Albert Solá, el presunto hijo ilegítimo del rey emérito Juan Carlos I, falleció el pasado 8 de octubre a los 66 años. La autopsia, según recoge este domingo la revista Diez Minutos, revela que la causa de la muerte fue un infarto de miocardio. Sin embargo, la historia que contó Solá en el programa '¿Quién es mi padre?' días antes de su muerte sobre su vida, ha creado dudas y algo de misterio. "Hay un clamor entre la familia para pedir una segunda autopsia", explicó la presentadora Carlota Corredera durante la emisión del programa.

Don Juan Carlos I tenía 18 años cuando Solá nació. Fue dado en adopción de manera prácticamente inmediata, contó él mismo durante la entrevista, de la que se ha hecho eco la citada revista del corazón. A las dos semanas de vida, continúa, se le registró en la Casa Provincial de Barcelona como "hijo de padres desconocidos".

A los tres meses, Solá explicó que fue trasladado a Ibiza, donde una madre nodriza le amamantó. "Era el final de la postguerra, los orfanatos estaban llenos y carecían de alimentación, por lo que había premura para que los niños y niñas se adoptaran, y si no había leche se le buscaba una madre nodriza. Lo que no es habitual es llevar a un bebé fuera de la Península. Con el tiempo he averiguado que a la familia de Ibiza le hacían unos pagos de 900 pesetas trimestrales por cuidarme, y cada mes iba alguien de las autoridades de Ibiza a supervisar cómo estaba yo", detalló el presunto hijo ilegítimo del rey emérito.

Posteriormente, con tres años, regresó a Barcelona. Allí, según él mismo relató, recibía las visitas de una mujer que aseguraba era la infanta Doña María de las Mercedes, madre de Don Juan Carlos I. Con ocho años, continúa, cuando fue adoptado definitivamente, estas visitas cesaron.

Al parecer, según explicó él mismo, fue un agente del CNI quien le contactó y sembró la duda sobre su verdadero padre. El espía le tomó una muestra de ADN y después, en 2007, según recoge Diez Minutos, consiguió hacerse con una muestra del todavía rey de España, cuando participaba en la cumbre iberoamericana de Chile.

La historia la corroboró, añaden desde la revista, el expropietario del laboratorio de Lleida que hizo los análisis. "En una primera etapa vino una persona anónima y me pidió que realizase una prueba de paternidad con una prueba de ADN desconocida, se identificó como una prueba de paternidad positiva y así se dejó plasmado en un informe que se les entregó. Inmediatamente se nos pidió que destruyésemos cualquier prueba del informe", explica Jaime Buj, genetista, según apunta Diez Minutos.