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Política

El concejal Joan Torres, ese «celoso señor» de «los pantalones de campana»

¿Insultaron el alcalde de Sant Antoni y José Ramón Martín al primer teniente de alcalde? Esto es lo que refleja el acta

Joan Torres en su despacho del Consistorio. | J.A.RIERA

Los plenos siempre empiezan con algo tan intrascendente como la aprobación del acta de la sesión del mes anterior, que los ediles ventilan en breves segundos. En muy raras ocasiones se origina un debate. El pasado jueves, en Sant Antoni, lo hubo. Los presentes asistieron no sólo a ese hecho asombroso, sino también a cómo el primer teniente de alcalde, Joan Torres, se enfrentaba (por enésima vez) a sus compañeros del equipo de Gobierno. Si bien admitió que el acta del pleno de mayo reflejaba correctamente lo sucedido, instó tanto al alcalde, Marcos Serra (PP), como al segundo teniente de alcalde, José Ramón Martín, a reconsiderar «las reliquias» que le soltaron cuando en mayo defendió una moción sobre la contratación de obras de arte, en concreto sobre la que Okuda debía plasmar en el asfalto de la calle de Santa Agnès. Para Torres, esas reliquias fueron «insultos».

«Es como si Jopan Torres hubiera llegado a un acuerdo con la oposición para hacer de topo, ya que, en estos tres años, sus mociones están hechas para minar y poner palos entre las ruedas a iniciativas del equipo de gobierno»

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¿Le insultaron realmente el alcalde y el segundo teniente de alcalde? Insultos como tales no aparecen en el acta, pero todo depende de las interpretaciones personales y de lo fina que se tenga la piel. José Ramón Martín, por ejemplo, calificó la moción de Torres de «atentado cultural» y dijo que el del Pi había «quedado anclado en la época de la chaqueta de pana y los pantalones de campana», un tono que llama la atención porque se supone que gobiernan juntos. Torres es ese «generador de polémica que necesita periódicamente su dosis de protagonismo» y que «parece un infiltrado dentro del equipo de gobierno». No lo dijo el PSOE, sino el edil de Cs. «Es como si hubiera llegado a un acuerdo con la oposición para hacer de topo, ya que, en estos tres años, sus mociones están hechas para minar y poner palos entre las ruedas a iniciativas del equipo de gobierno», añadió Martín, dado a metáforas hiperbólicas: «Creo que el señor Torres se equivoca de socios de gobierno y que, para poner celosa a su amada, va a rubricar el pacto de gobierno sin estar convencido, y ahora, cuando ha querido volver a los brazos de su pareja, esta le ha rechazado y sólo le quedan un par de flirteos antes de que llegue el divorcio y todo se acabe».

Curiosamente, ni Torres dimitió (o pidió el divorcio) tras lo escuchado ni el alcalde lo mandó a la bancada de la oposición (o lo repudió). Porque Marcos Serra, tal como refleja el acta, coincide con Martín en que el primer teniente de alcalde «quiere limitar la acción de gobierno de otras concejalías» y desea «bloquear iniciativas». Torres, ese edil, según Serra, «acostumbrado a retardar todas las obras públicas» («hacer las cosas deprisa y corriendo no va con él, que prefiere ir lento y no hacer nada»), que presentó una moción «infumable» y al que, sin mentar explícitamente, recomienda dedicarse a otra cosa: «Todos los que necesitan tantas comisiones y estudios y más estudios, sería mejor que se quedasen en casa».

«Hacer las cosas deprisa y corriendo no va con Joan Torres, que prefiere ir lento y no hacer nada»

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Insultos, no, pero sí que ambos dejaron a Joan Torres a la altura del betún, como un vago, un topo, un infiltrado y un inepto («hay que venir más estudiado a gobernar», le soltó el alcalde).

Ninguno se retractó el jueves: Marcos Serra insistió en que no había cambiado de opinión, y José Ramón Martín, en que no le «faltó al respeto». Y quedan 11 meses para las elecciones.

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