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Educación

Jornadas por la diversidad en Ibiza: «Los límites los pone uno mismo»

Los alumnos de Can Misses conocen los valores de la inclusión con el paratriatleta Javier Vergara y la baloncestista Judit Blázquez

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Semana de la diversidad y la inclusión en Ibiza. J.A. Riera

Judit Blázquez está acostumbrada a tomar velocidad con las sillas de ruedas deportivas, pero, con una de hospital, no alcanza la rapidez de los niños de ocho años corriendo en el patio del colegio. Unas alumnas se dan cuenta de que queda muy rezagada y se ofrecen de inmediato para empujarla. Tras cruzar la meta, Blázquez sonríe cuando se le recuerda el gesto de ayuda que han tenido las pequeñas: «La inclusión es esto y debe venir de dentro. Estos niños ya lo tienen asimilado», valora.

Blázquez es maestra de Can Misses, jugadora de baloncesto y una de las organizadoras de la semana por la diversidad y el deporte adaptado que se celebra en el CEIP Can Misses. Ella y el paratriatleta Javier Vergara aportan su experiencia para inculcar a los estudiantes que, pese a sus prótesis o muletas, pueden competir, trabajar y vivir como el resto. «Los límites se los pone uno mismo», sentencia Vergara.

Blázquez jugó a baloncesto desde pequeña hasta los veinte años. Hace seis, se dobló la rodilla dos veces en un accidente en bici. Le tuvieron que reconstruir la pierna derecha y fijarla con hierros, de manera que apenas puede doblarla y recurre a unas muletas para moverse. Dejó atrás su vida en Barcelona y se fue a Formentera con una mochila, hasta recalar en Ibiza. Gracias al deporte encontró un estímulo al «instinto de supervivencia» y, con 35 años, volvió a las canchas.

El deporte como salida

«Cuando me lo propusieron, sentí un rechazo y me negaba a jugar en silla de ruedas, pero al final ha sido muy enriquecedor para mí». Igualmente, superó las trabas burocráticas para trabajar como docente en Balears y, desde hace dos años, imparte clases en Can Misses. «A veces siento que soy más feliz ahora que con la vida que llevaba antes», confiesa.

El caso de Vergara es parecido. Nada más verlo con la prótesis, algún pequeño le pregunta si «ese pie es de verdad» o cuándo empezó a correr. Al contrario que Blázquez, él no practicaba deporte en serio antes de perder la pierna en un accidente hace ocho años, después de que se desplomara un muro que iba a saltar.

Tras un par de años en los que tocó fondo, el triatlón fue su válvula de escape, hasta el punto de que ya puede fijarse como objetivo las competiciones internacionales e, incluso, las paraolimpiadas de 2028. Los niños quedan asombrados al escuchar la rutina de entrenamiento de Vergara durante seis días a la semana, con sesiones de tres kilómetros de natación, seis u ocho corriendo o entre 40 y 80 en bici. Necesita dos prótesis especiales para correr o pedalear, además de una tercera para su vida cotidiana, mientras que para nadar se las quita.

Además de las actividades con los deportistas, los alumnos de Can Misses también aprenderán esta semana a ponerse en la piel de las personas con diversidad sensorial, con una gymkana en la que superan pruebas con antifaces, auriculares sillas ruedas o caminadores cedidos por Cruz Roja o el Hospital Residencia Cas Serres.

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