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Críticas de los comerciantes de Ibiza a las medidas de ahorro energético

Trabajadores asumen la necesidad de actuar contra el cambio climático, pero piden que no haya incongruencias en las medidas del Gobierno que hoy entran en vigor, como que no se tenga en cuenta la diferencia entre zonas turísticas y no turísticas y que los clientes en un hotel, por ejemplo, no tengan restricciones

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Arrancan las medidas de ahorro energético en Ibiza propuestas por el Gobierno Toni Escobar

«Está bien que se tomen medidas contra el cambio climático, pero, a nivel práctico para el día a día, es complicado cumplirlas. Ahora tenemos la temperatura a 24 grados y es difícil estar a más si queremos mantener el confort en la tienda». Lo dice Jordi Sala, de la joyería Wesselton, tras el primer día de entrada en vigor del nuevo plan de ahorro energético del Gobierno. Y es que, según explica, «no se ha tenido en cuenta la diferencia entre territorios».

Se refiere a que, en el caso de Ibiza, se trata de una zona turística que prácticamente vive del turismo, por lo que considera que «se debería aplicar una moratoria» para acatar las nuevas medidas de regulación del aire acondicionado y el apagado durante la noche de los escaparates. «En otras zonas de la península donde no viven del turismo es más comprensible, pero aquí me parece que son medidas de maquillaje. No estoy en contra del ahorro energético, pero hay que hacer las cosas pensadas y a largo plazo», añade.

En el caso de este local, Sala indica que hay muchos focos para iluminar las vitrinas de las joyas, lo que aumenta la temperatura en el interior. A esto se suma que «cuando el cliente entra en la tienda, al principio está bien por el contraste con la calle, pero si está más de cinco minutos ya tiene calor», añade.

Por su parte, la dependienta de una óptica de la Marina, Lidia Rodríguez, afirma que ni con el termostato del aire acondicionado a 16 grados puede soltar el abanico que tiene sobre el mostrador. «Nos piden ahora que cerremos las puertas, pero esto es lo que permite que corra más el aire y que la gente entre a la tienda», subraya. Y es que el local tiene entrada por dos calles diferentes y apenas tiene 15 metros cuadrados.

En cuanto al ‘apagón’ del escaparate a las 22 horas, Rodríguez sostiene que depende de la central de la empresa, que normalmente lo apaga a medianoche, cuando echan el cierre.

Más crítica se muestra Ariadna Juan, dependienta de una de las tiendas de ropa del barrio. «¿Me tengo que quedar desde las diez de la noche hasta la una de la mañana, hora en que cierro, con los escaparates apagados mientras las discotecas, hoteles, etc. pueden estar iluminados por todas partes?», pregunta. indignada

La joven asegura que su negocio solo trabaja en los meses de temporada, por lo que apagar la cara visible del local puede ir en contra de las ventas. Lo mismo piensa sobre regular la temperatura del interior. «Tengo el aire a 16 grados, me piden ponerlo, como mínimo, a once más, pero en los hoteles los turistas pueden tenerlo todo el día como quieran», lamenta. Tilda el plan de ahorro energético de «tomadura de pelo».

Indiferente se muestra Ana María Garrido, dependienta de una tienda de souvenirs. Y es que en el local en el que trabaja no hay aire acondicionado, solo un ventilador, y tampoco escaparates. «La temperatura media aquí será de 40 grados y, si entras al baño, de 45», ironiza. Lo que le preocupa en realidad son los robos que sufren, cada día, en la tienda. «Para eso no se toman medidas», critica.

Tampoco el sector de la restauración ve la medida con buenos ojos. La mayoría de los establecimientos consultados por este medio coinciden en que cuando se juntan muchos clientes al mismo tiempo es «insostenible» mantener el local a 27 grados. «Pero incluso es más por nosotros, como trabajadores, que por los clientes. Ellos al final no se están moviendo de un lado a otro y están un tiempo limitado dentro, pero a nosotros nadie nos quita las ocho horas aquí», dice un camarero.

Eso sí, quedan fuera de la normativa las cocinas de los restaurantes, los hogares y la industria, los centros de formación y sanitarios/hospitalarios, las peluquerías, los gimnasios, las lavanderías y las habitaciones de los hoteles.

Cabe recordar que, según el decreto aprobado por el Ejecutivo central, solo los escaparates de tiendas y los inmuebles públicos que a las diez de la noche estén vacíos deberán apagar la luz. Si la actividad continúa, pueden permanecer encendidos. En lo que se refiere a los edificios públicos, están afectados, por ejemplo, los que dependen de los ayuntamientos.

Desde el Ayuntamiento de Ibiza confirman que la norma no afecta a la iluminación de las murallas ni a otros monumentos de la ciudad como Vara de Rey, pero sí a la de edificios públicos que estén desocupados a las 22 horas, como Can Botino o el Casal d’igualtat.

En cuanto a la instalación de puertas automáticas, la mayoría de los consultados explica que, en pleno agosto, es prácticamente imposible llevar esta medida a cabo.

Instaladores

La Asociación de Instaladores Empresarios de Balears (Asinem) considera que las medidas propuestas por el Gobierno serán «ineficaces» para lograr el objetivo de reducir el consumo. «Ya existen normativas como el RITE y el Reeiae que regulan las instalaciones térmicas en los edificios y la eficiencia energética del alumbrado exterior», reitera el secretario técnico, David Gimeno.

Desde hace años, tanto edificios públicos como privados cuentan ya con limitaciones marcadas por estos decretos que condicionan el consumo de este tipo de instalaciones y que hacen que sean lo más eficientes posibles. Asimismo, indice en lo que dice ser un «problema» al que se enfrenta el sector ahora: ¿cómo se va a controlar que se cumpla la norma?. Gimeno dice que la Administración cuenta con pocos recursos para inspeccionar. «Esta falta de control incentiva a que empresas no habilitadas ejecuten instalaciones sin realizar la correspondiente tramitación de la instalación», matiza.

En este punto, Asinem cree que la mejor medida que podrían tomar las instituciones sería poner los medios necesarios para que se cumplan los reglamentos y no añadir medidas adicionales que serán difíciles de controlar.

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