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Fiestas

Fiestas patronales en Ibiza: Un baptisterio en toda regla para Puig d’en Valls

El día grande de la localidad celebra la bendición del nuevo espacio para los bautizos

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Fiesta patronal de Puig d'en Valls

Como recuerda el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, al inicio de la misa de fiesta, Puig d’en Valls es un pueblo nuevo. Su templo, dedicado a Nuestra Señora Madre de la Iglesia, se erigió en 1971 y hasta 1976 se consideraba como parte de la vecina localidad de Jesús. Este núcleo se desarrolló a partir de los años 50 del siglo pasado, sobre todo con ibicencos del norte de la isla, que levantaban casas unifamiliares cerca de la ciudad y de las grandes fincas de los señores de Dalt Vila.

Aunque interno, este proceso migratorio ha tenido consecuencias en su parroquia. «Normalmente, los vecinos buscan otras iglesias con historia para los bautizos y aquí en Ibiza son bellísimas», explica el párroco de la localidad, Francey Gómez.

Contra esta tendencia tradicional, en el último año Gómez se está encontrando con que «hay un boom de bebés y una lista considerable para bautizos en nuestra parroquia». «Se ha despertado el interés y estamos contentos», valora. A partir de ahora, el sacramento se podrá recibir en el baptisterio bendecido ayer por el obispo, que se ha habilitado en lado opuesto a la entrada.

El coro canta junto a la pila bautismal. J.A.Riera

«Antes solo teníamos una pequeña pila bautismal, no un baptisterio como tal», detalla el párroco. Junto a la nueva pila, de piedra natural escafilada, destaca también un cuadro de gran tamaño del bautizo de Jesucristo en el Jordán, obra del pintor de Sant Antoni Carlos Genicio.

‘Ball pagès’ y carros

El boom de bebés mencionado por el párroco puede confirmarse en la exhibición folclórica posterior a la misa de fiesta, a cargo de las agrupaciones de la localidad: Colla de Puig d’en Valls y Es Xacoters de sa Torre. Entre la veintena de balladors y sonadors, destacan dos bebés de pocos meses que llevan sus madres en brazos en un momento de la danza.

«Estrena ahora mismo el vestido de pagesa que le hemos encargado», indica Paula Ferrer mientras descansa con la pequeña Emma tras el espectáculo. La presidenta de la Colla de Puig d’en Valls, Yolanda Costa, con su hija Iria. ha sido la otra responsable de esta sorpresa que ha celebrado la numerosa concurrencia reunida en la plaza del pueblo.

«Antes solo teníamos una pequeña pila bautismal, no un baptisterio como tal»

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Ella tampoco ha visto nunca unas madres participar en una ballada con sus bebés en brazos, aunque no puede confirmar que sean las primeras en tomar la iniciativa. «Ha sido un poco improvisado. Habíamos acordado vestir de pageses a las niñas, pero no teníamos claro si sacarlas o no», recuerda. Sus posibles temores a la reacción de las pequeñas eran infundados, porque se las ha visto risueñas en todo momento.

Tras el ball pagès, toca la hora del desfile de carros. La docena de participantes van preparando sus carruajes y caballos, durante la misa, en la explanada junto al campo de fútbol. Abundan los carros de barana, como el de Vicent Guasch, que fue comprado por su familia en 1962. «Tanto mi abuelo como mi padre eran carreteros. Como no había camiones en la época, cargaban leña hasta al puerto o algarrobas y también arena o grava con un carro de calaix».

Restauración

El resto de los carros de barana han necesitado un buen trabajo de reparación. «Hoy en día es prácticamente imposible encontrar uno en buen estado», apunta Mariano Malacosta. Él ha comprado cuatro, que restaurado junto a su yerno. «Suelen estar almacenados y los propietarios piensan que están bien al estar resguardo. Pero si no los vas cuidando, se carcomen y luego hay que cambiarles casi toda la madera», precisa.

Roberto Ortega ha construido un carro modelo 'charrette' con material reciclado

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Roberto Ortega se animó a construir un carro con sus propias manos, «todo con material reciclado», destaca. Es un vehículo charrette e invirtió un mes y medio de trabajo, en sus ratos libres, y está más que satisfecho con el resultado. «Es muy cómodo».

De pequeño, y hasta los 16 años, Pep Ribas y su familia iban los domingos en carro desde Benimussa a Sant Josep. «Íbamos siete u ocho y tardábamos 45 minutos. Desde que tuvimos coche, mi padre protestaba porque siempre llegábamos tarde a los sitios, cuando antes llegaba una hora antes a las fiestas del pueblo.

Durante el desfile, además de los carruajes, acaparan la atención de todas las cámaras Carmelo, el burro que tira del carro de Valentina García, y Tito, el pequeño poni que arrastra el cabriolé de Joan Vaquer.

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