El aumento de los contagios ya se deja notar en las farmacias de Vila, que se han convertido en uno de los termómetros de la situación sanitaria, con el cada vez más común hábito de compra de test de antígenos. La mayor preocupación de la población local por el contagio, junto con la afluencia turística, se traduce en una subida sustancial de la venta de estos productos.
La farmacia en la que trabaja Iris Planas, en la avenida de España, ha vendido en menos de diez días la práctica totalidad de los test de antígenos comercializados el mes pasado. Vanesa Ventura, de una farmacia aledaña al cinturón de ronda, cuenta que han pasado de vender 50 test diarios a dar salida a 140 cada día. En la que atiende Menyem Mezioud, emplazada en el turístico barrio de ses Figueretes, las ventas llevan desde mayo en ascenso constante, y de momento no aminoran la marcha.
Los registros de las farmacias de Vila no dejan lugar a dudas. Desde hace al menos un mes, venden muchos más tests de antígenos para el coronavirus. Es, naturalmente, uno de los síntomas que refleja la nueva ola de contagios sobre las cuentas de resultados de estos negocios. Pero no es el único.
Los compradores más habituales son jubilados locales, mientras que los turistas solicitan los test de covid para viajar
Antigripales, paracetamol, jarabes o mascarillas son productos cada vez más solicitados, señala Ventura. El aumento de la demanda, advierte esta farmacéutica, convierte la previsión en necesidad. «Habíamos dejado de comprar tanta cantidad. No habrá un desabastecimiento, ni mucho menos, pero hay que preverlo».
Test para toda la familia
Pedir varios test para anticiparse a emergencias en el hogar se ha vuelto frecuente, resalta Mezioud, quien comenta que algunos clientes «piden más de una caja, para toda la familia». También lo han notado en la farmacia de Ventura: «Antiguamente la gente tenía tiritas, alcohol y agua oxigenada en el botiquín de su casa. Ahora, si hay cuatro integrantes en el hogar, hay cuatro test».
Entre semana, las ventas se concentran los lunes, explica Mezioud, puesto que, considera, algunas personas que «los fines de semana salen de fiesta» temen haberse contagiado al día siguiente.
Los que más test demandan, cuenta Planas, son los residentes más mayores. «Está viniendo gente de aquí, de edad avanzada, preocupada por algunos síntomas. Ni siquiera suelen pensar que sea covid, pero se hacen el test por si acaso. Parece que tienen más conciencia». Ventura, por su parte, coincide en la mayor precaución de los autóctonos y valora que, aunque el turista también demanda test de covid, sus motivos suelen ser diferentes. «El turista viene a hacerse el test de antígenos, pero sobre todo para cuando tiene que volver a casa. La gente de la isla es precavida, cuida a sus mayores, cuida a la gente con patologías, con enfermedades crónicas», apunta.