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Unas ‘sargantanes’ de cuento

Los alumnos de tercero del colegio L’Urgell adaptan el relato ‘L’Assemblea de les Sargantanes’ en una obra de teatro

Unas ‘sargantanes’ de cuento

Se abre el telón y aparece una abuela contándole a sus nietos una historia sobre cómo un día las lagartijas llegaron a salvarse de sus principales depredadores, las serpientes. Los niños le responden con los tipos de sargantanes: sargantana de Sant Rafel, sargantana de s’Espartar, de sa Conillera, sargantana negra de ses Bledes, la de sa Punta des Trucadors y la sargantana de es Vedrà. Así empezó ayer la obra que interpretaron en Can Jeroni (Sant Josep) la clase de ‘les Mandarines’ de tercero del colegio L’Urgell. Una adaptación al teatro del cuento ‘L'Assemblea de les sargantanes’, de Meritxell Rius e ilustrado por Paquita Marí Boned.

Los familiares de los alumnos aplauden en un momento de la representación. Vicent Marí

Las pequeñas risas de los niños empezaron a oírse por el recinto, puede que por nervios o por vergüenza. Poco a poco se fueron vislumbrando los cuerpos de más niños que estaban vestidos de lagartijas, colocándose en fila para hablar sobre el problema que estaban teniendo: las serpientes se las estaban comiendo y tenían que encontrar una solución a ello. Tras propuestas como declarar la guerra, una sargantana propuso que se disfrazaran de serpiente para pasar desapercibidas.

Las ‘sargantanes’ entran a escena representando a una serpiente para buscar una solución al problema que están viviendo: las serpientes se las comen. Vicent Marí

De un momento a otro, las lagartijas salieron y una niña apareció disfrazada de nave porque iba a «buscar sargantanes a Marte». Cuando salió del escenario, las familias empezaron a aplaudir y eso indicó que acababa un acto para empezar otro.

El engaño

Las sargantanes volvieron a entrar al escenario, pero esta vez en fila cogiéndose unas a otras representando ser una serpiente. Mientras se movían apareció en acción una serpiente y empezaron a hablar. La sargantana que ahora era una serpiente, le dijo a la serpiente verdadera que tenía dolor de barriga y el médico le había dicho que no debía comer más lagartijas. La serpiente, viendo que un experto lo había dicho, decidió adoptar el consejo y dijo «no comeré sargantanes» con una disimulada risa y se fueron todos del escenario.

La nave volvió a aparecer indicando de nuevo que el acto había terminado. Las lagartijas subieron a escena y mencionaron que una bióloga les había ayudado con el problema. La abuela, que había intervenido en algún momento como narradora, habló a sus nietos para dar fin a la obra y de repente todos los niños se juntaron hablando de espaldas al público. Al girarse los alumnos mostraron un cartel reivindicando «SOS sargantanes Pitïuses».

La obra no acaba aquí, pues la bióloga Antònia Cirer informó de que el miércoles que viene en el colegio los niños van a repartir trampas para serpientes para que los voluntarios las capturen». Fina Orijuela, tutora de la clase, quedó muy satisfecha con el resultado de la obra de sus alumnos.

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