La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal que explotaba sexualmente a personas transexuales en Madrid y Valencia, a las que prostituían en clubes de alterne donde las obligaban a estar disponibles las 24 horas del día y a consumir sustancias estupefacientes. De las 10 detenciones, una se ha producido en Ibiza, según ha informado la Dirección General de la Policía Nacional a través de un comunicado.

La operación policial durante la que se ha arrestado a 10 personas –tres en Madrid, tres en Valencia, dos en Marbella, una en Ibiza y otra en Zaragoza-, ha concluido con el registro de tres domicilios en Valencia y dos en Madrid, en los que se ha incautado 18.715 euros, 6.605 dólares, relojes de alta gama, diversas cantidades de cocaína, hachís, éxtasis líquido y popper, potenciadores sexuales y anabolizantes, así como material informático y documentación relevante para el esclarecimiento de los hechos.

La operación policial, con la que se da por desmantelada la organización, ha permitido también la liberación de dos víctimas.

La investigación se inició en agosto del año pasado con una denuncia que ponía a los agentes sobre la pista de una organización criminal que se dedicaba a la explotación sexual en las comunidades autónomas de Madrid y Valencia.

Las diversas indagaciones permitieron a los investigadores confirmar la existencia de la red criminal, asentada principalmente en estas dos ciudades, pero con ramificaciones en otras localidades del territorio nacional. Las víctimas transexuales era obligadas a prostituirse en clubes de alterne de las dos capitales.

El entramado contactaba con las víctimas, todas de origen sudamericano, que se encontraban en España ejerciendo la prostitución, para ofrecerles una mejora en sus condiciones de trabajo aprovechando su situación de vulnerabilidad.

Cuando aceptaban y comenzaban a trabajar en alguno de los clubes de la organización, se las informaba de las verdaderas condiciones, que incluían la disponibilidad 24 horas al día y el consumo obligatorio de drogas.

La organización desarticulada, formada por ciudadanos de varias nacionalidades, estaba perfectamente jerarquizada y contaba con un reparto de papeles bien definido. Una vez que tenían a las víctimas bajo su influencia, ejercían un férreo control sobre ellas, sometiéndolas a un estricto sistema de multas económicas que en muchas ocasiones suponía realizar servicios sexuales sin percibir cantidad alguna.