Si alguien tiene la esperanza de que en un futuro a corto o medio plazo se arregle la situación de la (carísima) vivienda en Ibiza y Formentera, que se vaya olvidando. Omar García, director del Centro de Negocio Inmobiliario de CaixaBank en Balears, advierte de que «la demanda de inmuebles en estas islas no cambiará» y de que nada parece indicar que los precios tiendan a moderarse en breve, al contrario. ¿La culpa? La demanda de ciudadanos extranjeros cuyo poder adquisitivo es mucho más elevado que el nuestro y que, en comparación, consideran que los precios de las Pitiusas son más asequibles que los de su país.

García fue uno de los integrantes de la mesa redonda celebrada ayer en el Club Diario de Ibiza que bajo el título ‘La falta de vivienda, freno al desarrollo económico de Ibiza y Formentera’ analizó la crisis habitacional que sufrimos y sus repercusiones, especialmente perceptible en la carencia de mano de obra que se padece este año. También participaron Jeffrey Fernández, delegado en Ibiza y Formentera del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria y de la Asociación de API Balears; Fernando Fernández, secretario general de la UGT pitiusa, y Maria Àngels Marí, secretaria general de la Pimeef. La mesa fue moderada por el abogado Juanjo Ferrer, y previamente inauguró el acto mediante una ponencia el conseller balear de vivienda, Josep Marí Ribas.

De las 14.000 operaciones de compraventa que se produjeron en Balears el pasado año, 7.200, más de la mitad, correspondieron a extranjeros

Omar García explica que, actualmente, el mercado inmobiliario pitiuso está «muy activo y dinámico», con un incremento interanual de las operaciones del 32%, y que en nuestras islas se está produciendo un hecho diferencial respecto a España: «La compra de viviendas por parte de extranjeros». Así, de las 14.000 operaciones de compraventa que se produjeron en Balears el pasado año, 7.200, más de la mitad, correspondieron a extranjeros.

El director balear del Centro de Negocio Inmobiliario de CaixaBank deja por sentado que es una demanda que «no se puede parar porque estamos en la Unión Europea», es decir, que no se puede evitar que un austriaco pueda comprar una casa donde le venga en gana. Y además avisa de que esta situación «va al alza», va a más porque Balears es «una zona atractiva para extranjeros», pero no por nuestras calas y sol. Por nuestros precios. A nosotros nos puede parecer casi inasequible lo que cuesta una casa en Ibiza, pero no a un alemán o a un holandés, nacionalidad esta última que según avisó el pasado viernes Jeffrey Fernández durante el encuentro de agentes de la propiedad inmobiliaria, es la que se está lanzando a invertir en la adquisición de viviendas en las Pitiusas. Ese atractivo económico radica en el coste del metro cuadrado: «En las ciudades de Alemania, el coste medio del metro cuadrado oscila entre los 6.400 euros y los 11.400 euros. En nuestras islas, entre 4.700 y 7.600 euros. Por eso, porque somos más baratos, seguirán viniendo aquí a comprar», recalca Omar García. «Somos -añade- la España llenada. Mucha gente quiere vivir en estas islas».

«En las ciudades de Alemania, el coste medio del metro cuadrado oscila entre los 6.400 euros y los 11.400 euros. En nuestras islas, entre 4.700 y 7.600 euros. Por eso, porque somos más baratos, seguirán viniendo aquí a comprar»

En lo que llevamos de año «se ha multiplicado por tres la compraventa» en las Pitiusas, entre otras razones «por la expectativa de subida de tipos de interés». La combinación de todos esos factores hace pensar al ejecutivo de CaixaBank que «la demanda de viviendas no cambiará en estas islas», donde ya se ha producido un aumento de los precios del 11% que posiblemente será aún mayor en breve debido a la inflación que están experimentando los materiales de construcción.

Lo que tiene claro García es que el Govern balear «no podrá dar solución a la demanda», al menos mediante la construcción de viviendas de protección oficial, que son pocas para el volumen demandado y que, debido a la burocracia, tardan años en convertirse en una realidad. En ese sentido aportó una idea revolucionaria y políticamente incorrecta: «Hay que replantearse el modelo urbanístico: si no queremos consumir suelo, hay que replantearse aumentar la edificación, tener más altura», así como (y esto no es nuevo) «reconvertir los bajos comerciales en viviendas».

El diagnóstico de Josep Marí Ribas, conseller de Movilidad y Vivienda del Govern balear, que inauguró la jornada, es que hay una fuerte demanda de vivienda ocasionada tanto por «el crecimiento sostenido de la población» como por «más turismo residencial que compra o alquila segundas residencias». Así, la oferta «no crece al mismo ritmo» que la demanda en nuestro territorio limitado: «Y no podemos generar suelo ilimitadamente». Las Pitiusas tienen, a su juicio, un problema «estructural que dificulta acceder a una vivienda asequible y digna», por lo que «urge que las administradores den una respuesta a esta crisis habitacional urgente».

La suya, el Govern, prevé proporcionar próximamente (algunas antes del final del verano) 153 viviendas, de las que unas 60 aún están en proyecto y el resto a punto de que se ponga el último ladrillo. Marí coincide con el directivo de CaixaBank en que «son demasiado pocas», si bien opina que las VPO son «la mejor fórmula para estabilizar el mercado» de manera que pueda acceder a ellas «gente que no puede ir al mercado libre». También saca pecho por las ayudas del Ejecutivo balear al alquiler: «La vivienda está en el centro de la acción de la política de este Govern», afirma.

«Se necesitan pactos políticos para que haya una visión a largo plazo sobre este problema» y «políticas activas de vivienda»

El problema sobre esas ayudas al alquiler, como señala Maria Àngels Marí, secretaria general de la Pimeef, es que son para alquileres de hasta 900 euros: «Ojalá los hubiera a ese precio aquí. Las ayudas deben ser reales», exclama. El problema de la vivienda está provocando estragos en las plantillas de los socios de la patronal, indica Marí: «Se necesitan pactos políticos para que haya una visión a largo plazo sobre este problema» y «políticas activas de vivienda». Cree que buena parte de la culpa del encarecimiento sin precedentes de los inmuebles es que «desde hace un par de años, a mucha vivienda residencial se le da un uso turístico».

Para la secretaria general de la Pimeef, se ha construido «muy poca VPO en los últimos 20 años. Vamos con retraso. La Administración va por detrás de las necesidades», acusa, al tiempo que señala que los precios de algunas de esas viviendas protegidas son inasumibles para muchos trabajadores porque los bancos no les financian la operación si no aportan una parte muy importante de la tasación en metálico. Fernando Fernández, secretario general de UGT en Ibiza y Formentera, se queja justo de lo mismo. El sindicalista, además, también considera que ha sido «la conversión de gran parte de la vivienda residencial en turística» lo que ha provocado el aumento brutal de los precios de alquiler.

Fernández, que apuesta por la regulación del alquiler, acusa a las empresas turísticas de Ibiza de proporcionar vivienda sólo a determinados trabajadores, como «los jefes de departamento, pero no a todos los empleados»

Fernández, que apuesta por la regulación del alquiler, acusa a las empresas turísticas de Ibiza de proporcionar vivienda sólo a determinados trabajadores, como «los jefes de departamento, pero no a todos los empleados», que «se tienen que buscar la vida» y al final acaban residiendo «en caravanas y en tiendas de campaña». A su juicio, «sí hay vivienda, pero se especula con ella». Tampoco cree que se solucione este problema en Ibiza con la construcción de VPO e instó a que se obligue a los nuevos hoteles a destinar parte de su complejo a viviendas para sus plantillas, algo en lo que coincide Jeffrey Fernández, quien indica al respecto que una de las consecuencias del aumento de categoría de los establecimientos turísticos es que también se incrementan su plantillas, de manera que «se tensa aún más el mercado».

Según Jeffrey Fernández, «lo primero que hay que decidir en Ibiza es si hay que construir más o adaptar lo que hay. Lo demás serán parches». Advierte al respecto que «si crecemos más, podemos convertir Ibiza en un Benidorm gigante. Los bancos estarán contentos porque harán más hipotecas, y los promotores y constructores también estarán encantados. Y no parará de venir gente. Pero desaparecerá la calidad de vida de los residentes». Y en cuanto a detener en seco el avance del ladrillo, «a ver quién le pone el cascabel al gato y dice que no se construyen más viviendas».

«Lo primero que hay que decidir en Ibiza es si hay que construir más o adaptar lo que hay. Lo demás serán parches»

Respecto a la posibilidad de regular los alquileres, arremete contra la Administración porque «no ha hecho sus deberes en 20 años». «Lo fácil ahora es que cargue la responsabilidad sobre los propietarios y decir que son avariciosos y los culpables».

Para evitar que los precios sigan su particular escalada, propone «bonificaciones, cambios en las legislaciones absurdas sobre okupas y en la Ley de Arrendamientos Urbanos» y la modificación de las tributaciones para que aquellos que adquieran viviendas «para dar pelotazos y especular», sean especialmente gravados «si venden en menos de cierto tiempo».