Un padre denuncia al Consell de Ibiza por negligencia en la atención a un menor tutelado
Los técnicos de Menores defienden que el servicio de asistencia es el adecuado
La desesperación de Toni (nombre figurado) le ha empujado a denunciar tanto al Consell de Ibiza como al centro para menores con problemas de conducta y salud mental donde está ingresado su hijo, de 16 años recién cumplidos y que ha protagonizado varios intentos de suicidio. El último y más grave, a mediados del mes pasado, le dejó en coma tres días y una semana de observación en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Mientras el menor se recuperaba en la Unidad de hospitalización de psiquiatría infantil del Hospital la Fe de Valencia, el padre recibía la noticia de que su hijo ib a a regresar al mismo centro de menores donde, pese a estar bajo el protocolo de prevención del suicidio, logró forzar la puerta de la farmacia e ingerir todos los medicamentos que encontró.
«Se supone que debía haber un monitor vigilándole para evitar que pueda pasar esto. El centro tampoco aplica psicoterapia para buscar cuál es la raíz del problema de mi hijo, porque el psiquiatra le ve 15 minutos a la semana y allí solo imparten talleres de bricolaje o de cocina, que estarían muy bien como complemento», advierte.
Su hijo, debido a sus tendencias autodestructivas, ahora está tutelado por el Consell, que derivó al menor a una institución privada de Valencia. El padre insiste en que este centro no cumple las condiciones asistenciales ni de seguridad para hacerse cargo del menor, sobre todo tras el último intento de suicidio. Por su parte, el Consell indica que los informes técnicos avalan que el servicio es adecuado para este caso y que, al tratarse de un menor, no puede facilitar más detalles.
El drama de Toni empezó a principios del año pasado. Su hijo, del que asumía la custodia en solitario, aún contaba con 14 años. Según explica, hasta el momento había mostrado tendencia a la melancolía y mucha afición a la informática y la robótica, de manera autodidacta. «Tiene un cociente intelectual por encima de 120», detalla, lo que le convierte en una persona de una inteligencia muy superior al promedio. «Pero se empezó a juntar con muy malas compañías», lamenta.
Primeras escapadas
El pequeño sufrió un par de comas etílicos, en los que fue recogido de la calle inconsciente por ambulancias. En Semana Santa, según supo después el padre, se hizo con una caja de Rivotril, una benzodiazepina, como el Valium, con propiedades sedantes y ansiolíticas. «Una bomba mezclado con alcohol», como hizo su hijo.
Ese día no había regresado a casa y, tras denunciar el caso a la policía, apareció a la mañana siguiente. «Llegó a casa completamente colocado por esas pastillas y saltó del primer piso, de cuatro metros de altura, para escaparse». Lo encontraron horas después en la calle, durmiendo y en unas condiciones pésimas.
"Se escapaba todas las semanas a las 11 de la noche y volvía a las 12 del mediodía siguiente, con un colocón terrible y yo todas las noches desesperado buscándole"
La situación se agravó en verano, cuando su padre debía dedicar más horas a su trabajo en un hotel. «Ya se escapaba todas las semanas a las 11 de la noche y volvía a las 12 del mediodía siguiente, con un colocón terrible y yo todas las noches desesperado buscándole», relata angustiado.
Fue entonces cuando el hijo empezó a confesar que no le gustaba este mundo y quería morirse. Sufrió varias intoxicaciones por ingerir pastillas que sustraía del botiquín familiar. También llegaron los primeros ingresos en la unidad de psiquiatría infantil del Hospital de Son Espases, en Palma.
En busca de auxilio
Rendido, «sin herramientas para poder gestionarlo», Toni fue a pedir ayuda al Consell de Ibiza, que cuenta con las competencias de Menores. El 20 de octubre ingresó en el centro de menores Illa de Bes del Consell, un trámite para el que el padre explica que tuvo que ceder la tutela de su hijo de manera voluntaria y temporal.
«Los 15 primeros días estuvo bien», recuerda, pero entonces el joven cayó en la rutina. «Cuando empieza a aburrirse, surgen los problemas». Se escapaba y le encontraban borracho, se cortó las venas con los cristales de una ventana que rompió e ingresó de nuevo en Son Espases. En Navidad, el padre se llevó a su hijo de vacaciones a Port Aventura y mejoró su comportamiento. «Estaba muy contento, pero tras volver al centro, volvió a hundirse al cabo de 15 días».
"Tenía activado el protocolo de prevención de suicido y no le quitaban el ojo de encima, pero hubo un descuido"
«Tenía activado el protocolo de prevención de suicido y no le quitaban el ojo de encima, pero hubo un descuido», explica. El joven pidió un cinturón a otro interno, se escondió en una sala y se colgó. «Gracias a Dios se rompió el cinturón», aunque había quedado inconsciente y cayó de cara contra el suelo. «Dijeron que el niño no tenía el perfil para ese centro y que se es capaba a su control», detalla.
Traslado a Valencia
El 20 de febrero, el Consell se hizo con la custodia del menor para derivarlo al centro privado Fundación Social 3 de Valencia, especializado en problemas de conducta y salud mental. «Al llegar allí, se animó, pero el tercer mes se escapó para emborracharse, tuvo altercados graves e intentó cortarse las venas otra vez».
El padre confiaba en que allí podrían recurrir a la psicoterapia, «pero le hinchan con siete fármacos al día, sin que tenga ningún trastorno diagnosticado». De momento, el psiquiatra del centro le ha comentado que sospecha que su hijo padece un trastorno límite de la personalidad. «Voy a verle todas las semanas y siempre está sedado». «Llevo tiempo avisando al Consell de que ese centro no es el adecuado y que le iba a pasar algo grave», abunda.
A mediados de julio, un día después de cumplir 16 años, el joven forzó la ventana de su habitación y de otra sala para llegar a la farmacia. Reventó la puerta de una patada (es de gran corpulencia por su edad) y, antes de encerrarse, vació los extintores para dificultar que los monitores llegaran hasta él.
Tras salir del coma y después de la UCI, el joven quedó ingresado en la unidad de psiquiatría infantil. El padre confiaba en que se buscaría un centro más acorde para tratar su problemática pero, pese a su insistencia, ha reingresado en la Fundación Social 3 de Valencia. «Ahora lleva tres días encerrado en una habitación sin aire acondicionado, porque le han castigado por haber vaciado los extintores el día que intentó suicidarse. ¿Tengo que esperar a que la próxima vez que vaya a Valencia me lo traigan en una caja?».
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