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Una ibicenca malvive en un almacén al no poder costearse un alquiler

Junto con su pareja, decidió irse a la península y esperar a que los precios de las viviendas bajaran, pero al volver no ha encontrado un piso asequible para vivir a pesar de que ambos trabajan

Imagen de archivo de un anuncio de alquiler de un local de Eivissa. | J. A. RIERA

«Mi pareja y yo empezamos a buscar un piso de alquiler cuando decidimos mudarnos juntos», cuenta Marta (nombre ficticio). Esto fue en septiembre de 2020 y no consiguieron nada razonable. «Nos pedían aproximadamente 5.000 euros para entrar en un piso que teníamos que dejar libre en mayo», añade. «Encontrábamos alguno que otro por 2.000 euros, pero con unas condiciones pésimas: pisos antiguos, fachadas y escaleras mugrientas. Y no solo eso, encima con exigencias como no tener mascotas o no fumar, no traer visitas, no tener hijos... Algo absurdo, después de pagar 2.000 euros al mes por un cuchitril», denuncia.

Ante ese escenario, decidieron hacer las maletas y probar suerte en la península. «Dejamos nuestros trabajos y nuestra pequeña y preciosa isla con mucha pena. Nosotros buscábamos algo para todo el año y solo queríamos estabilidad como pareja, además de tener un techo donde dormir tranquilamente sin tener que compartirlo con desconocidos. Nunca sabes qué puede pasar... Conozco a gente que se ha despertado sin maletas, sin dinero y hasta sin papeles por hacer estas cosas», lamenta Marta.

Finalmente volvieron, pero de nuevo sin tener alojamiento. «Yo soy nacida aquí y no nos quedó otra que acudir a un almacén y aquí vivimos desde entonces», explica. Como es lógico, no están a gusto y, además, viven con el miedo de que les echen y tengan que volver a buscar dónde quedarse. «No tenemos un contrato legal para poder reclamar, por ejemplo, si tenemos goteras», subraya.

Esta joven ibicenca, de 25 años, lamenta que, durante todo el tiempo que han estado buscando vivienda, no les tomaban en serio por el hecho de ser jóvenes. «Creían que no seríamos capaces de pagar, por ejemplo, 1.500 euros mensuales. Creo que todo el mundo ha sido joven en algún momento de su vida y ha querido vivir e independizarse con su pareja. Me parece ridículo que, a día de hoy, nos tomen como ninis o como irresponsables por ser jóvenes. ¿En qué mundo vivimos?», critica.

Alquiler para dos meses

Por su parte, Blanca Rosales asegura que no encuentra «absolutamente nada» para un par de meses en Formentera. Es autónoma y vive en Barcelona, pero ha conseguido un contrato para julio y agosto en la isla; sin embargo, ve inviable, a día de hoy, poder desembarcar en Formentera. «Me hace falta facturar esos dos meses porque aquí [en Barcelona], en verano, no tengo trabajo», cuenta, «pero no tengo alojamiento».

«Los precios son descabellados y, por mi trabajo, tengo la suerte de que podría pagarme una habitación de 800 euros, pero es una auténtica barbaridad porque es lo mismo que pago por mi piso entero con aparcamiento», lamenta. Aun así, solo ha encontrado tres habitaciones disponibles con otro problema añadido: las alquilan para toda la temporada. «Si la necesitas para tiempo limitado, estás vendido», añade. De pisos para vivir ella sola no quiere ni hablar. «Te piden miles de euros nada más entrar», critica.

Rosales dice que, incluso quien la contrata, está buscando alojamiento para ella. «Necesita que yo trabaje para él y tampoco encuentra nada para mí», concluye.

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