Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las altas temperaturas causan en las Pitiusas mortalidades inusuales en especies marinas

Virus y bacterias, combinados con las intensas olas de calor, explican la alta mortalidad detectada este verano en estrellas de mar, erizos y morenas | El mar alcanza los 30 grados a diez metros de profundidad

Estrellas muertas de la especie ‘Hacelia attenuata’. | CAT

Entre 15 y 20 metros de profundidad, en aguas pitiusas, el ordenador de buceo ha marcado 29 grados de temperatura durante prácticamente todo el mes de agosto. En superficie se han alcanzado los 30 grados, temperatura que se ha mantenido incluso a 10 metros, y solo tras las tormentas de finales de mes, la temperatura ha descendido un grado. Es el equivalente marino a un incendio. Y tenía que tener consecuencias. La morena mediterránea –un pez que en 2018 ya fue protagonista de un grave episodio de mortalidad–, al menos tres especies de estrellas de mar y dos de erizos son los organismos en los que este año se ha detectado una mortalidad inusual que podría deberse a una combinación entre la elevada temperatura y la acción de algunos patógenos, virus o bacterias, que pueden hacerse más virulentos en un mar poco resiliente.

Estrella de mar lisa muerta en s’Espartar. | CAT

Los primeros días de agosto, en los islotes de ses Bledes, s’Espartar y sa Conillera empezó a ser evidente que algo estaba sucediendo; en cada inmersión podían observarse más de diez estrellas muertas, una cifra totalmente insólita. Y todos los ejemplares que se hallaban eran inicialmente de la especie Hacelia attenuata, la estrella de mar lisa. Muchas de ellas aparecían boca arriba, descomponiéndose, como si hubieran caído de las paredes a las que antes se aferraban. Muchas ya tenían sobre ellas a carroñeros como los cangrejos ermitaños y la mayoría se hallaban entre 10 y 18 metros de profundidad. Y eso significa que se encontraban por encima de la termoclina (la barrera térmica más allá de la cual la temperatura del agua se mantiene fría), ya que esta se ha situado a unos 20/21 metros durante prácticamente todo el verano y solo ha descendido ya en septiembre.

En este erizo se aprecia la calva característica de la enfermedad. S. Pinya

Lo que estaba sucediendo en los illots de Ponent se comunicó a los técnicos de las reservas y se consultó con expertos en biología marina y en equinodermos como Joaquim Garrabou y Xavier Turon, del Institut de Ciències del Mar y del Centre d’Estudis Avançats de Blanes (centros del CSIC), respectivamente. Estos expertos ya se aventuraron a subrayar la alta probabilidad de que fuera un evento de mortalidad masiva debido a las temperaturas extremadamente altas. «Podría tratarse de un patógeno, pero seguramente su extensión esté relacionada con el aumento de la temperatura», señalaba Xavier Turon, que explicaba que, recientemente, en el Pacífico, se ha detectado una mortalidad de estrellas atribuida a una enfermedad desconocida pero agravada por la temperatura. Joaquim Garrabou señaló que se habían recibido informaciones de diferentes puntos de Balears, Cerdeña y la costa francesa con observaciones de mortalidades de especies que podrían relacionarse con el hecho de que «este año las temperaturas están batiendo muchos récords». El biólogo, coordinador de Observadores del Mar, añadió que esta plataforma de ciencia ciudadana se está adaptando para ampliar el proyecto Atención Corales (que recoge citas de especies de corales afectadas por el cambio climático) a otros grupos que se verán perjudicados por mortalidades masivas mientras siguen aumentando las olas de calor. Las observaciones de los ciudadanos son muy importantes para poder detectar este tipo de eventos.

En 2018 se encontraron 223 morenas muertas. CAT

La enfermedad de la calva del erizo

Y mientras las estrellas de mar lisas morían en las profundidades, el biólogo Samuel Pinya observaba también mortalidades inusuales de diversas especies a menor profundidad, durante los trabajos que ha estado realizando en las Pitiusas para el proyecto Coastal Health Monitoring Scheme, de la cátedra de la Mar Iberostar de la UIB, para el seguimiento de las poblaciones del bentos (las comunidades del fondo) de las islas.

Su equipo ha encontrado individuos afectados de dos especies de estrella de mar (Coscinasterias tenuispina, la estrella de espinas finas, y Marthasterias glacialis, la espinosa común), y de los dos erizos de mar más comunes, Paracentrotus lividus y Arbacia lixula (erizo negro). Hay que destacar que el muestreo se realiza en apnea a menos de cinco metros de profundidad y ello explica que aparezcan estas especies y no la estrella de mar lisa, que es abundante entre los 15 y 20 metros de profundidad. Además, el investigador señala que los individuos de otras especies de erizos no parecían estar afectados.

«En Cala Espart, por ejemplo, en solo diez minutos de inmersión encontramos más de cien restos de animales infectados»

decoration

«La mayor afectación la hemos encontrado en la especie Paracentrotus lividus. En Cala Espart, por ejemplo, en solo diez minutos de inmersión encontramos más de cien restos de animales infectados», asegura Samuel Pinya. El equipo del investigador de la UIB ha podido recoger muestras de animales afectados pero aún vivos (algo necesario para poder realizar análisis correctos), que se encuentran guardadas para remitir al laboratorio cuando concluya el monitoreo en las estaciones que el proyecto tiene pendientes de estudiar en Menorca, donde también es posible que haya que recoger muestras.

En cualquier caso, la causa de esta inusual mortalidad de equinodermos no es un gran misterio y ya espera que los resultados de la secuenciación genética en el laboratorio apunten a una bacteria que «muy probablemente será vibrio» (el extenso género al que pertenece una de las bacterias que, junto al protozoo parásito Haplosporidium pinnae, causan la coinfección de la nacra, emblemático molusco prácticamente desaparecido tras la mortalidad masiva iniciada en 2016).

Señala Pinya que estos casos están bien documentados y se han producido ya episodios similares en Balears y en otros lugares del mundo. El mal que afecta a estos equinodermos es conocido como la enfermedad de la calva de los erizos, y los animales enfermos muestran unas zonas sin púas que adquieren un aspecto verdoso.

Encefalopatía en las morenas

Y si hasta aquí la situación no fuera ya preocupante, la lista de animales marinos en los que este verano se ha detectado una mortalidad inusual va más allá de los equinodermos; el departamento de pesca del Consell Insular de Ibiza tiene constancia, desde mediados del mes de agosto, de más de una veintena de morenas mediterráneas (Muraena helena) afectadas por el nodavirus (betanodavirus) que ya en 2018 provocó un evento de mortalidad alarmante; el biólogo e inspector de pesca Toni Box recuerda que entonces se contabilizaron más de 220 ejemplares muertos.

En esta ocasión, los datos –recogidos por técnicos de medio ambiente y personal tanto de Ibiza como de Formentera– muestran una incidencia mucho menor, y no se teme alcanzar las cifras de 2018, porque la temperatura del agua desciende ya en septiembre; hace cuatro años, el pico de casos detectados se produjo el 27 de agosto (con 17 registros) y un mes después ya no hubo ninguna cita.

Según explica Toni Box, las morenas ya han generado defensas ante el virus y es probable que muchas de las que enfermen sobrevivan a él. Respecto a los síntomas, y según puede leerse en el informe que se realizó en 2018 y que se presentó en las VII Jornades de Medi Ambient de les Illes Balears, «las morenas afectadas presentaban síntomas locomotores, compatibles con una patología neurológica: estaban aturdidas y manifestaban movimientos bruscos de la cabeza, golpeándose contra las rocas. Muchas de ellas presentaban ojos blanquecinos».

Este año se han observado tanto morenas muertas como animales enfermos, con los típicos ojos blancos de esta enfermedad vírica, pero no se han podido conseguir, de momento, muestras que confirmen lo que, con pocas dudas, es un caso más de mortalidad originada por el mismo nodavirus que afectó a la morena en las Pitiusas ya en 2018 y que un año antes se había detectado en meros (Epinephelus marginatus) en Cabo de Palos e Islas Hormigas.

Ante estos episodios de mortalidad inusual, los expertos se plantean varias preguntas, y la primera de ellas es cuántas especies en los fondos marinos podrían estar sufriendo las consecuencias del calentamiento de las aguas y la resistencia creciente de virus y bacterias sin que nos demos cuenta. Otra de las cuestiones, que parece tener una respuesta poco alentadora, es si estos eventos de mortalidad masiva se sucederán hasta que veamos desaparecer de las aguas litorales de las islas a otras especies como hemos asistido a la práctica desaparición de la nacra (Pinna nobilis) o hemos sido testigos ya del blanqueamiento del coral constructor de arrecifes del Mediterráneo, la madrépora Cladocora caespitosa.

Deterioro de la posidonia

Las previsiones del aumento de la temperatura –de no revertirse la situación– apuntan a cambios dramáticos en las comunidades costeras. Incluso las praderas de posidonia –el hábitat más importante del litoral balear– sufren el calor continuo. Jorge Terrados, investigador del Imedea (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados) explica que se han hecho ya experimentos de laboratorio que han revelado que a temperaturas de 28 y 29 grados, las plantas muestran signos de deterioro, síntomas como necrosis en las hojas. Aunque, eso sí, también señala que se ha detectado una gran variabilidad en la respuesta ante la presión térmica. «Es posible que haya poblaciones que puedan crecer bien a 30 grados; la posidonia, genéticamente, no es única y no se comporta igual en todas partes, y tiene recursos genéticos distintos para afrontar impactos como este», asegura Terrados, que, a pesar de este atisbo de esperanza, añade que, con olas de calor más frecuentes e intensas, «me temo que empecemos a perder posidonia, que empecemos a perder densidad en las praderas y empiecen a morir los clones que estén menos adaptados».

Compartir el artículo

stats