No es fácil ser agricultor, sobre todo si te ponen pegas (o malas caras) a la hora de cobrar: «Sin precios justos no habrá payeses. Y sin agricultores perderemos nuestra cultura y nuestra lengua», avisa al respecto Josep Lluís Joan, técnico de Promoción de la Calidad Agroalimentaria del Consell de Ibiza, que ayer ofreció la charla ‘Radiografía del sector agrario de Ibiza’, previa al debate ‘Som pagès. ¿Es posible vivir de la agricultura en Ibiza?’, una jornada patrocinada por AgroBank (CaixaBank) que contó con la colaboración de Sabors de Ibiza y que fue moderada por la periodista Susana Asenjo.

«¿Queremos que nuestros payeses vivan del campo?», preguntó retóricamente Joan: «Pues hay que comprarles». Y no de cualquier manera: «Lo que más valoran los payeses es que se les reconozca al pagar. Como este año ocurrió con la sandía, o como sucedió durante la pandemia, cuando vendieron sin que les discutieran el precio. Su lucha diaria es que a donde van, les regatean».

Durante la mesa redonda, Pep Mayans, gerente de Agroeivissa, reconoció que fue durante la pandemia cuando, por primera vez, sintió que los trabajadores de su sector eran «esenciales» y reconocidos por la población. Tras dos años de covid, en 2022 «se ha disparado toda la producción y los precios», que han sido «brutales». «Esto no lo había vivido nunca. Ha sido un recompensa a los últimos años, en que lo pasamos mal», afirma.

Guillem Bibiloni, director de AgroBank en Baleares. | V.M.

De que se puede vivir del campo da fe, a su juicio, que se está produciendo un relevo generacional en los últimos cuatro años: «Desde 2018, de una media de casi 60 años de edad que tenían los agricultores, hemos pasado a una media de 50».

«Este año ha sido muy gratificante porque todo valió más. La pandemia ha servido para que se valoren más nuestros productos», indica Neus Costa, de Can Soldat, que se inició en la agricultura hace cuatro años, si bien su familia era «payesa de toda la vida». Dio el paso cuando se jubilaron: «Me lancé. Me daba pena dejar que se perdiera lo hecho hasta entonces por ellos. Pensé que podría hacerlo. Es muy duro, pero gratificante. Son muchas horas al día, jornadas no sólo de ocho horas, como las que antes yo trabajaba. Ahora estoy cansada, pero tengo la mente despejada». Vivir de la tierra, afirma, no es fácil: «Hay que estar encima cada día, de lunes a domingo, llueva o no, mimar y mirar el campo a diario».

En su caso, Costa siembra, dispone de un puesto en el Mercat Pagès y, además, tiene como clientes a restaurantes y tiendas: «Todo el canal de venta, sin pasar por intermediarios, que marcan precios que no son siempre los que nos gustaría. Tener un canal de distribución propio lo facilita».

Pep Mayans, gerente de Agroeivissa | V.M.

«Es muy difícil vivir del campo», admitió Alfonso Rojo, presidente de Pimeef y de la Pime, además de ser propietario de una empresa de distribución de productos hortofrutícolas. Costa le miraba cuando hablaba de los intermediarios: «Nos criminalizaron en un momento dado por estar en medio. Pero todos somos necesarios en la cadena de valor», argumentó al respecto Rojo.

«Los sectores primarios son los peor pagados que hay. No como los fontaneros», añadió el empresario, que considera que el sector necesita «profesionalizarse más», así como «dar un paso más y mecanizarse, porque arrancar patata a mano tiene un coste brutal, así como formarse. Esa es la vía. No es fácil y hace falta el compromiso de todos los eslabones». Asimismo, es «vital» que se produzca «un cambio generacional».

Uno de los cambios que Rojo ha observado con el paso de los años ha sido la diversidad de productos que ahora le ofrecen los payeses ibicencos: «En nuestra empresa tenemos de proveedores a Agroeivissa y a agricultores que nos traían antes sólo patatas y que ahora nos sirven, además, hierbas aromáticas», gracias, explica, a que les detallaron cuáles eran sus necesidades.

Las «locas» noches tropicales

También advierte de que el cambio climático no se lo va a poner fácil al sector: «Hay variedades muy afectadas por esas noches tropicales de 30 grados, que vuelven locas a plantas que necesitan 10 grados menos». Precisamente, Josep Lluís Joan está convencido de que el cambio climático será crucial para la agricultura: habrá «menos agua y las temperaturas serán más elevadas», como ocurrió el pasado verano, cuando los payeses, «con tanto calor, no podían cultivar nada». Pero, a su juicio, hay muchos otros factores «limitadores», como la salinización de los acuíferos (debido a la sobreexplotación turística), o que los fertilizantes están «carísimos» (la mayoría, dijo, se fabrican en Rusia). Para vivir de la agricultura, los payeses se enfrentan, además, a que en la isla hay escasa «materia orgánica» (porque, a su vez, hay muy poca ganadería) y una pobre mecanización: «Se siguen haciendo muchas tareas a mano». A lo que hay que añadir «el problema de la mano de obra: si faltan trabajadores para la hostelería, menos aún los hay para el campo», indica Joan.

« Lo que más valoran los payeses es que se les reconozca al pagar. Como este año ocurrió con la sandía, o como sucedió durante la pandemias» JOSEP LLUÍS JOAN Técnico de Promoción de la Calidad Agroalimentaria del Consell de Eivissa

«Hay futuro en la agricultura», asegura, no obstante, Guillem Bibiloni, director de AgroBank de CaixaBank en Balears: «Hemos notado un incremento de profesionales en los últimos años. Hay relevo generacional, se invierte en la industria agroalimentaria, que está viva. Nuestros clientes aumentan progresivamente, tanto los que tienen la agricultura como primera actividad como los que la tienen como actividad principal o secundaria».

« Cuando me di cuenta de que éramos esenciales fue hace dos años, con la pandemia»

PEP MAYANS

Gerente de Agroeivissa


Hay futuro, pero «si es sostenible, digital e innovador». Porque en las explotaciones, «al saber tradicional de los mayores, se ha de añadir el factor transformador para que sean viables». La digitalización «es innegociable para que sea rentable y esté optimizada la explotación», subraya: «El riego a manta ha pasado a la historia», avisa.

« Es muy duro, pero gratificante. Son muchas horas al día, jornadas no de sólo ocho horas, como las que antes trabajaba. Ahora estoy cansada, pero tengo la mente despejada» NEUS COSTA Agricultora, comerciante

En su entidad ofrecen diversos «productos financieros avanzados» al respecto. Preguntado por la moderadora sobre los seguros, el director de AgroBank explicó que hay dos tipos. Uno está destinado a las instalaciones de la explotación (para cubrir, por ejemplo, animales o una nave), cuyo nivel de contratación «es muy alto». El otro es el destinado a la cosecha: «Para esto sólo hay el Agroseguro, que es estatal y al que varias entidades estamos adheridas como agentes autorizados, por ejemplo, AgroBank». Eso sí, para cada cultivo «hay especificaciones muy concretas». Las viñas, especificó, tienen el porcentaje de seguros más alto.

« El sector debe dar un paso más y mecanizarse, porque arrancar patata a mano tiene un coste brutal, así como formarse. Esa es la vía» Alfonso Rojo Presidente de Pimeef y Pime, distribuidor de productos hortofrutícolas

Bibiloni aplaudió que la mujer se está incorporando «de manera notable a este mundo en las islas, tanto en puestos directivos como de gerencia agrícolas. Es una buena noticia».

« Al saber de nuestros mayores se debe añadir el factor transformador en las explotaciones para que sean viables» Guillem Bibiloni Director de Agrobank de CaixaBank en Baleares

LAS CIFRAS

1/2 Payés por kilómetro cuadrado

En Ibiza sólo hay 9.000 hectáreas dedicadas a la agricultura, cuando en Menorca hay 30.000, según los datos ofrecidos por Josep Lluís Joan. De ahí que la densidad de agricultores sea muy pequeña, de sólo «medio por km². Muy pocos». En los últimos cinco años se ha producido la incorporación a este sector de «unos 50 agricultores», así como 80 bajas: «No hay una sustitución de agricultores. Su número se mantiene, pero no hay suficiente renovación».