El caso de es Rafal Trobat es digno de ejemplo. Apenas dista unos pocos kilómetros de la vorágine de Vila o de Platja d’en Bossa, pero muy pocos rincones en el resto de Ibiza parecen tan aislados como este valle. Apenas viven unas 50 familias en casas dispersas, rodeadas de colinas y bien distanciadas entre ellas, pero su asociación de vecinos destaca por un impulso con el que ha ido creando, paso a paso, un circuito que sirve de exponente de la gestión ambiental.
Ahora avanzan de nuevo con la creación de un punto informativo sobre el proyecto de recuperación de la abeja autóctona de Ibiza, que se encuentra en proceso de regresión frente a ejemplares foráneos. Para ello, han instalado una serie de paneles informativos en los que se explican las características del ecotipo local y de los trabajos que se están llevando a cabo para su recuperación, cómo no, en el propio es Rafal Trobat.
El espacio reconvertido como centro de divulgación forma parte de las ruinas de Can Collet, una casa payesa en un cerro con una panorámica de todo el valle. Esta sala llamaba la atención porque allí se encontraban los restos de un viejo horno. Así que se planteó aprovecharla para las actividades patrimoniales de es Rafal Trobat y su propietaria se animó a cederla.
El tesorero de la asociación, Rafa Tur, explica que hace seis años se rehabilitaron los muros de esta estancia, donde ya se perdió la cubierta. «Pero lo que no se usa se acaba deteriorando, así que teníamos que buscarle una utilidad», recuerda.
Finalmente, a través del programa ‘Units pel nostre parlar’ del Ayuntamiento de Sant Josep, los vecinos han conseguido financiación para los paneles informativos recién instalados. En las próximas semanas, con el inicio de curso, Can Collet será una etapa más dentro del circuito educativo que desarrollan los centros educativos recorriendo los caminos y colinas de es Rafal Trobat.
De las colmenas a la balsa
«Yo siempre les enseñaba a los alumnos esta casita por fuera. Ahora podrá acoger a un grupo para conocer la recuperación de las abejas mientras el resto de la clase podrá visitar las colmenas con el apicultor [Hans Salewski]», explica Marina Moheno. Ella es la coordinadora de educación ambiental de la Alianza por el Agua, una entidad en la que está integrada la asociación vecinal y que colabora estrechamente en sus proyectos.
El curso pasado, Moheno dirigió las rutas educativas por este paraje, donde las abejas ya formaban parte del temario. No en vano, un apicultor de la zona, Paco Clapés, conservaba un conjunto de colmenas con la población autóctona, tal y como pudo verificarse en los estudios genéticos.
El trabajo de recuperación de estos insectos implica que cada año se lleve a cabo una resiembra de plantas melífloras. «Se habían importado abejas de la Península para la apicultura en Ibiza que ganaron espacio y la variedad local se estaba perdiendo, pero se comprobó que aquí aún se conservaba», recuerda la técnica ambiental Oliva Cantons.
Ella también es la responsable del proyecto de repoblación del sapo verde balear, calàpet, ya desaparecido en la isla. Para ello, la asociación construyó en 2019 una balsa naturalizada de agua para reintroducir ejemplares del batracio, aunque primero deben completarse los estudios de biodiversidad previos.
Esta poza, además, almacena el agua de escorrentía para aprovecharla para el regadío. «También nos sirve para mostrar el proyecto de optimización de los recursos hídricos y recargar los acuíferos», apostilla Moheno. No obstante, el acuífero de sa Serra Grossa es uno de los más sobreexplotados de la isla.
A pocos metros de esta balsa se encuentra un depósito de agua del proyecto de gestión forestal de es Rafal Trobat, que creó un cordón contraincendios a ambos lados de las colinas para facilitar que los bomberos forestales tengan un fácil acceso al agua en caso de incendio forestal.
La asocación de vecinos también fue pionera en estos preparativos contraincendios.
