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Entrevista
Joan Torres Marí Director de Cáritas diocesana:

Joan Torres Marí, director de Cáritas diocesana: «Un 20% de las familias de la isla están en riesgo de exclusión»

El nuevo director de Cáritas alerta de que la inflación y el encarecimiento de la energía tendrán graves efectos en invierno, cuando teme que la demanda de ayuda superará a la de los peores momentos de la pandemia

El nuevo director de Cáritas Diocesana de Ibiza, Joan Torres. | TONI ESCOBAR

Joan Torres Marí, gertrudier de Can Pere Lluc, se ha estrenado esta semana como nuevo director de Cáritas Diocesana de Ibiza con el reto de dar un impulso a la captación de socios y al voluntariado, que se ha visto reducido a causa de la pandemia. Este veterinario jubilado había colaborado con la entidad desde la Pastoral Penitenciaria, donde pudo conocer de primera mano «una labor de acompañamiento importantísima y que sirve para transmitir esperanza a las personas».

¿Qué descubrió en Cáritas?

Cáritas es un observatorio social increíble. Analiza los datos de las necesidades existentes, mira de aplicar las mejores soluciones para cada caso, como aumentar el reparto de alimentos o reforzar el servicio educativo para inmigrantes. Adaptamos nuestros servicios, pero también podemos dar la voz de alarma ante las administraciones para que se pongan las pilas y cubran estos problemas.

Joan Torres, durante la entrevista en las oficinas de Cáritas en el barrio de es Pratet.

¿Qué necesidades requieren una intervención más urgente?

Miramos de dignificar la vida de las personas facilitando los recursos que necesitan en el momento, pero también las acompañamos para que lleguen a valerse por sí mismas. Si viene un migrante que acaba de llegar en patera, le damos alimentos, le miramos la documentación y le asesoramos con una asistencia educativa. Estas personas se encuentran en esta situación de manera repentina y darles respuesta es más fácil. Después existen los usuarios en exclusión social severa, que viven en la calle desde hace tiempo y muchas veces con problemas psíquicos o de drogas. Esta es una problemática más enraizada y no es tan fácil de reflotar, porque suelen tener afectada su dignidad y autoestima. Algunos usuarios se encuentran con la dificultad no solo de no poder acceder a una vivienda en Ibiza, sino que ni tan solo les llega para alquilar una habitación.

¿Cómo está afectando el encarecimiento de la vida a los usuarios y a la labor de Cáritas?

Tenemos un problema serio por culpa de la inflación galopante. Venimos de una crisis por el covid que ha reducido mucho el número de voluntarios y, por contra, la demanda de ayuda que nos vendrá irá en aumento. El problema se agrava con el encarecimiento de la energía y los salarios, que no aumentan. Hay muchos casos de empleados a tiempo completo que no pueden llegar a final de mes. Se calcula que un 20% de las familias de la isla están en riesgo de exclusión social.

En temporada turística cae el número de usuarios, pero ¿la inflación llegará a provocar en invierno una demanda de ayuda como en los peores momentos de la pandemia?

Me temo que será superior, porque en la pandemia teníamos un colchón de las temporadas previas. Por eso, aprovecho para hacer un llamamiento urgente al voluntariado. Son personas muy comprometidas, muchas de ellas por sus valores cristianos, que vienen con la ilusión de ayudar a los demás con satisfacción personal. Este ambiente de compromiso se traslada a la plantilla de Cáritas y favorece una eficacia que no se encuentra en otro lado. Gracias a ellos, los gastos de administración son mínimos.

¿Puede ser voluntario alguien interesado que no disponga de mucho tiempo libre?

Que se apunte, aunque solo tenga una hora disponible. A lo mejor ese rato cuadra exactamente con nuestras necesidades, incluso más que otra persona que pueda aportar diez horas. Tenemos personal dedicado especialmente a los voluntarios y en las fichas ya se detalla su disponibilidad. También sus preferencias, por si prefiere colaborar en el reparto de alimentos, a la hora del desayuno, en la Pastoral penitenciaria o apoyando en cualquier otro servicio. Con las previsiones que tenemos de aumentar la asistencia este invierno, cualquier mano nos vendrá muy bien.

¿Qué otras tareas pueden desempeñar?

Por ejemplo, el señor que ahora mismo está en la entrada [de las oficinas de Cáritas] es voluntario y se encarga de recibir a la gente para canalizarla al servicio adecuado. Si es alguien en paro, tenemos una bolsa de empleo y hemos facilitado muchos lugares de trabajo. Los empresarios confían en Cáritas, porque aquí se hace un filtro de las capacidades y necesidades de cada persona y se mira de cuadrar la demanda y la oferta. Hay voluntarios que apoyan a los monitores y técnicos en casi todos los programas y suelen estar repartidos al 50%.

Buena parte de estos colaboradores siempre ha sido gente mayor. ¿Muchos de ellos ya no siguen por no exponerse al covid?

Sí, porque mucha gente ha cambiado de hábitos por prevención, aunque es un mal que viene de largo. Hay otras maneras de colaborar con Cáritas y todas son necesarias. Si hay menos voluntarios y se elevan los gastos de administración, esta caída se puede compensar con los socios y donantes.

¿También se ha resentido la afiliación por la falta de relevo generacional?

Es una parte en la que estamos flaqueando mucho, porque es un colectivo que está envejeciendo mucho y cada vez hay menos. Por este capítulo recibimos 40.000 euros al año, que es muy poco para la entidad, cuando afrontar la planificación con un montante fijo y seguro es fundamental. Necesitamos aumentar los socios para conseguir estabilidad y me he encontrado con que mucha gente desconoce que existe esta afiliación. Cáritas es una institución eficaz y austera para que la gente pueda canalizar su compromiso, y la solidaridad que lleva en el corazón.

¿Y cómo van las donaciones?

Afortunadamente, tenemos donantes muy importantes a los que debemos mostrar nuestro agradecimiento, como la colonia alemana en Ibiza. Son personas muy concienciadas y, de hecho, Alemania prácticamente fue el embrión de Cáritas en el resto del mundo. Contamos con las fundaciones Vilás y Matutes o Sito Lara, que es un empresario que colabora de manera destacada con la aportación de alimentos, pero también con numerosos donantes anónimos.

En algún momento en los últimos años, Cáritas hizo llamamientos para abastecer a su banco de alimentos. ¿Cómo están las reservas ahora?

En estos momentos están bien gracias a las aportaciones de las administraciones públicas e instituciones y donantes privados. En cualquier caso, la experiencia nos ha demostrado que, cuando hay una necesidad puntual porque los alimentos se están acabando, la respuesta de la sociedad ibicenca a una llamada de solidaridad es masiva. Es sorprendente.

¿Se acabará sustituyendo el reparto de alimentos por las tarjetas de compra en supermercados?

La confederación de Cáritas se ha pronunciado claramente y es su objetivo, aunque a veces este sistema de tarjetas no es tan fácil como repartir un lote de alimentos que nos donan. Para dar talones a las personas hace falta un control y poner de acuerdo a muchos estamentos y participantes. Pero, para la dignidad personal de los usuarios, no es lo mismo venir a la cola de Cáritas y esperar a llenar la bolsa que por ir a comprar en el supermercado como cualquier otra persona.

A finales del año pasado abrió la tienda de ropa y complementos de Cáritas en la calle Aragón. ¿Cuál es el balance de sus primeros meses en funcionamiento?

Funciona bastante bien. El proyecto Moda Re es ilusionante. y cubrimos diversos objetivos con esta iniciativa. Por una parte, aporta unas ganancias económicas para invertir en la labor social. Además, crea puestos de trabajo que se pueden cubrir con los usuarios de los programas de reinserción laboral. Por último, hay una vertiente medioambiental muy importante. El papa Francisco nos recuerda por activa y por pasiva que tenemos que cuidar de la casa común y, en este caso, recuperamos toneladas de material que se perdería en los vertedores. En muchos casos, las prendas ni se han llegado a utilizar y están perfectas. Este sistema comienza con la ropa que se deposita en todos los containers que tenemos repartidos por toda la isla. Se recoge, se selecciona y se traslada a la Península, donde se desinfecta, se pone a punto y sale como nueva. Damos una ropa con todas las garantías.

A partir de 2024 será obligatoria la recogida selectiva de todos los residuos textiles. ¿Cáritas se ha postulado para asumir su gestión?

Procesamos una media de 400 toneladas de ropa al año y, cuando entre en vigor la normativa, el crecimiento será exponencial, porque se deberá reciclar muchísima más cantidad. ¿Qué empresa hay con la misma experiencia de Cáritas en este sector, con toda la estructura ya montada y que, en vez de hacer negocio, destine las ganancias a una labor social? Ya hemos tenido contactos con los ayuntamientos y con alguno está bastante avanzado. Espero que todos los municipios cuenten con nosotros porque es una labor que acaba beneficiando a toda la sociedad. Se destina a un fin noble y saldrá mucho más económico a las administraciones.

¿Podría aprovecharse la gestión de los residuos textiles para la inserción sociolaboral?

Este es el objetivo. Aunque hubiera otra oferta económica tan barata como la nuestra, nosotros cubrimos necesidades que contemplan las empresas. Y estas acciones sociales de ayuda a las personas necesitadas que lleva a cabo Cáritas también son una responsabilidad municipal. Respetamos la libertad de cada Ayuntamiento, faltaría más, pero hay que tener en cuenta que nuestra entidad sería la más ventajoso.

¿Qué proyectos de inserción sociolaboral desarrolla Cáritas en Ibiza?

Llevamos a cabo el taller ocupacional agrícola en Can Pep Xico y ‘A Tot Drap’ [otro taller de inserción sociolaboral de reciclaje textil]. Además, llevamos a cabo labores socioeducativas y de orientación, que son un paso previo importante para encontrar trabajo.

¿Con qué se ha encontrado nada más aterrizar en su nuevo cometido?

Me ha sorprendido comprobar la increíble labor que lleva a cabo Cáritas. Cuando el obispo [Vicent Ribas] me propuso esta responsabilidad, me sentí muy honrado. Él fue párroco de Santa Gertrudis, donde yo era obrero y traté mucho con él. Para mí es un honor servir a la iglesia, a Cáritas y a él mismo, porque es una persona de gran valía y aportará grandes cosas. Tengo que agradecer también la labor y la implicación de Joan Marí, que ha dirigido la entidad en los últimos 15 años. Percibo mucha ilusión y compromiso del personal y los voluntarios de la casa, así que lo único que espero es no estropearlo. (Risas).

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