El número de personas enfermas de alzhéimer aumentará en los próximos años. «Esta enfermedad es una epidemia. Y una futura pandemia», afirma Luis Alberto Molina Martín, neurólogo del Hospital Can Misses, que advierte del coste social y sanitario que supone la atención y cuidado de los afectados. También en investigación y asistencia sanitaria. «Es terrible», indica el médico, que señala que el número de afectados aumenta así como «la población envejece». En este sentido, señala que la incidencia de esta dolencia, que supone la inmensa mayoría de las demencias, podría duplicarse o, incluso, triplicarse.
«En nuestras consultas lo vemos a diario», asegura el neurólogo, que vivió en primera persona el caso de su abuela materna. «En aquel momento yo era estudiante de Medicina y no tenía aún el conocimiento para saber lo que estaba pasando. Hoy creo que tuvo una demencia de alzhéimer», recuerda el especialista del hospital ibicenco. El neurólogo reconoce que se trata de una enfermedad «muy dura». En las primeras etapas, indica, para el paciente, que es consciente de su deterioro y de la pérdida «de los elementos que le permiten su identidad como ser único».
«Luego ya aparece la pérdida del criterio de la propia enfermedad y entonces comienza el sufrimiento y el calvario de la familia, porque son pacientes que pasan de tener autonomía a hacerse dependientes para todas las actividades del día a día». Además, destaca que, aunque la mayoría de ellos son «dóciles», muchos, así como avanza la enfermedad «en algún momento presentan síntomas neuropsiquiátricos». Éstos, indica, «complican la convivencia, así como el sueño y el descanso de los cuidadores» antes de que lleguen las últimas fases de la enfermedad, que los acaba postrando en la cama poco antes del final.
