering s’Olivera, está compuesto por sopa de galets con mini albóndigas y yemas de gallina, sofrit pagès y greixonera con reducción de frígola. Además entregan en cada bolsa pan y agua.

Es el mismo menú que se ofrece esta Nochebuena en el comedor social de Cáritas. Está previsto que cenen allí entre doce y catorce personas de las siete a las ocho y media de la tarde, según detalla Esmeralda García, educadora social de Cáritas. «Son menos que otros años, de hecho, no veo muchas caras fijas de otras Nochebuenas, que seguramente no han venido porque ahora los atienden en el centro de baja exigencia de Sa Joveria», comenta.

En estos momentos, sentadas en las mesas hay cuatro personas, todas ellas usuarias habituales del comedor social. Entre ellas está Miguel Guasch, que desde que se separó lleva «un año viviendo en la calle». Trabaja, ahora en la construcción, pero con «los precios de los alquileres tan altos que hay en Ibiza» le ha sido imposible hasta ahora encontrar una vivienda o una habitación que se pueda permitir con su salario. «Gracias a Dios tengo a Cáritas que me echa un cable», dice antes de cenar en un visto y no visto.

Zana Marsenic está de pie, haciendo tiempo entre primer y segundo plato. «No estoy acostumbrada a comer tanto», explica esta serbobosnia que lleva muchos años recurriendo a la ayuda de Cáritas. La pensión que cobra por minusvalía, 400 euros, solo le da para sobrevivir. «Los trabajadores y voluntarios de Cáritas son muy buena gente, les quiero mucho, nos tratan como si fuéramos familia», afirma agradecida mientras se prepara para comer el segundo plato. Entonces le viene a la memoria el sofrit pagès que cocinaba para Navidad su suegra.

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