Diario de Ibiza

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Turismo

Un verano sin covid pero con numerosas amenazas en ciernes en Ibiza

A los problemas de siempre se suman este año el conflicto de Ucrania y el alza de los precios

Turistas en una playa la pasada Semana Santa.

Después de un año en blanco (2020) y de otro a medio gas (2021), existe la esperanza de que todo vuelva por sus fueros esta temporada. Todos los sectores confían en que sea el año de la recuperación, pero también todos son conscientes de que en el panorama económico, social e internacional se ciernen numerosos nubarrones, amén de problemas seculares, irresolubles o que año tras año se acentúan.

La guerra en Ucrania, el precio del combustible y de los billetes de los aviones son problemas que este año se suman a otros a los que, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado, como las fiestas ilegales, los atascos, el hedor de las depuradoras...

¿Volverán los británicos?

Si algo se echa de menos de la época precovid es a los turistas británicos. Eran los mayoritarios (900.000 nos visitaban) y de los que más gastaban durante sus vacaciones. José Antonio Roselló, vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), es optimistas y confía en que volverán: «No hay más que recordar lo que ocurrió hace un año, cuando cerró Portugal y, de repente, empezaron a llenarse los hoteles ibicencos que acogen normalmente a familias». Cree que Reino Unido «se reactivará y este año será, probablemente, igual que antes de la pandemia en cuanto a número de turistas de ese país». Señala que ese país «intentó retener, anclar, a sus ciudadanos durante la crisis sanitaria, pero ya no puede. La cosa pinta bien este año». Lo mismo opina Juan Miguel Costa, director insular de Turismo de Ibiza: «Se recuperarán este año, salvo que ocurra algo externo imprevisto. Pero en condiciones normales, sí volverán buena parte de esos 900.000 británicos que veraneaban aquí antes de la crisis sanitaria».

Reino Unido «se reactivará y este año será, probablemente, igual que antes de la pandemia en cuanto a número de turistas de ese país»

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¿Hay que temer a Turquía, Grecia o Croacia?

La respuesta de Roselló es no: «Turquía podría verse afectada, por cercanía, por la guerra. El resto de países, como Croacia, Túnez o Grecia, no tendrán problemas, pero no creo que puedan hacernos daño. Tenemos un buen nombre, no creo que haya que preocuparse, si bien tampoco eso estaría mal porque la competencia es sana».

¿Y nos afectará el conflicto entre Rusia y Ucrania?

«Ya está afectando. La guerra será, además, larga y tendrá un efecto macroeconómico a medio plazo. Está por ver que afecte al turismo, todo dependerá de si la crisis se agudiza y es generalizada», señala el vicepresidente de la CAEB. «También dependemos de lo que pase con Alemania y sus compras de gas ruso. En todo caso, los problemas podrían ser más patentes en 2023», avisa. No obstante, señala que «los consumidores hacen hucha para sus vacaciones, aunque haya crisis. Y hay que tener en cuenta que esta pandemia ha generado dos tipos de consumidores: los que tienen renta embolsada y desean gastarla, y los que lo han pasado mal. Estos últimos, a pesar de todo, también hacen hucha para sus vacaciones». Aun así, matiza que en esta guerra «caminamos permanentemente por el filo de la navaja». Teme que haya «una escalada de la tensión», de la que entonces «sí saldríamos mal parados si se comete algún error».

En esta guerra «caminamos permanentemente por el filo de la navaja». Teme que haya «una escalada de la tensión», de la que entonces «sí saldríamos mal parados si se comete algún error».

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¿Subirán por las nubes los billetes de avión?

El turismo depende, en buena parte, del precio de los billetes de aviones, y estos, a su vez, del coste del combustible, que está disparado: «Actualmente es más una amenaza que una realidad. Dependerá del precio del petróleo. Una subida drástica del barril se convertiría en una amenaza. Ya se está produciendo un incremento de los precios de los billetes, si bien hay compañías que están intentando evitarlo porque afecta a la demanda», indica Roselló. Por su parte, el director insular de Turismo considera que algunos precios desorbitados que ya se han visto en las webs de reservas son casos «puntuales que se producen cuando hay demandas exageradas para diversos contenidos programados en la isla». «Quiero pensar -prosigue- que luego se normalizará». Ana Gordillo, presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de las Pitiusas, también sugiere que esos billetes tan caros «se notan en días puntuales. Los fines de semana, los más elevados. Entre semana, los más asequibles». «Esperamos -añade- que el incremento de los carburantes no repercuta en el coste de los vuelos. Puede ser un problema si viajar desde Madrid cuesta lo mismo que ir al Caribe. Eso repercutiría, sobre todo, en las clases medias».

Empiezan las prohibiciones de la Ley Turística

El decreto ley 3/2022, de 11 de febrero, de medidas urgentes para la sostenibilidad y la circularidad del turismo de Balears recoge que este mismo verano deberán prohibirse los autodispensadores de bebidas alcohólicas, según recuerda Alicia Reina, presidenta de la Asociación Española de Directores de Hoteles. Los dispensadores que ya existan «únicamente pueden ser utilizados por el personal propio del establecimiento». Habrá que ver cómo se lo toman algunos turistas. También recuerda Reina que es el fin de los llamados «productos adicionales», artículos de acogida o gentilezas, los amenities. Según ese decreto, los «no realizados en material plástico de un solo uso», sólo podrán estar disponibles «a petición del cliente». Sí se podrán utilizar «recipientes rellenables estáticos». Según Ana Gordillo, a los hoteleros les «han surgido muchas dudas» sobre qué productos pueden o no dar al cliente. De ahí que hagan continuas consultas al Govern para que las aclare. Además, se acabaron «las monodosis en los desayunos», por ejemplo las de mantequilla o mermelada: «Lo surrealista es que luego vas al supermercado y te encuentras todo lleno de envases y plásticos. Se fastidia siempre al mismo. Es un engorro para la pequeña y mediana empresa, pues supone dificultar las cosas».

¿Se recuperarán o superaránlas plazas de 2019?

La meta es volver al año 2019. Desde entonces se ha producido un declive que ahora se intenta remontar, por ejemplo en el caso de las plazas aéreas. Juan Miguel Costa confía en que «se igualen las que había hace tres años». AENA ha informado al Consell de que «han aumentado un 5% respecto a 2019... Otra cosa es cómo vengan de cargados los aviones». Y tiene otro reparo: «Hay que tener cuidado con las previsiones. A veces son muy buenas pero 15 días antes empiezan las cancelaciones. Pero no tenemos esa sensación. Tenemos los buenos datos ofrecidos por Jet2, que nos dijo en la World Travel Market que incrementarían sus plazas un 14%. Y el resto de compañías están en eso: o aumentar o mantener lo de 2019».

La conselleria balear de Medio Ambiente anunciaba en enero que el centro de visitantes del Parque Natural de ses Salines reabriría en primavera... pero aún no saben la fecha concreta

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Cerrados por obras o a la espera de finiquitar «flecos»

Quien nos visite con ánimo de pasar una vacaciones culturales tendrá a su disposición numerosos museos, pero no todos. La conselleria balear de Medio Ambiente anunciaba en enero que el centro de visitantes del Parque Natural de ses Salines reabriría en primavera... pero aún no saben la fecha concreta: «Estamos cerrando los últimos flecos», según un portavoz. Creen, no obstante que «ya podrá estar abierto cuando empiece el verano». El yacimiento fenicio de sa Caleta, que acumula varios años cerrado, deberá esperar al menos otros dos, en el mejor de los casos (aviso: todo siempre va a peor). Y el Museo Arqueológico de Dalt Vila, sin funcionar desde 2010, va camino de batir el récord de tiempo que estuvo cerrado el Museo de la Necrópolis del Puig des Molins. El Gobierno prevé invertir allí este año 1,2 millones de euros, pero quedan muchos más de intervenciones, si se deciden algún día a ejecutarlas, claro.

Misión (casi) imposible en Sant Antoni

Lo van a tener difícil los turistas (ya lo tienen los residentes) que quieran aparcar su auto alquilado en Sant Antoni. Más que otros años. Y aún más desde que se suprima (por orden judicial) el parking disuasorio de ses Variades. Los ediles del equipo de Gobierno tienen «la encomienda del alcalde» de detectar solares vacíos para paliar ese problema, cuenta Joan Torres, responsable de Obras Públicas y Movilidad. Torres ya negocia con varios propietarios la cesión temporal de diversos terrenos a cambio de que no abonen el IBI. Temporal, porque nadie quiere tratos de larga duración, asegura: «Todos desean tener disponible el terreno al acabar la temporada». Temporal también significa que no podrá ser asfaltado y es sinónimo de barro y polvo. De momento hay uno de 6.000 metros cuadrados casi apalabrado al lado del supermercado Lidl, y un par más «pendientes» que están próximos y que permitirían aliviar el escaso estacionamiento de esa población. Otra de las medidas que se perseguían para remediar ese problema era aplicar la zona azul este mismo verano, pero su licitación sufre un mes de retraso: hace unos días se tuvo que aprobar en pleno un cambio en el pliego de condiciones porque, «por un error de transcripción», no coincidía el número de plazas asignadas con el que aparecía en la memoria. Torres calcula que, si no hay contratiempos, aún podría reactivarse en el estío: «Otra cosa es que convenga hacerlo en plena temporada», avisa. El PSOE rechaza ese tipo de control porque cree que no resuelve el problema del pueblo, donde «hay sólo 900 plazas en zona azul para más de 20.000 coches censados», según Simón Planells, su portavoz. Los hoteleros quieren, sin embargo, «reimplantarla» y critican que no funcione ya: «Tendría que estar en marcha a estas alturas, pues los hoteles abiertos ya tienen una buena ocupación. Serviría para dinamizar y activar el comercio, pues ahora los coches no se mueven en todo el día», indica Ana Gordillo.

De momento hay un terreno de 6.000 metros cuadrados casi apalabrado al lado del supermercado Lidl, y un par más «pendientes» que están próximos y que permitirían aliviar el escaso estacionamiento de Sant Antoni

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Vuelven las aglomeraciones y los atascos

Varias carreteras de Ibiza vuelven a sufrir los atascos de costumbre de la era precovid, y eso que aún estamos a comienzos de mayo: las salidas y entradas de Vila y Sant Antoni, por ejemplo. Y también se esperan para este verano las habituales aglomeraciones en zonas muy sensibles medioambientalmente, como frente a es Vedrà. Sant Josep ya ha avisado de que incrementará la presencia policial en esa zona, especialmente durante la puesta de sol, para evitar el estacionamiento incontrolado en plena carretera. Habrá que ver si tiene tantos agentes como para impedir la masificación allí y para acabar con los botellones en Cala de Bou y Platja d’en Bossa. El Consistorio es consciente de que será «un verano complicado», en el que, por cierto, nada se sabe de esa propuesta de limitar el tráfico de acceso a ses Salines, que se lleva arrastrando desde hace dos décadas y que fue resucitada hace un año por el Govern.

Duras medidas para un fenómeno descontrolado

La vuelta al turismo previo a la crisis sanitaria es también el regreso a las andadas: a depuradoras fétidas, al caos de los fondeos de embarcaciones sobre posidonia (todos los puertos deportivos han colgado el cartel de completo para julio y agosto), a la oferta ilegal de pisos, a la escasez de vivienda para trabajadores (y al consiguiente problema para completar plantillas), a la invasión de taxis ilegales, a la venta ilegal ambulante (que Sant Antoni intenta frenar con policías a bordo de motos acuáticas), a la polémica con los beach clubs y a las fiestas ilegales, que ya han comenzado. El Consell ha sacado a licitación un contrato para que un par de detectives investiguen esas fiestas y la comercialización de estancias turísticas no regladas. Sólo para julio y agosto. El Govern, además, sancionará con fuertes multas (hasta 300.000 euros) tanto a los organizadores de esas fiestas como a los participantes y al propietario de inmueble.

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