Diario de Ibiza

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El Ibiza Botánico Biotecnológico quiere crear un banco de semillas

El Bibo Park pretende aumentar sus instalaciones con una pared llena de bonsáis y plantas medicinales, además de con un palmeral con lago

Eduardo Mayol junto a las dunas en el Ibiza Botánico Biotecnológico. C. TORRES

Una fila de girasoles decoran la entrada del Ibiza Botánico Biotecnológico (Bibo Park), abierto desde 2020 en la carretera de Sant Antoni. Nada más entrar, da la bienvenida a los turistas una canción o un ‘uc’ en caso de los ibicencos. El director de este parque botánico, Eduardo Mayol, empieza la visita explicando que «este es un espacio que dedicamos a toda la flora de las Pitiusas. La tenemos recreada aquí, incluso hay plantas que han desaparecido y las tenemos. Todo lo combinamos con biotecnología de vanguardia». Este año han contado con dos novedades: un vivero y ‘El rincón de Platón’ para hacer teatro, una zona «muy relajante» y que cuenta con una mesa con inscripciones fenicias.

El objetivo ahora, aunque dependen de la autorización del Ayuntamiento de Sant Antoni y del Consell Insular, es hacer un banco de semillas y un laboratorio «para devolver a la naturaleza todas las plantas que han desaparecido de Ibiza. Es decir, repoblarlas y para tener aquí variedad genética».

Una de las zonas del parque botánico. C. Torres

El problema es que ahora dependen de enviar las semillas fuera de la isla para tratarlas y esto tiene altos costes. Así «seríamos autosuficientes». «El banco de semillas es fundamental para las plantas que necesitan, por ejemplo, secarse con una máquina para quitarles la humedad o guardarlas a 40 grados bajo cero», informa.

La «fase nueva» también se caracterizará por una pared llena de bonsáis y plantas «medicinales, gastronómicas y olorosas». Además de un palmeral con un lago en medio, como si fuera un oasis.

«Estamos esperando la autorización. Nosotros vamos demasiado rápido y la administración demasiado lenta. Estamos limitados y no podemos hacer nada», asegura Mayol.

El recorrido dentro del jardín botánico está dividido por varias zonas: dunas, hábitats costeros, salinas mediterráneas, hábitats de agua dulce, un rincón para lagartijas y otro de abejas, entre otras áreas.

El parque consta de unas 30.000 plantas y 160 especies diferentes, etiquetadas de color blanco (flora común), amarillo (flora común, pero puede estar en peligro de extinción), naranja (plantas endémicas y únicas) y rojo (las que hayan desaparecido de Ibiza).

Como curiosidad, Mayol cuenta que una de las plantas que se comían las cabras de es Vedrà era la endémica Medicago citrina. Luego el cardo marino, que está desapareciendo porque la gente que va caminando por la playa y coloca toallas, la pisa por los pinchos y la destruye. «El depredador es el ser humano», afirma. La salicornia es una planta a la que «no hemos hecho caso nunca» y actualmente los chefs la utilizan para cocinar. «Es una especie de espárrago salado, que está muy rico», destaca.

Lo interesante de este lugar es que los visitantes pueden llevarse sal «en las manos» de recuerdo y pueden probar agua del cielo de Ibiza, mediante unas máquinas de agua atmosférica, que captan la humedad. Además, las personas que vayan al jardín botánico podrán probar la diferencia entre agua atmosférica y agua subterránea.

Otro ejemplo de tecnología es un fotobioreactor: «La misión de este aparato es captar el CO2 de los coches que circulan. Inoculamos microalgas dentro y ellas se comen el CO2», recalca Mayol, que agrega que «cuando cosechamos, por cada kilo de microalgas que sacamos, eliminamos el equivalente a dos litros de CO2 de la atmósfera». El resultado de este proceso es abono orgánico.

El piano vegetal, la atracción principal del Bibo Park. C. Torres

Divulgativo y educativo

«Queremos que el parque sea divulgativo y educativo, pero entretenido», ya que van muchas familias, colegios y personas de la tercera edad.

«Este verano estamos contentos, pero la verdad es que esperábamos más gente, porque hemos tenido dos años muy buenos. Esperamos ir llenando, ya que con el sol y el calor la gente tira más a la playa», asevera Mayol. En agosto, un 34% de los visitantes del parque han sido residentes, 12% españoles y un 11% ingleses, seguidos de franceses, alemanes e italianos, un 9% de cada nacionalidad.

También cuentan con actividades de bonsáis, de dibujos manga, de bailes de geishas... La atracción principal es el piano vegetal, creación del fundador de Bioo, Pablo Vidarte. «Hay que tener un poco de imaginación, pero mira. Creo que es la unión más perfecta entre el mundo vegetal y el ser humano», asegura Mayol, ya que el instrumento suena a través de «plantas con mucha agua que conducen muy bien la electricidad. La planta hace de antena biológica y cuando la tocas hace dos cosas: da luz y da la nota musical que marcas», muestra con alegría y orgullo.

El último invento de Vidarte es el biopanel, cuatro jardineras conectadas. «Cuando la planta hace la fotosíntesis, emite electricidad. Cuando emite esta energía, lo captan y acumulan. Entonces, dentro de un tiempo, con ella podríamos tener luz en una parte del parque o cargar el móvil. Es lo que está previsto, veremos lo que se conseguirá», avanza Mayol. «El secreto es estar con la naturaleza, no se puede estar en contra», concluye.

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