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Cristina Molina médica responsable de la unidad de atención a la mujer
Cristina Molina Unidad de Atención a la Mujer del centro de salud de es Viver

Cristina Molina: «Pensaba que antes de jubilarme vería un método anticonceptivo masculino»

La médica Cristina Molina se jubila, recién cumplidos los 70 años, tras 32 al frente de la unidad de Atención a la Mujer de es Viver

Cristina Molina, hace unos días frente a la unidad de Atención a la Mujer. Vicent Marí

Pocas mujeres habrá en la isla que no conozcan a la doctora Cristina Molina. Que no hayan pasado por su consulta de la Unidad de Atención a la Mujer del centro de salud de es Viver. Una consulta por la que han pasado varias generaciones de mujeres y que ha sido el 50% de su vida, según confiesa la médica, cuyo último día de trabajo fue el pasado 29 de septiembre. La argentina, que ha recibido varios premios por su labor, seguirá dedicada a la información y la formación desde la Sociedad Balear de Contracepción. También continuará colaborando con Médicos del Mundo. Aún no ha recogido todas sus cosas de la consulta, explica Molina, que se siente «rara» sin tener que acudir cada día a es Viver. «Han sido muchos años de dedicación, pienso que tengo que hacer un duelo», concluye.

Si la hubieran dejado, ¿habría seguido trabajando?

Sí, sí que me hubiera quedado un poco más. Pero también hay que darle paso a la gente joven.

¿Es una jubilación completa o va a seguir haciendo cositas?

Voy a seguir, sí. Creo que seguir trabajando en algo relacionado con todo lo que estuve haciendo hasta ahora forma parte de la salud mental. Tener un proyecto. Seguiré con Médicos del Mundo y en información y actualización de métodos anticonceptivos, porque sigo siendo la presidenta de la Sociedad Balear de Contracepción, así que estaré ahí trabajando en temas de salud sexual y reproductiva.

¿Cómo estamos en las Pitiusas de salud sexual y reproductiva?

Pues, mira, según los datos de 2020 del Ministerio de Sanidad estamos muy bien. Más de un 90% de los abortos se realizan en la sanidad pública mientras que en el ámbito nacional este dato es del 15,5%. El resto se hace en clínicas privadas. Esto, para nosotros, es un honor. Simplemente cumplimos con las estrategias establecidas por la ley aprobada en 2010, lo venimos haciendo desde 2011, que tenemos un protocolo sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Creo que estamos muy bien en relación al total de Balears, donde el 60% de los abortos se hacen en la sanidad pública, y al del resto de las comunidades. Otra de las cosas que nos hace destacar es que el tratamiento, en vez de ser quirúrgico como en casi todas las comunidades, lo hacemos con medicación. Eso supone menos efectos adversos. En Ibiza estamos casi en el 98% de tratamiento farmacológico. Ahora se está planteando que también se realice así en otras comunidades. Tantos años después de estar aprobada la ley aún hay que luchar por estas dos cosas en otras comunidades: que el aborto se haga en la sanidad pública y que sea farmacológico.

Ahora mismo, ¿cuál es el principal problema por el que las mujeres acuden a la consulta?

Generalmente para solicitar un método anticonceptivo. A lo largo de estos años fueron sumándose cosas. En un comienzo se hacía en Planificación Familiar, se veía a todas las mujeres desde el punto de vista preventivo, de educación, de información. Era un centro de Atención Primaria, pero luego se fueron agregando temas, como la petición de la interrupción voluntaria del embarazo o el uso de métodos anticonceptivos de larga duración. También mucha patología benigna ginecológica. Se fue ampliando la consulta poco a poco. Siempre hubo educación sexual y desde 2014 participamos conjuntamente con el Cepca (Centre d’Estudi i Prevenció de Conductes Addictives) en un programa de educación afectivosexual, el Sextima’t, un programa que sirvió como ejemplo para el resto de Balears.

En su consulta, ¿ha sido más médica o más profesora?

Creo que las dos cosas. Me gustaba mucho escuchar a los pacientes, ayudarles. La información es fundamental porque muchas veces sólo con informar bien a los pacientes resolvemos el problema que tienen. No es nada orgánico, muchas veces, sólo la ansiedad que sienten ante una situación desconocida. Al tener la información se quedaban relajadas. Muchas veces me decían «ahora sí que me voy tranquila». Y, en realidad, no había hecho nada. Sólo explicarles.

Pasa el tiempo, pero la responsabilidad de la contracepción y de prevenir las enfermedades de transmisión sexual sigue siendo las de mujeres, ¿no?

Sí, en todos estos años siempre pensé que iba a aparecer un método anticonceptivo para el hombre antes de jubilarme. Un método que no sea la vasectomía ni el preservativo, pero no lo hemos conseguido.

Un píldoro, vaya, que decía usted siempre.

El píldoro, sí. En los estudios que hay, o los que he leído al menos, en el caso del píldoro se habla de la posibilidad de que no sea bien tolerado por los hombres. Refieren efectos adversos y son motivos por los que se deja de estudiar.

Pero...

Sí, la píldora también tenía efectos adversos para las mujeres. Es verdad que hoy por hoy contamos con métodos anticonceptivos que son efectivos y más seguros. Se ha bajado la dosis hormonal y hay preparados de nueva generación. Eso significa que los efectos adversos también se fueron reduciendo. Pero siempre es la mujer la que tiene que asumir el método anticonceptivo.

¿Cuál ha sido el principal cambio que ha visto en estos años al frente de la unidad de la mujer?

Para mí, fundamentalmente fue cuando se cambia la dirección del servicio de Ginecología. Coincidió justo con la aprobación de la ley de salud sexual y reproductiva y si no hubiera sido por el servicio de Ginecología, que es el que da el tratamiento, esos datos de los que te hablaba antes no hubieran sido posibles. El cambio en los últimos doce años fue por el apoyo incondicional del servicio de Ginecología, hablo del jefe y de todo el equipo, que siempre estuvo muy motivado en este tema. No sólo en la interrupción del embarazo sino en todo lo que supone la salud sexual y reproductiva.

La vida la fue llevando a esta labor a la que le ha dedicado más de 30 años. ¿Tenía usted otros planes?

No, siempre fue esto lo que quería hacer. Quería dedicarme a la ginecología, pero me gusta más la parte clínica y eso es lo que estuve haciendo. Escuchar a los pacientes y tratar de resolver, dentro de mis posibilidades, sus problemas. Creo que lo conseguí.

Uno de los programas importantes es la consulta para jóvenes.

Sí, cuando llegué ya se dedicaba un día a la semana a atender a los adolescentes. Primero era los miércoles y luego se pasó a los martes. La información es muy útil. Ten en cuenta que las adolescentes pueden pensar que la sexualidad puede estar relacionada con lo que ven en páginas que les pueden hacer daño. En el porno. Eso no es sexualidad. En el programa hablamos de temas que permiten que las adolescentes puedan disfrutar de una sexualidad sana que sea responsable. Y en consultas individualizadas, tanto las que pueda realizar el Cepca como nosotros, les damos información y hablamos de los autocuidados. Insistimos en la importancia del uso del preservativo no sólo por el riesgo de un embarazo sino de infección de transmisión sexual que puede ser para toda la vida. También hablamos del doble método, algo con lo que pueden estar más tranquilas.

Habla del preservativo, y uno de los últimos estudios del Cepca alerta sobre lo poco que lo usan los adolescentes. ¿Lo ha visto también en la consulta estos últimos años?

Sí, sí. En pacientes que te solicitan una interrupción voluntaria del embarazo, cuando preguntas por el método anticonceptivo que usan te dicen que ninguno. ¿Cómo puede ser? Pues sí. O usan el preservativo, pero a veces. Que a veces suele ser casi nunca.

¿Les preguntan por qué?

Te dicen que como tienen una pareja estable... Tener una pareja estable no te da inmunidad ni para quedarte embarazada ni para contraer una enfermedad de transmisión sexual. Pero es la respuesta que te dan siempre. Siempre.

Imagino que las adolescentes antes iban solas, a escondidas de sus familias, y ahora son las madres las que las acompañan.

Sí, eso sí que ha cambiado. Ahora generalmente son las madres, algunos padres hay, pero casi siempre son las madres. Seguramente porque conocen cómo trabajamos y las mismas madres fueron adolescentes que vinieron a la unidad y traen a sus hijas. Eso es muy bueno. Por una parte podemos explicarle a la adolescente todo, pero también permite participar a las madres.

¿Cómo ve la salud sexual y reproductiva en diez o veinte años?

Creo que vamos a estar mejor. En materia de anticoncepción se sigue estudiando mucho, aparecen nuevos preparados efectivos y que no afectan a la salud de las mujeres. Que les aportan, incluso, algunos beneficios como reducir el sangrado y el dolor y proteger sobre patologías malignas.

¿Se le ha quedado algún proyecto pendiente?

No, en este momento no. Pienso que me gustaría, como Sociedad Balear de Anticoncepción, dar más información a los médicos de Atención Primaria, las enfermeras y las comadronas. Para facilitarnos el trabajo en la unidad, pero también para los propios pacientes, que podrían solucionar cosas sin tener que llegar aquí. Piensa que cuando empezamos a trabajar, hace años, la población era de 60.000 habitantes y ahora somos más de 160.000. Eso significa que el trabajo ha aumentado muchísimo y a pesar de eso sigue habiendo sólo una unidad de atención a la mujer. Sería una solución dar información a los médicos de cabecera.

¿Hay más hombres acompañando a las mujeres a la unidad?

Son pocos, los hombres que acompañan a las mujeres. Si vienen es porque están realmente asustados. Incluso en situaciones en las que deberían acompañarlas, como la decisión de no seguir con un embarazo, vienen ellas solas la mayoría de las veces.

Imagino que se lleva a casa muchas historias de la consulta.

Algunas, sí. No he aprendido a no llevármelas. ¿Sabes qué pasa? Cuando una tiene una cabeza lúcida piensas que estás mayor porque biológicamente es así y te miras al espejo y dices «¡madre mía!», pero tu cabeza es la de una adolescente. Tienes la sensación de que puedes seguir. Hay que saber que son etapas de la vida y que tenemos que darle paso a la gente joven. La doctora que se queda es Irene Ferrando, buenísima y con muchas ganas de trabajar y de hacer cosas.

¿Alguna vez se le pasó por la cabeza dejar la consulta?

Nunca, nunca, nunca. Otra de las cosas que siempre digo es que me han facilitado mucho el trabajo. Tuve un equipo de enfermería muy trabajador, pero, además, muy motivado por el tema. Incluso enfermeras y auxiliares que hacían sustituciones querían quedarse. La gente que te rodea es muy importante en tu trabajo. Cuando trabajas con alegría, aunque tengas muchísimo trabajo, es un aliciente.

¿Recuerda su primer día?

Sí, fue con muchos nervios. Es muy difícil ser inmigrante, parece que tienes que demostrar doblemente tu capacidad y tu formación. Nunca me lo exigieron, desde el principio me respetaron mucho tanto la dirección como los compañeros, pero era mi sentimiento. Tenía que trabajar y estudiar mucho más para sentirme bien. Me exigía mucho.

¿Y el último?

Pues un poco estresante porque teníamos mucho trabajo. El 29 de septiembre fue el último día y el 30 tenía una reunión en Madrid interterritorial de la Sociedad. Debía defender que estamos trabajando bien en todas las islas en comparación con el resto de las comunidades y debía expresarlo de una forma numérica. Así que el último día estaba un poco estresada. No hubo despedida. Es más, tengo todo lo mío en la consulta. Mis fotos y mis recuerdos. Seguiré yendo, no todos los días, pero algunos. Tengo que sacar cosas, para ayudar a Irene y a alguna enfermera en lo que necesiten. Voy a estar siempre a sus espaldas.

¿Su consulta ha sido uno de los grandes amores de su vida?

Sí. Ha sido el 50%. Siempre digo que en la vida es muy importante ejercer bien tu profesión, que te satisfaga, pero también los afectos y la familia, que son el otro 50%. En este aspecto estoy muy feliz. Tengo una familia muy bonita, una hija muy buena, unos nietos que son un amor y mi pareja, con la que comparto la vida desde hace 50 años. Nunca dejé todo eso de lado, estuvo muy presente. Podía ejercer mi profesión, pero mi familia era mi familia.

¿Va a saber estar jubilada?

Bueno, pues creo que lo tendré que hacer poco a poco. No se puede dejar todo de un día para otro. Seguiré haciendo cosas desde la Sociedad balear y eso me permitirá esa transición y poco a poco ir alejándome y que siga el camino la gente joven.

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