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Día mundial de la diabetes | Área de Salud Pitiusa
Juan Jesús Tur Ortega Responsable de la consulta de educación diabetológica del Hospital Can Misses

Juan Jesús Tur Ortega, responsable de educación diabetológica del hospital de Ibiza: «Hay una explosión de diabetes por el estilo de vida actual»

El responsable de la consulta de educación diabetológica del Hospital Can Misses está convencido de que se hallará una cura para esta enfermedad, algo que confía en que no tarde mucho, especialmente por los niños

En enfermero Juan Jesús Tur Ortega muestra su propio sensor en la consulta. Vicent Marí

Juan Jesús Tur Ortega, enfermero y doctor en enfermería, sabe muy bien por lo que pasan los pacientes a los que atiende en su consulta de educación diabetológica del Hospital Can Misses. Y es que este enfermero de 57 años tiene también diabetes. Ibicenco de nacimiento, se marchó a Palma a estudiar y allí se quedó 18 años hasta que decidió volver a la isla. Su padre se había hecho mayor, estaba delicado de salud y regresó para cuidarle. Lo de la enfermería, explica, es auténtica vocación: «Estaba leyendo un libro y me encontré con unas palabras de Virginia Henderson. Decía que la misión de la enfermería es ayudar al individuo, grupo, familia o comunidad a vivir de una forma óptima sea cual sea su estado de salud. Que veíamos al ser humano como un ser biopsicosocial y espiritual. Y me enamoré». Asegura que no se equivocó al escoger su camino: «Doy gracias porque todos los días me levanto contento para venir a la consulta».

Ahora mismo, ¿qué supone un diagnóstico de diabetes?

Pues supone que en principio esa persona se va a llevar una impresión muy fuerte. Por desconocimiento y porque no es una buena noticia. Al principio afecta muy profundamente, pero lo que intentamos todo el equipo de endocrinología es transmitirle la seguridad de que poco a poco va a conseguir controlar la enfermedad y que no son diabéticos sino personas que tienen diabetes. Y ésta es una enfermedad que se puede controlar con los conocimientos adecuados y un estulo de vida saludable.

Un diagnóstico de diabetes ahora no es como hace 30 o 20 años, ¿no?

Afortunadamente no. Sabemos mucho más y hay un acompañamiento tecnológico muy importante y, además, en los últimos cinco años ha habido un avance espectacular.

¿Cómo cambia la vida de una persona tras ese diagnóstico?

Es un cambio muy importante porque tienes que pensar en cómo vas a actuar cada vez que comes. Tienes que estar monitorizando las cifras de glucosa y actuar en consecuencia. Tienes que saber lo que estás comiendo, los carbohidratos que tiene y calcular la insulina que te tienes que poner. Tenemos herramientas o pautas móviles para que se puedan ajustar en función de lo que van a comer y las cifras de glucosa previas. Ellos tienen que haber venido a consulta para aprender qué cantidad de carbohidratos hay en cada alimento. Aunque se llamen dietas, lo que damos no son dietas, recetarios, sino unos cimientos. Les decimos, por ejemplo, en el caso de los hidratos, que tres cucharones de legumbres cocidas equivalen a tres pulguitas de pan integral o centenos. Son intercambiables. Y luego les decimos que verduras y ensaladas libre, la proteína la contamos con la mano: la palma para la carne y entera, hasta la muñeca, para el pescado. Y huevos, pues dos al día, hasta siete a la semana si no hay contraindicación.

¿Con la mano?

Sí, lo hacemos de forma que sea muy fácil, porque tener una báscula en la cocina te va a condicionar, vas a tener una dependencia o unas exigencias excesiva de la diabetes. Es mejor con las manos.

¿Hay muchos usuarios a los que les cueste especialmente este cambio?

Sí, no todas las personas tienen la misma facilidad para adaptarse a los cambios.

¿Y qué hacemos con ellas?

Nos intentamos adaptar en la educación a su nivel de tolerancia. No todo el mundo puede asumir objetivos de la misma forma y hay que ser pacientes, buscar metas más pequeñas y minimizar el impacto. Hacer que se familiaricen poco a poco. Que establezcan una relación de cercanía con nosotros. No somos de los que si vienes aquí y no lo estás haciendo bien te reñimos. No. Estamos aquí para ayudar.

¿La tecnología ayuda, lo hace más fácil?

Sin duda. Han aparecido nuevos sistemas de monitorización de la glucosa que hacen que las personas con diabetes no tengan que pincharse el dedo para medirse la glucemia. Se puede escanear con un smartphone o con un lector. Llevan un sensor en el brazo que va midiendo la glucosa intersticial, la que hay en el espacio entre las células, lo va filtrando y tiene alarmas de hipoglucemia e hiperglucemia. Los familiares están más tranquilos porque pita la alarma cuando va bajando la glucemia y no se llevan el susto cuando ya la tienen. Se puede programar para cada paciente. Uno, por ejemplo, notará síntomas con 75 miligramos el decilitro y otro a 65. Pues se programa cinco o diez miligramos por encima y así no vas a tener síntomas. Te va a dar tiempo a levantarte e ir a comer algo. Eso da mucha tranquilidad.

Me han chivado que esto permite, incluso, hacer el seguimiento de usuarios que están pasando una temporada fuera de la isla.

[Ríe] Así es. Tenemos pacientes que están en diversos puntos, una en Miami, trabajando en un hotel, y seguimos en contacto. Y transmitimos los resultados de los análisis que obtenemos gracias a que ella en tiempo real nosotros podemos ver sus glucemias aquí.

Si le llegan a decir esto hace quince años...

Me hubiera parecido un sueño y hubiera dicho «¿dónde hay que firmar?».

Usted tiene diabetes.

Sí.

¿Y cuál ha sido su experiencia?

Me la diagnosticaron justo antes de empezar primero de Enfermería. En aquellos tiempos era más difícil todo. No existían las plumas precargadas, nos pinchábamos con jeringuillas que marcaban unidades en mililitros. El primer glucómetro no estaba cubierto por la Seguridad Social y lo compré en la asociación de diabéticos que tenía una oferta, aunque las tiras sí que me las daban. Pasó un largo tiempo así hasta que aperecieron las plumas precargadas, que fue un gran paso. Los glucómetros han dado ahora un salto muy grande con la monitorización flash. Hay ya sensores subcutáneos que transmiten por bluetooth de baja intensidad que transmiten al smartphone o smartwatch y que están considerados monitorización continúa.

¿Cuáles serán los próximos avances?

El mejor avance es que haya diferentes alternativas en los dispositivos. La monitorización continua de glucosa se está viendo en revisiones de literatura científica que es tan efectiva como la bomba la insulina y la monitorización continua. O sea, que la mejoría clínica ya con eso sólo es tan importante como si le añadimos la bomba. Eso se vio en los grupos de experimentación en los que los pacientes estaban preparados para ponerse múltiples dosis. Es decir, que si después de comer estás a 300, pues actúa. Tenemos herramientas matemáticas como el factor de sensibilidad, cuánto te basta a ti una unidad de insulina después de comer. Si ese indicador es de 50, significa que dos unidades te bajarían 100. Si estás a 280 y el máximo, según la Sociedad Española de Diabetes es de 180, pues te pones dos unidades y corriges el índice sin hacer una bajada. Esos pacientes que son más proactivos mejoran igual que los que llevan bomba de insulina y eso es muy importante.

Hablaba de sistemas diferentes.

Sí, adaptados a cada paciente. Imagina que hay uno que hace lucha tailandesa o es futbolista de élite. Se les puede poner un dispositivo transcutáneo que va conectado con un smartwatch que les avisa de si están haciendo una hipoglucemia con vibración bajo la piel y, además, ellos lo pueden ver en su reloj. Tenemos un competidor de kite surf. Está volando y lleva su sensor, pero aunque vibre no lo nota porque está con la vela, pero lo ve en el reloj. Son pequeñas maravillas tecnológicas que lo que hacen cada vez más es normalizar la diabetes y que se pueda vivir perfectamente sin ninguna restricción por la enfermedad.

Recuerdo de pequeña que muchos niños con diabetes no iban a los cumpleaños o, si iban, no podían comer nada. Esto ya no pasa, ¿no?

Depende un poco del niño. A ver, hay aplicaciones que permiten a los padres saber cómo está su hijo de glucosa al instante también.

O sea, que desde su casa saben cuándo su hijo se ha comido un trozo de tarta.

[Ríe] ¡Exacto! Eso da mucha tranquilidad, no sólo a los padres sino a los profesores que antes tenían una responsabilidad muy grande y ahora ya lo ven en la aplicación. La responsabilidad sigue ahí porque cuidan de nuestros hijos gran parte del día, pero pueden estar más tranquilos. Además, la monitorización nos dice el pasado, presente y futuro: cómo ha estado y cómo está en este momento y tiene unas flechas de tendencia que indican si está subiendo o bajando, algo muy importante para prever complicaciones.

La actividad física es especialmente importante.

Sobre todo para las personas que tienen diabetes tipo 2, que es la que está más relacionada con el estilo de vida. Es muy significativo. Es la diabetes que se presenta en la edad adulta y es la que con dieta, actividad física y medicación oral se puede controlar bastante bien. Ahí hay una cierta función del páncreas, pero, como en la tipo 1 no funciona, el estilo de vida ayuda y el deporte también, pero no en la medida que en la tipo 2.

Recuerde los síntomas que nos pueden alertar de una diabetes.

Principalmente la poliuria, muchas ganas de hacer pipí, también tener una sed desmesurada y en ocasiones también la polifagia, mucha hambre. Y todo esto unido a una pérdida de peso. Esos serían los síntomas que nos indicarían que la persona está empezando a desarrollar una diabetes tipo 1.

¿En la tipo 2 es lo mismo?

Con la tipo 2 no podemos ir por ahí. Se detecta la prediabetes y se les hace un seguimiento. Están ya controlados en Atención Primaria. Son protocolos, no se escapan muchos pacientes. Ahora con el covid hemos tenido muchos casos de diabetes por corticoides.

¿Cómo?

Sí, el tratamiento principal del covid era con corticoides y muchas personas debutaron con diabetes al principio con insulina y luego ya han pasado a dieta. Hay un montón de tipos de diabetes.

¿Qué pasa cuando no se lleva bien una diabetes?

Hay consecuencias microvasculares como daños en el riñón o la retina, y macrovasculares, entre las que se cuenta el infarto. También puede haber problemas en las partes distales del cuerpo. Falta de circulación, el pie diabético. Hay que tener especial cuidado con los pies, mantener secos los espacios interdigitales, monitorizar las heridas por pequeñas que sean, vigilar rojeces o heridas que no curan. Hay que acudir en seguida al centro de salud. Y en el hospital tenemos una consulta de pie diabético, que es una complicación que quita mucha calidad de vida a las personas y que aparece con bastante frecuencia.

¿Tanto?

Es frecuente entre las personas que tienen un mal control de la diabetes. Y ya no sólo depende de eso. Puede ser por unos zapatos que te rozan, andar descalzo por la playa, un zapato abierto, no llevar calcetines... Hay que tomar precauciones más allá de un buen control metabólico.

¿Se llegará a poder curar la diabetes? ¿Dejará de ser una enfermedad crónica?

Sí. Y espero que sea dentro de no mucho tiempo, sobre todo por los niños. Me encantaría. Aquí los vemos a partir de los 15 o 16 años, pero he estado de voluntario en Mallorca con niños y la verdad es que tienen que ser muy maduros para algunas cosas y ojalá para ellos hubiera una cura. Les haría la vida más fácil.

La adolescencia ya es una etapa complicada, con diabetes...

Así como te comentaba que la persona no está muy dispuesta a seguir con las indicaciones o no tiene la capacidad para ir deprisa y hay que ajustar los ritmos, con los adolescentes es el mismo caso. Siempre debemos tener una sensibilidad especial, empatizar más con ellos para encontrar estrategias que nos lleven a puntos comunes.

Es una edad de experimentar. Y empiezan a beber, que es algo que no debe hacer una persona con diabetes.

No, porque la cerveza les sube mucho y los licores impiden desdoblar el gluco del glucógeno hepático. El objetivo es que no acaben con un coma hipoglucémico en urgencias. Es una edad en la que tienen que experimentar y no es posible impedir que experimenten, pero sí es posible que tengan la cultura suficiente, los conocimientos, como para llegar a entender que no les conviene en absoluto antes de que tengan un refuerzo negativo por una situación adversa. Los padres con hijos adolescentes ya viven con preocupación los cambios en los patrones de conducta, pues cuando viven con una diabetes es otra preocupación añadida.

¿La prevalencia de la diabetes está aumentando?

La diabetes en global aumenta porque los estilos de vida no son los de hace 30 años. Entonces se comía mejor y se hacía más actividad física. Y no había tantas personas con diabetes. La tipo 2 es una explosión de prevalencia y de incidencia. Si no se mejora eso... Es una lástima que se haya perdido la dieta mediterránea que se ha visto que es la más saludable, y el estilo de vida mediterráneo. Ahora nos ponemos en el sofá después de comer y mi abuelo cogía la azada y se iba a cavar los tomates. Evidentemente eso ya no puede ser así, pero el estilo de vida actual no ayuda a que la diabetes se frene.

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