La biblioteca municipal de Sant Antoni celebra su 40 aniversario con una jornada de actividades infantiles con talleres y cuentacuentos. En la cita se premió a una de las bibliotecarias jubiladas como agradecimiento por su labor y a una usuaria que durante años ha donado libros a la biblioteca. La jornada finalizó con una merienda y una fiesta infantil a cargo de Sonrisas Mágicas.
Durante la tarde de ayer tuvo lugar la celebración del 40 aniversario de la biblioteca municipal de Sant Antoni con una jornada de actividades infantiles y entrega de premios. La jornada estaba programada para el pasado 26 de agosto pero fue aplazada a ayer por la amenaza de tormentas.
Las actividades se iniciaron a las 18 horas con un divertido cuentacuentos a cargo de ‘Nina la cuinera’, que despertó las risas de muchos niños e incluso la de algunos padres del público, mientras interpretaba una historia interactiva con la que enseñaba la importancia de una buena alimentación.
Seguidamente se hizo un pequeño descanso en el que permitió a los allí presentes llevarse un recuerdo en forma de punto de libro creado con fotos por un fotomatón montado en la pista, con accesorios y pelucas para hacer más divertida la instantánea.
Además se hizo un reconocimiento a las bibliotecarias por su labor y a una usuaria que durante años ha donado libros al centro.
Manuela Bonet, bibliotecaria ya jubilada, recordó con cariño el proceso de apuntar los libros alquilados de los usuarios a mano o en máquina de escribir: «Ahora con el ordenador es todo más rápido, aunque el primer ordenador que llegó a la biblioteca era de torre y muy grande, tuvimos que traerlo alquilado de una empresa externa», explicó Bonet. Respecto a la cantidad de libros y de lectores, siempre hay el mismo presupuesto, pero gracias a donaciones altruistas como las de María Ribas se continúan actualizando los ejemplares en las estanterías.
Las nuevas tecnologías no han conseguido eclipsar la esencia que tienen las bibliotecas, ni siquiera momentos difíciles como la pandemia, que obligó a cerrar muchos espacios, «pero a los problemas soluciones, si no podías hacer cuentacuentos dentro, salíamos a la pista» explica la actual bibliotecaria.
