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Pep Malagrava Rigo Director general de Energía y Cambio Climático del Govern balear

Pep Malagrava, director general de Energía y Cambio Climático del Govern: «No hay que descartar que alguna vez se llegue en verano a los 50 grados en Ibiza»

«No me atrevo a decir que este será el mejor verano del futuro de nuestra vida, pero es posible que sea de los mejores», advierte Pep Malagrava, que alerta de lo que está por venir: «Se decía que el cambio climático tenía que llegar en 2050, pues ya lo tenemos aquí».

Pep Malagrava en su sede del Govern. M.A.L.H.

Este verano, las temperaturas derriten hasta el asfalto de los aeropuertos británicos y nos traen de cabeza tanto el gas ruso como el precio de la gasolina. Todo lo referente al clima y a los combustibles va de mal en peor, pero Pep Malagrava Rigo, director general de Energía y Cambio Climático del Govern, advierte de que la gravedad podría ser aún mayor si no se adoptan medidas urgentes.

Olas de calor en cadena que duran dos semanas, temperaturas propias de la sabana… Vaya verano. ¿Lo de este año será la nueva normalidad a partir de ahora?

No podemos determinar si será la nueva normalidad, pero es muy probable que estos episodios pasen con más frecuencia. Es algo que ya sabíamos, se venía anunciando desde hace muchos años. Las emisiones de CO2 no han bajado y, por tanto, este es el resultado de haber basado toda la economía en combustibles fósiles. Puede que el verano del año que viene sea un pelín menos caluroso, pero veremos con más frecuencia estos episodios larguísimos de olas de calor. Y probablemente habrá un otoño con mucha lluvia, muy concentrada. Viviremos estas situaciones de forma mucho más frecuente. No me atrevo a decir que este será el mejor verano del futuro de nuestra vida, pero es posible que sea de los mejores.

Habla de emisiones, pero Europa acaba de considerar ‘verde’ el uso del gas y de la energía nuclear.

Puedo entender la motivación que ha llevado a la Comisión Europea a adoptar esta decisión, pero creo que así se envían señales equívocas, sobre todo a países de Centroeuropa que no están convencidísimos de la transición energética y de la apuesta por las renovables, lo que puede retrasar las inversiones. Hay una cantidad limitada de gas natural y lo tienen países o zonas poco estables, como Rusia, Oriente Medio, Argelia o Estados Unidos. Y digo estables en cuanto a su relación con Europa, que es muy variable.

El director general de Energía y Cambio Climático. M.A.L.H.

Bruselas propone una reducción inmediata del 15% del consumo del gas en Europa ante el inminente cierre del grifo ruso. ¿Qué puede hacer Balears?

Me parece bien que el Ministerio de Transición Ecológica español esté en contra de esa propuesta. España ha hecho mucho mejor los deberes en materia energética que otros países. Se puede ser solidario, pero la Unión Europea debe asumirlo de manera ponderada. En el caso de que finalmente haya esa imposición de recortar un 15% el consumo de gas, Balears tendrá que colaborar. Trabajamos intensamente en el despliegue de renovables para dejar otros combustibles fósiles más contaminantes que el gas, como el fuel, el gasóleo o el carbón, fuera de nuestra producción energética. En lo que tenemos que trabajar en estas islas es en depender menos de nuestras centrales térmicas. Y que la dependencia existente tenga el menor impacto posible. Para una central térmica, el mejor combustible es el gas natural, no hay duda, pero es un mal menor, pues contamina. Por eso hay que trabajar en aumentar el peso de las renovables, que ahora es muy bajo, para reducir nuestra dependencia del gas y de los combustibles fósiles: en España, las renovables suponen cerca del 49%, cuando aquí es posible que en 2023 sólo lleguemos al 25%.

Hay científicos que aseguran que en breve será normal llegar a los 50 grados en verano. ¿También aquí?

Se decía que el cambio climático tenía que llegar en 2050, pues ya lo tenemos aquí. No hay que descartar nada, ni que haya veranos de 50 grados en las Pitiusas. Si algo nos está enseñando el cambio climático es que las previsiones se están cumpliendo y que incluso algunas se están acelerando. Seguramente, lo de los 50 grados será puntual y en zonas muy concretas de las islas, pues en Balears, por nuestra insularidad y cercanía al mar, aunque haya temperaturas altas suelen ser más suaves. Pero no es descartable que dentro de unos años lo vivamos. Tenemos que adaptarnos a eso, pensar en cómo afrontar esas olas de calor. La pobreza energética que sufren muchos en invierno, también les afecta verano y no pueden ventilar bien sus casas. Debemos definir refugios climáticos, zonas donde la gente pueda refrescarse al aire libre.

Más calor, mayor aumento del nivel del mar. ¿Cuánto le quedan a estas islas para sacar partido turístico a sus playas antes de que las olas se las coman?

Ya hicimos un estudio al respecto sobre los aumentos del nivel del mar entre 2050 y 2100 en función de si hacemos algo o nada. Si no hacemos nada, veremos islas, por ejemplo Formentera, que es muy plana, donde se llegarán a inundar zonas de forma permanente. Debemos trabajar en esa adaptación de la costa para que el cambio climático no tenga un impacto tan grande. Trabajamos en un proyecto piloto en Cala Millor (Mallorca), donde poco a poco se están perdiendo metros de playa. Tendremos que valorar si decidimos mantener su paseo marítimo o quitarlo y que la playa pueda seguir hacia atrás. Pero eso lo deberemos trabajar mucho interinstitucionalmente, de manera conjunta. Si lo hace sólo un gobierno, de un color o de otro, no funcionará. Tienen que participar los actores sociales y las administraciones de la zona, los ayuntamientos, los consells, el Govern… Y la visión debe ser a 20 o 30 años.

Nuestras aguas están a 30 grados estos días. Lo mismo, en vez de sol y playa, el futuro son las aguas termales.

Tenemos que ir con mucho cuidado. Ese problema es casi mayor que alcanzar los 40 grados de temperatura en el ambiente. Uno de los amortiguadores del cambio climático en Balears es la Posidonia oceanica, que a estas temperaturas sufre mucho. Para ella, el agua no debería superar los 24 o 25 grados. El Mediterráneo es un punto caliente del cambio climático. Aquí viviremos fenómenos más extremos y complejos que otras zonas del mundo. Hay esperanza, pero debemos hacer cosas para paliar eso. Y los primeros que debemos hacer algo somos las administraciones públicas y, sobre todo, las grandes empresas. Que una persona baje o suba un grado de su aire acondicionado no produce un gran impacto en las emisiones, pero si lo hace un gran hotel de Ibiza tiene una incidencia mayor. Tenemos que hacer ese trabajo de pedagogía. La gente asumirá una mayor responsabilidad cuando vea que quienes más pueden, más hacen.

Ya, porque no es muy lógico que aún haya tiendas de ropa con la puerta abierta y el aire acondicionado tan a tope que podrían tener dentro una granja de pingüinos.

Vamos a tener alguna reunión interna [en la conselleria] sobre esto. Se está incumpliendo la normativa del cierre de puertas, y la climatización debe ser a determinados grados. Eso requerirá cierto trabajo de inspección. Pero es una cuestión de sensibilización y de sentido común. Primero trabajaremos con las federaciones y asociaciones de comerciantes para que haya más concienciación y pedagogía. Ni nos sobra esa energía ni podemos producir más, pues redundaría en el cambio climático.

Rusia (casi) cierra el grifo del gas y Argelia nos pone dificultades y sube el precio ¿Tienen las Pitiusas garantizado el suministro en la actual coyuntura?

El suministro está garantizado gracias al enlace con la Península. Pero el ahorro energético no debe empezar porque alguien nos cierre el grifo o porque suba mucho su precio. Es crucial ahorrar, pero ante todo por la cuestión climática. Hemos basado, desgraciadamente, toda nuestra economía en el consumo de una energía barata.

La ley de cambio climático establece «la eliminación de la combustión de fuel en la central térmica de Ibiza». Sin fecha concreta. ¿Cuándo será?

En semanas. Trabajamos esta cuestión con la Comisión de Medio Ambiente hace unos seis meses y tras su resolución había que pedir otra al Gobierno de España, que llegó hace relativamente poco tiempo. En las próximas semanas, durante el mes de agosto, se dejará de quemar fuel en Ibiza y en Balears. Hace dos semanas dejó de usarse en la central de Menorca. El carbón ya es residual: hay dos grupos que lo emplean 500 horas en Alcúdia, de manera que casi hemos dicho adiós a ese combustible. En Ibiza, el gasóleo está limitadísimo. Los dos grupos que lo queman estarán limitados a 1.500 horas (nueve semanas), y hay tres grupos de reserva de 500 horas cada uno, de manera que el gasóleo será también residual para Ibiza, que básicamente quemará gas y reducirá bastante sus emisiones. Deberíamos acelerar más esos pasos, pero hay una cuestión indispensable: garantizar el suministro energético.

De la chimenea de la central ibicenca sale de vez en cuando una humareda negra que da miedo.

Durante los arranques de los grupos de fuel o gasóleo hay un primer petardazo que crea ese humo. Pero esos episodios deberían reducirse a partir de agosto sensiblemente porque el Govern ha limitado el funcionamiento de esos grupos. No sólo hay que tener en cuenta el suministro; también la salud pública.

El uso del gas en la central eléctrica de Ibiza, ¿va a más o a menos debido a su incremento de precio? Según el Ibestat, hasta junio (acumulado del año) se produjeron 109.323 MWh en Ibiza con diésel. Hace tres años, 82.381. Con gas, 47.977 MWh ahora, 71.182 en 2019. ¿Pero no tenía que ser al revés?

Existe una norma, que es la orden de despacho, que es económica: el operador del sistema decide qué grupos se deben poner en marcha para garantizar el suministro, y el Gobierno establece la orden de despacho, que es económica. En 2020, se utilizó más gas, pues era más barato (debido al covid), que diésel.

Y ahora contaminamos más porque el diésel es más barato. Menuda paradoja. Buscamos (de palabra) reducir las emisiones, pero al final contaminamos más al usar el combustible más rentable.

Ahí entra la limitación establecida por el Govern. Cuando dentro de unas semanas entren en vigor esas limitaciones no se podrá hacer eso: se consumirá mucho más gas, aunque sea más barato el diésel, ya que este estará más limitado. Si el gasóleo es más barato, sólo se podrá usar nueve semanas (1.500 horas). Luego, el operador tendrá que despachar el gas, sí o sí. Hasta ahora no había esa limitación. Lo que se busca es una corrección ambiental. No puede ser que por una cuestión de precio se contamine más. Con el carbón hubiera pasado lo mismo hace un año de no tener limitados los grupos de Alcúdia a tres semanas, pues su precio bajó mucho.

Otra de las contradicciones entre el deseo y la realidad: 95.284 megavatios hora de demanda eléctrica en junio en las Pitiusas. Ya se ha superado con creces el dato de 2019 (87.174). ¿No tiene límite? ¿No se va a poner límite a esto? Queremos contaminar menos, pero cada vez se demanda más y más energía.

Es normal que cada vez gastemos más energía, pues electrificamos más. Cambiamos una caldera de gasóleo por una que funciona con bomba de calor eléctrica. Muchos consumos térmicos están pasando a consumo eléctrico por la simple razón de que son más eficientes. Además, ahora las temperaturas también hacen subir la demanda eléctrica, como la reactivación económica tras la pandemia. Vivimos ese rebote del consumo. De igual manera, en cuanto haya más vehículos eléctricos en la carretera bajará la demanda de gasolina y subirá la eléctrica. Lo que tenemos que conseguir es que ese consumo eléctrico se origine a partir de renovables.

Ahí quería llegar. La fotovoltaica va a menos en los últimos años en Ibiza: de 568 MWh en 2019 (706 en 2020) a 408 en 2022. Le vuelvo a preguntar, ¿pero no tendría que ser al revés? Mientras, Formentera va a más e incluso triplica la producción fotovoltaica de Ibiza: 1.492 MWh en junio.

En teoría, sí, Ibiza debería producir más fotovoltaica. La realidad: no puede. Primero, porque tiene menos potencia instalada que Formentera: cerca de dos megavatios en esta última por 1,3 en la mayor de las Pitiusas. Otra cosa que puede estar ocurriendo es que las placas ibicencas sean más antiguas y su rendimiento haya disminuido, o que haya un mal mantenimiento (por rotura o por suciedad). La buena noticia es que en el primer trimestre del año que viene Ibiza contará con 6,5 megavatios más instalados, correspondientes a dos parques que se están construyendo en la isla, de manera que llegará a los 7,8 megavatios. Su producción en 2023 se amplificará bastante. Ibiza tiene un problema orográfico para estas instalaciones, pero debe buscar soluciones. El Consell debe hacer una zonificación de dónde debe haber un desarrollo prioritario de energías renovables para que los promotores o el sector público puedan invertir. La isla también debe hacer una apuesta importante por el autoconsumo. Ya lo hacen algunos hoteles y otras empresas importantes, pero debe haber más. Incluso Menorca la supera. Ibiza debe dar un salto importante, que creo que lo va a dar con las ayudas públicas. Se va a notar.

No sé usted, pero yo no me puedo permitir comprar un coche eléctrico, es carísimo. ¿No es paradójico que quien se puede permitir ese lujo pueda cargar gratis su pila y los que no, paguemos la gasolina a precio de oro?

Acabamos de actualizar [el pasado miércoles] la red Melib (Movilidad Eléctrica de las Illes Balears), la de los puntos de recarga de los ayuntamientos, y ya incluye la opción de que sean de pago, pues entendemos que la energía no sale gratis. Los municipios que así lo quieran podrán ya cobrar la recarga.

Baleària ha pedido a la Comisión Europea que no penalice el gas natural como combustible marino en la nueva legislación sobre mercado de emisiones de carbono. Y las navieras dicen que los barcos eléctricos, sólo para muy cortas distancias. Los descartan en largas distancias.

No debería aplicarse de forma inmediata para Balears esa penalización, pues dependemos del mar para ir a la Península en avión o barco. Estaríamos discriminados respecto a otras zonas. Si ya es caro, hay que evitar que lo sea aún más. Los barcos que usan gas en Balears deben estar exentos para no penalizar doblemente la importación y exportación. Respecto a los barcos eléctricos, es cierto que apenas pueden cubrir grandes distancias. Por eso hay que explorar opciones como la del hidrógeno renovable. Hay ferris en Noruega que ya lo emplean para distancias interesantes. No tienen el problema del peso de las baterías, pues emplean pilas de combustible, y emiten sólo vapor de agua. Es una tecnología incipiente y deberá desarrollarse, incluso en aeronáutica. Reduciría en gran medida las emisiones.

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