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Centro de sa Coma en Ibiza: «Todos los perros pueden ser adoptados, pero requieren de compromiso»

Aumenta el abandono de canes este verano en el Centro de Recuperación de Animales y más de la mitad son de razas PPP

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Animales en el centro de Sa Coma de Ibiza

Ciro, Brandy, Laika, Big, Paco, Chet o Ibiza son solo algunos de los nombres de los 65 perros que hay, actualmente, en el Centro de Recuperación de Animales de sa Coma, dependiente del Ayuntamiento de Ibiza. Son casi una veintena más que a principios de verano y, la gran mayoría y a diferencia de lo que es habitual en el centro, son de razas consideradas potencialmente peligrosas (PPP); principalmente Pit Bull Terrier, Staffordshire Bull Terrier, American Staffordshire Terrier y Rottweiler.

«Este verano, que es el primero postcovid, hemos notado que hay más perros y, también, que el perfil que hay es diferente: son más grandes y muchos de ellos necesitan licencia, tanto para la adopción como para que los voluntarios los paseen», explica el veterinario de sa Coma, Miguel Quiñones.

En el primer caso, este profesional señala que el proceso para obtenerla es «lento», lo que dificulta la adopción. «Hay requisitos que tiene que cumplir el usuario porque sin esa licencia nosotros no podemos entregar, legalmente, al animal. A veces, dependiendo del ayuntamiento, se puede alargar el proceso hasta dos meses y la persona que quiere adoptar, quiere hacerlo ya», indica. En el segundo caso, basta con que el consistorio habilite dicha licencia.

¿Por qué se abandonan más PPP que antes? Según Quiñones, se trata de razas que se pusieron «de moda» en un determinado momento y «mucha gente no termina de saber manejarlos o, incluso, no se responsabiliza lo suficiente de ellos, por lo que muchos acaban aquí [en sa Coma]», lamenta. De hecho, las cifras asustan. Se ha pasado de tener tres o cuatro canes PPP en el centro hace unos años a que ahora «más de la mitad» lo sean.

«La gente los tiene estigmatizados, por lo que son los que más tiempo permanecen en el centro. Piensan que son peligrosos, cuando simplemente es una clasificación que nos da la Ley, pero son perros como otros cualquiera», matiza el veterinario. Cabe recordar que el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 presentó el borrador de la nueva Ley de Bienestar Animal, que se prevé que llegue al Consejo de Ministros en noviembre, en el que despliega una batería de mecanismos legales para fomentar el bienestar y prevenir el abandono de los animales; entre ellos, eliminar de la lista a los PPP, que ya no serán considerados peligrosos solo por su raza, sino que serán valorados individualmente por su comportamiento.

¿Cuáles son los motivos del aumento del abandono que ha registrado el centro? Quiñones constata que, en la mayoría de los casos, está directamente relacionado con la vivienda, aunque también hay abandonos derivados de la conducta del animal. «Todos pueden ser adoptados, pero requieren de compromiso. A veces falta responsabilidad con determinadas razas a la hora de afrontar problemas, que muchas veces provienen de nosotros mismos, pero en vez de solucionarlos con profesionales se opta por dejarlos aquí», sostiene. Sin embargo, la problemática se centra en el alquiler. «Hay contratos que acaban y, cuando el usuario intenta buscar otra casa, se encuentra con que no le dejan tener mascota. También hay quien se va de la isla y, aunque hay casos que no están justificados, la verdad es que es muy difícil encontrar una vivienda que permita tener animales», subraya.

Voluntarios

El papel de los voluntarios es fundamental para todos y cada uno de los perros que hay en sa Coma. Son ellos quienes les dan la oportunidad de salir del pequeño patio en el que están ‘encerrados’ y lo curioso es que gana más el voluntario que el propio animal. «Es algo que llena mucho. Te permite interactuar con animales, pero también con personas», asegura Juana Mari Muñoz.

Lleva años siendo voluntaria en el centro. Empezó cuando venía a la isla de vacaciones y, una vez se asentó, decidió acudir con asiduidad. Lo mínimo son dos días de paseo a la semana, pero hay ocasiones en los que no falla ni uno solo. Muñoz reconoce que le gustan más los perros que las personas, por lo que decidió dejar su trabajo para formarse en adiestramiento canino. «Ahora estoy haciendo el trabajo final, que es sobre las adopciones en sa Coma y. también, sobre la ley PPP», explica. Su objetivo es concienciar a la gente, sobre todo en esto último, ya que «no es tan fiero el león como lo pintan», puntualiza.

El Centro de Recuperación de Animales de sa Coma ha expedido alrededor de 800 carnets de voluntarios, pero la realidad es que son pocos los que acuden a pasear a los perros. «Hay días que vienen muchos y otros que no. Al acabar este mes notaremos una recuperación de voluntarios que trabajan de temporada y no podían venir», justifica Quiñones.

¿Hasta qué punto es importante su labor? Hasta la de cambiarles la vida. «Hay quien piensa que la entrada en la perrera es el fin de la vida del animal cuando es justo lo contrario, es el principio», dice Gema López, mientras baña en una pequeña piscina a Blanca, una perra ciega de once años. Lleva casi una década como voluntaria en el centro, cuando un día vio a la perra de una conocida que estaba en adopción.

Tiene tres perros en casa, dos de ellos de sa Coma. De hecho, uno nació en esas instalaciones. Este centro es para ella una rutina preciosa. Acude siempre que sus turnos en el hospital se lo permiten e insiste en que el trabajo del voluntario es fundamental para el animal, ya que supone un «proceso de adaptación de cara a que sea adoptado».

El hecho de que no acudan suficientes voluntarios al centro significa que hay algunos perretes que se quedan sin paseo. En ese caso, «salen dentro de las posibilidades que tenemos nosotros porque somos poco personal y hay mucho que hacer: limpiar, llevarlos a la clínica, atender a las personas que vienen...», comenta el veterinario. Son cinco las personas que trabajan en sa Coma y, cada día, hacen una lista con los perros que han salido a la calle para equilibrar los paseos. «Aunque sea solo media hora, la calidad de vida del perro cambia mucho», añade.

Por ello, anima a todas las personas que son voluntarias y a aquellas que quieren dar el paso a que se saquen la licencia de PPP; de lo contrario, más de la mitad de los canes se quedarán sin salir de su patio.

La mejor de las noticias es que, aunque sea a cuentagotas, sigue habiendo adopciones. La última esta semana. Blanc, un pointer que estaba en sa Coma, ha viajado hasta Alemania para encontrarse con la que ya es su nueva familia. «Cada vez más nos interesamos por la vida que llevan los adoptantes para evitar, en la medida de lo posible, que los perros vuelvan aquí. Y tenemos que intentar hacer a la gente consciente de las dificultades que pueden surgir, sobre todo cuando adoptan a un perro que ya tiene una edad y necesita un proceso de adaptación para poder convivir», concluye Quiñones.

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