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25N

Amelia Tiganus, en Ibiza: "La libertad sexual no es poder follar con todos sino poder decir que no"

La activista, formadora y escritora feminista imparte un taller a adolescentes de Ibiza en el que pone en evidencia las conexiones entre violencia sexual, pornografía y prostitución

Amelia Tiganus impartió ayer un charla sobre violencia sexual dirigida a adolescentes. | J.A. RIERA

"Os vengo a contar la historia de una niña que nació en Rumanía en 1984 que soñaba con ser profesora o médica y que, sin embargo, los caminos de la vida la convirtieron en puta". Esa pequeña de la que habla Amelia Tiganus ante más de doscientos alumnos de tercero de ESO y primero de Bachillerato de los institutos Sa Colomina e Isidor Macabich es ella misma. El público adolescente guarda silencio, tratando de asimilar la información que acaba de recibir: esa mujer de 38 años que tienen delante, "amante de los gatos y escritora", fue "durante cinco años, de los 18 a los 23, esclava sexual en España y víctima de la mafia de tratas". La activista y formadora habla sin tapujos y no duda en desnudarse psicológica y emocionalmente a lo largo de las dos horas que dura el taller sobre violencia sexual, la primera actividad programada por el Ayuntamiento de Eivissa para conmemorar el 25-N, el Día Internacional contra las Violencias Machistas. Lo que le motiva a dar esta charla y todas las formaciones que lleva impartiendo a jóvenes y adultos desde hace seis años lo explica desde un principio: desea contribuir a hacer una sociedad mejor, más crítica y "libre de pensamiento" en la que no exista la prostitución. "Quiero daros herramientas para pensar y construir un futuro mejor en un mundo que es bastante injusto", afirma.

Retoma su desgarradora historia personal. Tiganus nació en el seno de una familia obrera. Nunca le faltó nada material. Era una niña alegre, inteligente, inquieta y parlanchina que sacaba muy buenas notas hasta que todo cambió a los 13 años cuando un grupo de cinco chicos la violó en un portal al salir del colegio. Para poder sobrellevar aquel dolor insoportable trató de enterrar en su memoria el terrible suceso, que escondió a sus padres y a su entorno, con la esperanza de que todo volviera a ser como antes.

En ese momento Tiganus interrumpe el relato para lanzar una pregunta a su joven audiencia: "¿Por qué creéis que los hombres que acaban violando lo hacen?". Hay respuestas de todo tipo: "Porque no tienen novia", "porque son adictos al sexo", "por falta de cariño de los padres", "por diversión", "por placer", "porque no ven a las mujeres como seres humanos sino como objetos que poseer", "porque se sienten superiores", "porque quieren ver sufrir", "porque se aburren"... La contestación a esta interrogante, que probablemente la gran mayoría de estos jóvenes se plantea por primera vez, la activista la da un poco más tarde, después de una breve lección de historia en la que se remonta a hace unos miles de años, "cuando la humanidad creó los primeros asentamientos y comenzaron las guerras, para ocupar tierras". "Ahí es cuando empezó a tener valor la fuerza bruta" y "cuando las mujeres empezaron a ser propiedad de los hombres", afirma.

Tiganus saca a relucir datos que provocan gestos de sorpresa e incredulidad entre el público: "España es el mayor consumidor de prostitución de Europa, cuatro de cada diez hombres reconoce haber pagado por penetrar a una mujer que no le deseaba sexualmente y que estaba en situación de vulnerabilidad". "Se ha naturalizado una sexualidad que pone en el centro solo los deseos de una parte y se ha hecho a través de la cultura, las series y las películas que vemos, las canciones que escuchamos...", lamenta.

Ayer se dieron cita en Can Ventosa 249 alumnos de tercero de ESO y de primero de Bachillerato. | J.A. RIERA

A ella, dice, aquellos chicos la violaron "porque querían demostrar que eran hombres ‘de verdad’ a ojos de sus iguales". De hecho, fueron ellos los que fueron contando sin asomo de vergüenza ni arrepentimiento lo que le habían hecho y ella, que se sentía "culpable y avergonzada", tuvo entonces que enfrentarse no solo al trauma sino al rechazo de su entorno. "En mi propio instituto me llamaban puta y me escupían. Me quedé sin amigas. Me volví una niña violenta y agresiva y nadie vio las señales de socorro", recuerda antes de reconocer que pensó en varias ocasiones en suicidarse. No lo hizo, dice, "por amor a su hermana pequeña", la única que la veía "como un ser admirable y no como una basura".

"Ahora mismo en este país del primer mundo se están captando a mujeres, jóvenes principalmente, a través de redes sociales convenciéndolas de que follar cobrando no solo no es dañino sino que es liberador"

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Abandonó los estudios y se quedó en los márgenes de la sociedad y con diecisiete años y medio le empezaron a vender las ‘bondades’ de prostituirse en España. "Ahora mismo en este país del primer mundo se están captando a mujeres, jóvenes principalmente, a través de redes sociales convenciéndolas de que follar cobrando no solo no es dañino sino que es liberador", afirma. Después explica cómo "este sistema fabrica no solo putas sino puteros a través del consumo de pornografía".

A Tiganus la vendieron por 300 euros a un proxeneta de España y durante cinco años pasó por más de cuarenta prostíbulos. "La libertad sexual no es poder follar con todos sino poder decir que no", sentencia mientras intenta que los adolescentes se pongan en su piel hace veinte años y se hagan una idea de cómo se puede sentir una mujer, a miles de kilómetros de su país y sin apenas hablar el idioma, al ser convertida "en un objeto para eyacular y penetrar por todos los agujeros".

El camino para volver a la vida

A los 23 años Tiganus "colapsó" y le ‘invitaron’ a dejar la prostitución, "no podía hacer más el papel de puta feliz". Se fue con "un putero" que le ofreció vivir en su casa a cambio de sexo gratis y a los tres días consiguió trabajo de camarera. "El camino de volver a la vida fue complicado", pero tuvo la suerte, dice, de encontrar personas que creyeron en ella y conocer a "un hombre bueno", que se convirtió en su pareja, y que le "enseñó a ser libre, a poner límites y que valía más que un cuerpo".

"Lo que deseo es que, después de este encuentro, las mujeres que hoy estáis aquí podáis tener la capacidad de elegir hombres buenos y también que los hombres que estáis aquí seáis personas buenas, con valores, con ética, que no os dejéis engañar por ese sistema que os dice que cuanto más machos seáis mejor va a ser, porque pensando eso os estáis destruyendo a vosotros mismos y a las mujeres que tenéis alrededor. Tenemos que ser capaces de construir vínculos para que podáis ver a las mujeres como compañeras de este viaje llamado vida y no como cosas, no como instrumentos para serviros. Estáis a tiempo de romper con esa desconexión moral y empática que tenemos". Con estas palabras resume Tiganus cuál es su máxima aspiración en la vida. Por todo ello lucha sin descanso no solo dando charlas sino también reclamando la intervención de los representantes políticos. A ellos les pide "una ley que garantice los derechos humanos de todas las personas, una ley en la que las mujeres no seamos perseguidas y castigadas por acabar en situación de prostitución sino que recibamos derechos". También exige a las instituciones públicas que persigan "todas las formas de proxenetismo", que se imparta "educación sexoafectiva en valores feministas", y que "a los puteros se les considere agresores sexuales". "Son igual que los otros violadores, lo único que les diferencia es un billete y eso no hace que la responsabilidad y la culpa desaparezca", añade.

"Nos están putificando a todas"

Antes de concluir su primera intervención, la activista se dirige al público femenino para hablarles de sororidad: "Me duele ver lo que sigue pasando no solo en los prostíbulos sino en la realidad de las mujeres más jóvenes, que son tratadas como a mí me trataron cuando estaba en los puticlubs, sin estar en un prostíbulo. Nos están putificando a todas. No somos putas, somos mujeres y así tenemos que reivindicarnos. Dejemos de llamarnos putas entre nosotras y dejemos de hacer cosas que nos dañan profundamente. Hagamos alianzas".

Suenan aplausos encendidos en el auditorio y llega el turno de preguntas. Empiezan a levantarse decenas de manos, hay muchos jóvenes que se han quedado con dudas en el tintero y con ganas de seguir escuchando su historia. "¿Qué te dijeron tus padres al saber que te habían violado?", pregunta una adolescente. Tiganus explica que tardó muchos años en contárselo a su familia, que su madre reaccionó con "la negación" y que su padre lo hizo con "mucha compasión" y mostrando el orgullo que sentía por ella, por haber decidido ser activista y luchar contra la prostitución. Sobre su violación hay más preguntas: "¿Recuerdas el nombre de los violadores y en ese caso los podrías decir?", "¿Tus violadores tuvieron consecuencias?". Tiganus recuerda perfectamente sus caras y sus nombres, pero prefiere no decirlos: "¿Para qué dar sus nombres si el culpable es un sistema que les empuja a una vida abyecta sin conexión con ellos mismos ni con las mujeres?". También explica que sus violadores no tuvieron consecuencias porque no llegó a denunciarlos. "En mi país denunciar suponía un infierno como todavía lo sigue siendo ahora, también aquí", contesta haciendo mención al caso de ‘La Manada’ de los Sanfermines.

Amelia Tiganus, durante la charla de ayer en Can Ventosa sobre violencia sexual. JA RIERA

Cuando alguien le pregunta por aquello que más le ha marcado en su vida, la activista vuelve a referirse a la violación que sufrió a los 13 años. Como positivo menciona "el hacer conocido la teoría feminista".

Sobre sus cinco años como víctima de las mafias de trata le pregunta un chico, quiere saber qué sentía al ser prostituida. Otra chica, con timidez, le lanza la pregunta de si "los hombres también pasan por eso". La activista le responde con cifras: "El 90% de las personas que son prostituidas son mujeres y niñas y el diez por ciento restante transexuales y niños. A lo que hay que añadir que el 99,9% de demandantes de prostitución son hombres".

Otro adolescente pregunta a la formadora si piensa que los hombres jóvenes de hoy en día son muy diferentes de los que conoció en su juventud. Su contestación es desalentadora: "Pensaba que íbamos a mejor, porque las nuevas generaciones tienen ahora más herramientas, pero esos cambios se han quedado en nada debido a cómo internet usa su poder de comunicación para difundir pornografía, eso está haciendo un daño terrible".

"No soporto ver esta sociedad adormecida que no para de decir siempre lo mismo, que las prostitutas están ahí porque quieren sin ir a analizar un poco más el fondo de la cuestión"

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A raíz de una pregunta del público, explica qué le impulsa a a ser activista: "No aguanto más los prostíbulos llenos de chicas y pensar que hay niñas de doce o trece años que sueñan con ser médicas o peluqueras y que las van a convertir en putas. No soporto ver esta sociedad adormecida que no para de decir siempre lo mismo, que están ahí porque quieren sin ir a analizar un poco más el fondo de la cuestión". Tiganus también explica la labor que realiza Emargi, la Asociación para la emancipación de mujeres y niñas que creó hace tres años con otras compañeras en la ciudad donde reside, en Bilbao.

Proyectos de futuro

Habla con ilusión de una campaña integral que han puesto en marcha que consiste en dar formación durante un año a adolescentes, y también a profesores y Ampas. El proyecto consta de una segunda fase, voluntaria, para convertirse en activista en la que los participantes crean una acción final que puede ser, por ejemplo, una obra de teatro, un corto o formar un colectivo. De ahí surgió, dice orgullosa, "la primera asociación juvenil del País Vasco contra la violencia sexual". Reconoce que, como activista, "ha pasado por momentos muy duros, pero siempre acompañada del apoyo de sus amistades, su pareja y su familia" y comenta que estos días ha denunciado en las redes sociales que está sufriendo "una campaña de acoso, difamación y amenazas por parte de los proxenetas".

A Tiganus los estudiantes también le preguntan por sus sueños. Los tiene claros: seguir fortaleciendo Emargis, acabar su doble grado de Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas y conseguir "un ley abolicionista de la prostitución integral". "Si desaparece la prostitución van a desaparecer muchas cosas malas y nada bueno. El amor, el cariño, el reconocimiento, el afecto, los cuidados y el sexo seguirán estando aquí. Lo único que va a desaparecer es muchísimo sufrimiento, dolor e injusticia", concluye su intervención.

Hay todavía decenas de manos alzadas con preguntas, pero no queda tiempo. Los jóvenes se arremolinan a su alrededor para seguir conversando con ella. Antes de abandonar el auditorio, cuando ya no queda nadie, tres chicas se acercan, una le pregunta: "¿Te puedo abrazar"? Y se funden en un emocionado abrazo que lo dice todo sin palabras.

Un cómic y un libro sobre la historia de su lucha

Amelia Tiganus ha publicado el cómic ‘Amelia. Historia de una lucha’ y el libro ‘La revuelta de las putas. De víctima a activista’. De esta obra se habló ayer en la sesión del club de lectura feminista. Tiganus también participará hoy a las 19.30 horas en el Casal d’Igualtat de Vila en la mesa redonda ‘La conexión entre violencia sexual, pornografía y prostitución’. 

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