Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

rafael maldonado lópez Catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra
Rafael Maldonado López Catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra

«Que el cannabis sea inocuo por ser natural es falso, los venenos también son naturales»

«El cannabis que se consume ahora no tiene nada que ver con el de los 80, las preparaciones actuales son más propsicóticas»

Rafael Maldonado, este viernes, en la entrada del Hospital Can Misses. Juan A. Riera

«Empecé con el campo de los opioides porque era la epidemia de heroína y me atrajo poder aportar mi grano de arena. Todos teníamos compañeros que fallecieron por la heroína», explica Rafael Maldonado López, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra y especialista en neuropsicofarmacología, que el viernes estuvo en Ibiza para participar en las jornadas ‘Viure sense tabac’, organizadas por el Área de Salud pitiusa y el Consell de Ibiza. Maldonado, que ya había visitado la isla hace un tiempo para otra conferencia de prevención del consumo de drogas, acaba de recibir el premio Constantes y Vitales de La Sexta. Aunque comenzó con el estudio de los opiáceos, como muchos de sus compañeros, con el tiempo evolucionó al campo del cannabis, una sustancia a la que, defiende, envuelven muchos mitos y medias verdades que rebajan la percepción de la peligrosidad de su consumo. No es inocua. Y genera adicción.

Por el título de su conferencia, ‘Consecuencias neuropsiquiátricas del consumo de cannabis’, deduzco que el cannabis no es inocuo.

No, y es un problema serio porque la percepción de riesgo del consumo de cannabis no es real, sobre todo en jóvenes. No son conscientes de su peligrosidad. Si les preguntamos qué resulta más peligroso, el cannabis o el tabaco, prácticamente todos se decantan por el tabaco.

¿Qué consecuencias tiene el consumo de cannabis? ¿Sólo a largo plazo con un consumo regular o también esporádico?

Hay consecuencias a largo plazo, por el consumo repetitivo, y también a corto plazo por un consumo puntual. La primera que destacaría es la desinhibición, que se parece un poco a la alcohólica: «Vamos a hacer aquello que queramos hacer, no aquello que es racional que hagamos». Esto nos lleva a dos problemas. El primero, la conducción de un vehículo. Se habla mucho del alcohol y muy poco del cannabis y tenemos que concienciar a la población de que su consumo tiene un efecto muy negativo sobre la capacidad para conducir.

¿Y el segundo problema?

La posibilidad de una relación sexual no deseada o sin protección, con las consecuencias negativas que eso conlleva. Estos dos problemas se derivan de la desinhibición, pero también pueden aparecer crisis psicóticas. Con un consumo repetitivo y también tras un consumo único, puntual, de preparaciones de cannabis con alta concentración de principio activo. O en sujetos particularmente vulnerables. Con los primeros consumos también pueden ocurrir crisis de ansiedad o ataques de pánico. El efecto del cannabis respecto a la ansiedad es muy diverso, a unos sujetos los relaja y en otros aumenta esa ansiedad. Y este incremento con efecto psicoactivo puede generar ataques de pánico.

A gente que conozco le ha dado por llorar.

Es un factor de protección. Los que con los primeros consumos experimentan efectos negativos tienen una tendencia a no volver a consumir. Si fueron positivos la tendencia es a repetir, sobre todo por esta percepción escasa de riesgo. Tenemos que trabajar todos para que la población, en especial los sujetos jóvenes, tengan una percepción real del riesgo que representa el consumo.

¿Por qué esta baja percepción del riesgo?

Lo mismo que desde el punto de vista científico todos estamos tendiendo a aportar argumentos sobre la peligrosidad del cannabis, hay muchos lobbies con intereses económicos que se basan en medias realidades para que aumente el consumo, como pasa con el lobby del tabaco o del alcohol. Aquí es lo mismo, quizás un poco más complejo. Hay dos medias verdades que se repiten. Una de las que más usan es que el cannabis es una sustancia natural.

Como los venenos.

Exacto, recordemos que los venenos más poderosos que existen están en plantas y en animales. Son sustancias naturales. El cannabis, justamente, usa este principio activo para protegerse de los herbívoros. Los animales serían mucho más voraces con una planta tan frondosa si careciera de esas sustancias activas.

Hablaba de dos falsas verdades.

Sí, la segunda es la de que tiene fines terapéuticos. ¡Claro! Absolutamente todas las drogas, todas sin excepción, se han usado o se usan con fines terapéuticos. Pero por mucho de que los opiáceos se usen con fines terapéuticos no deja de ser muy peligroso inyectarse heroína. Hay que separar totalmente la utilización terapéutica de drogas, que en algunos casos está justificada, de su uso recreativo. No tienen nada que ver. Pondría el ejemplo del opiáceo, la morfina y la heroína. Son sustancias extremadamente útiles para paliar el dolor en un paciente, pensemos en un enfermo oncológico con un dolor insufrible, pero es extremadamente peligroso usarlas con fines recreativos. Sí, el cannabis es una sustancia natural, como los venenos más peligrosos que existen, y sí, se usa con fines terapéuticos, como todas y cada una de las drogas que tenemos, pero no tiene nada que ver con su peligrosidad cuando se usan con fines recreativos.

Nos hemos ido por las ramas y no hemos hablado de las consecuencias a largo plazo.

Cierto, las alteraciones cognitivas están muy demostradas. Una persona que toma cannabis a corto plazo va a tener a corto dificultades para acordarse de lo que ha ocurrido después de consumir. Eso es reversible, el problema es cuando consumen una y otra vez. Se producen alteraciones en sus circuitos cerebrales que generan cambios de las respuestas cognitivas. Y esto ocurre sobre todo en jóvenes. Están aún desarrollando su cerebro y el cannabis actúa en ese desarrollo. Se sabe que el consumo a edades precoces produce cambios en la estructura del cerebro que tendrán repercusión a largo plazo a nivel cognitivo. El uso repetitivo está relacionado también con la incidencia de psicosis, cuyas posibilidades aumentan conforme el consumo se repite. Un cuadro psicótico es extremadamente desagradable. Los consumidores de cannabis los relatan como el momento más desagradable de su vida. Además, están los trastornos emocionales: incremento de la depresión y la ansiedad. Y hay que destacar la capacidad del cannabis de generar una adicción. Exactamente igual que otras drogas.

Esto también se niega.

Pues que lean literatura. Son falsos mitos. ¿El cannabis genera adicción? Sí. ¿Genera dependencia física? No. La cocaína tampoco y no por eso va a dejar de ser adictiva. Dependencia física supone que cuando, de repente, se deja de consumir, aparecen síntomas físicos de malestar, como con el alcohol, que genera un cuadro de dependencia física que es el más fuerte de todas las drogas. Que una sustancia genere o no dependencia física no tiene nada que ver con su capacidad para producir un cuadro adictivo. Y esta no dependencia física del cannabis ya se empieza a poner en duda, pero dejémoslo en interrogación. Lo que ningún científico pone en duda es su capacidad para producir una adicción.

¿Por qué unas personas generan adicción y otras no?

Eso es una ruleta rusa. Depende de tantos factores... Podríamos hablar horas de esto, pero, para resumir, intervienen factores de vulnerabilidad individual y ambientales. Entre los primeros hay factores genéticos, que vamos conociendo poquito a poquito; de personalidad, como esa tendencia de búsqueda de sensaciones, esta compulsividad, y lo que llamamos epigenéticos, cómo el ambiente incide en nuestros genes, un gran melón que se nos abre ahora.

¿Y los ambientales?

Son muy importantes. Me gusta poner el ejemplo clásico de los estadounidenses que fueron a la Guerra de Vietnam. Mientras estaban allí había un porcentaje brutal de adictos a la heroína, pero cuando, tras la guerra, regresaron a Estados Unidos, dejaron de ser adictos. ¿Cómo es posible si era la misma persona y tenían la droga disponible? Sólo cambiaba el ambiente. Así que intervienen factores de vulnerabilidad individual complejísimos y factores ambientales muy complejos. Es una ruleta rusa, unos caen y otros no.

¿Ha visto cambios en los efectos en los años que lleva dedicándose a esto?

Llevo estudiando los efectos del cannabis unos 30 años, mi primer artículo fue a mediados de los 90, y ha habido cambios muy importantes. El principal, el de los compuestos activos en el cannabis. El que se consume hoy en día no tiene nada que ver con el que se consumía en los 80. El principal componente psicoactivo propsicótico y prodepresivo es el delta-9-tetrahidrocannabinol, el THC, y luego tiene otro componente, el cannabidiol, CBD, que no es psicoactivo y que disminuye los efectos propsicóticos del THC. Uno es el opuesto al otro. En las preparaciones de los años 80 había concentraciones de THC del cuatro o el cinco por ciento y de CBD de entre el uno y el dos por ciento. En las preparaciones de hoy en día las concentraciones de THC a veces superan el 20% y es raro encontrar alguna en la que el CBD alcance el 0,5%. La proporción ha cambiado dramáticamente en un sentido negativo. Las preparaciones actuales contienen unos principios activos mucho más propsicóticos que las de los 80. Por esto son más peligrosas para la salud, no nos quepa duda.

¿Y entre los 60 y los 80 había diferencias?

No hay seguimientos, pero no hay cambios muy importantes, estos empezaron en este nuevo milenio, cuando se comenzó a hacer algo muy simple: seleccionar las plantas en función de sus características genéticas para producir THC. Se escogían las plantas con más concentración de THC para irlas cruzando y generar ejemplares con muchísimo más THC y menos CBD y, al cabo de los años, nos encontramos con unas concentraciones de THC brutales, que es lo que busca el consumidor porque es lo que le produce el efecto psicoactivo.

¿Esta concentración de THC puede seguir aumentando?

Sí, por eso insisto: es imprescindible que tengamos una percepción de riesgo real del consumo de cannabis, sobre todo en la población joven, que es la más vulnerable a los efectos negativos. No es lo mismo el consumo en un adolescente de 16 o 18 años, que en un adulto que tiene su cerebro y su personalidad maduros.

¿El consumo de cannabis puede ser el detonante de problemas neurológicos que estén latentes?

Se conoce ese hecho en el caso de psicosis o esquizofrenia. Y hay sujetos que tienen una vulnerabilidad a desarrollar una esquizofrenia y hoy en día se sabe que el consumo de cannabis hace que ésta aparezca a edades más tempranas. Acelera su aparición en sujetos vulnerables.

Jabones, incienso, cremas, velas, ropa... ¿Que haya tantos productos con cannabis contribuye a esa baja percepción del riesgo?

Claro que sí. Es de lo que hablábamos con los lobbies con intereses comerciales. Hay toda una serie de productos de cannabis para diez mil cosas con una escasísima o nula evidencia científica de su utilidad. Ahora se están usando preparados de forma legal que no son psicoactivos. Hay muchas preparaciones a base de CBD, pero la evidencia de su eficacia aún es escasa. Para epilepsia refractaria el uso del CBD es útil sin lugar a dudas. Para el dolor hay mucha investigación y seguramente en un futuro haya evidencias, pero la mayoría de los preparados que lo contienen son para indicaciones en las que no hay una evidencia de su eficacia. Y no sólo eso. Si se analiza su composición no siempre contienen las concentraciones y los productos que afirman tener. No son medicamentos y no tienen que pasar los mismos filtros, pero hay mucho más mito que realidad.

¿Los efectos del cannabis son reversibles?

El conocimiento que tenemos aún no es cien por cien objetivable, pero lo que sí que sabemos, y hay estudios muy sólidos, es que parece que estos cambios son a muy largo plazo. Hay un estudio muy bonito que publicó la revista The Lancet. Hicieron un seguimiento de mucho tiempo a consumidores precoces de cannabis y vieron, pasados muchos años, cuál era su rendimiento intelectual y a dónde llegaron en la sociedad. El resultado fue realmente impresionante. Se veía cómo el rendimiento intelectual de los sujetos que habían consumido a edades precoces era, 25 años después, inferior. Y en cuanto a dónde habían llegado en la sociedad, siempre hay excepciones, pero de promedio era inferior a los no consumidores.

Vaya, que si usted hubiera sido consumidor precoz no estaría donde está, ¿no?

Pues imagino que cualquier persona que sea consumidora habitual de cannabis tiene muchas posibilidades de quedarse en un nivel más bajo que si no hubiera sido consumidor. Siempre pueden decir que hay artistas que a pesar del consumo han llegado muy alto, sí. Pero imaginemos a dónde habrían llegado sin consumo. Pues mucho más alto.

La romantización del consumo relacionado con el arte.

Exactamente. Nunca, desde el punto de vista científico, podemos afirmar que guna droga vaya a aumentar una creatividad. Imaginemos un caso hipotético de un sujeto que tenga mucha ansiedad e insomnio. El cannabis no es que le aumente la creatividad, le va a mejorar las alteraciones que tiene. Y para ellas hubiera sido mucho más útil usar tratamientos específicos. Pero en ningún momento el cannabis es un tratamiento para esto. Igual esa persona va a tener un aumento de la creatividad simplemente porque tiene menos ansiedad y duerme mejor, pero el cannabis no aumenta la creatividad y para la ansiedad y el insomnio hay tratamientos específicos, con efectos indeseables, no lo niego, pero con eficacia demostrada.

No sé si le puedo preguntar si usted ha probado el cannabis.

Yo soy un científico y no voy a hablar de temas personales. Sólo hablo de temas científicos.

Compartir el artículo

stats