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Teo Munay, de Formentera: «La gente me ve masculino, pero mis hijos me llaman mamá»

Se considera a sí mismo persona no binaria y reivindica la igualdad en el Día de la Madre

Teo Munay con sus cinco hijos en Formentera C. C.

Dicen que madre no hay más que una, pero para Teo Munay Asensio la palabra ‘madre’ se quedó pequeña hace tiempo. «Hemos crecido con la frase de que tu madre es la que te cuida, educa…, pero no tenemos en cuenta que hay muchos tipos de madre; hay madres de acogida, madres que son varones, madres que son abuelas. La palabra madre abarca a cualquier persona que cuide con mucho amor a los niños», dice este formenterés.

Por su nombre podríamos pensar que es un hombre, pero Teo nació siendo mujer. «Soy mamá, aunque me defino como persona de género no binario», explica. Tiene cinco hijos a los que cría solo. O sola. Y es que, según el día se siente de una manera u otra. «Siempre había sentido que no era mujer como tal, pero no le podía poner nombre. Hay días que me siento hombre y otros que no quiero ser ni lo uno ni lo otro», sostiene.

Lo que siempre ha tenido claro es que daría la vida por sus hijos. Munay es quien les acompaña en sus nuevos pasos, problemas y logros; es quien les escucha y apoya, y la persona encargada de ponerles límites. También le ha tocado dar explicaciones en más de una ocasión. «La gente me ve masculino, pero mis hijos me llaman mamá», dice. «Esto es lo que más choca», añade.

Pero los menores no le han pedido nunca explicaciones. Este es el mensaje que quiere transmitir en el Día de la Madre. Crecieron viendo a Munay con aspecto femenino, pero hace cinco años empezó la transición tras separarse de su ahora expareja tras sufrir malos tratos. Tiene 39 años y hace cinco experimentó lo que significa «ser libre». «Es cuando empecé a buscar ese equilibrio con el que estar bien conmigo mismo», señala.

Un año después pasó por quirófano para hacerse una histerectomía, una operación para extraer el útero de la mujer. «Lo de los ovarios y tener la regla es algo que nunca he aceptado», cuenta. Quería incluso operarse antes de empezar la transición. «Cuando nacieron los niños me hice una ligadura de trompas. Después, hablé con el endocrino para que me diera cita con el ginecólogo y todo fue muy rápido», explica.

De saberlo, seguramente lo hubiera hecho antes. «Fue la mejor decisión de mi vida», suspira. Cuando se operó, sus hijos tenían tres -los dos mellizos-, cuatro, nueve y 14 años, por lo que al menos dos de ellos fueron conscientes del cambio. «Fue complicado», reconoce, a pesar de que veían el cambio «con mucha naturalidad». Pero el problema estaba fuera de casa. «En el colegio sus compañeros no lo entendían», indica.

Ser madre en cuerpo de padre

Munay explica que es difícil presentarse como madre mientras la gente le ve cara de padre. «Somos una familia normal, lo que pasa es que estamos acostumbrados a que la mayoría tengan mamá y papá», subraya.

Su cambio fue chocante para todo aquel que le conocía, aunque dice que muchos se lo esperaban. Especialmente difícil fue para su madre y su hermano. «Para mí también fue duro», reconoce. Nació en Formentera y, para lo bueno y lo malo, como dice, se conocen todos. «Lo que pasa es que apenas hay referentes de personas no binarias», lamenta. «Si sales de querer ser mujer u hombre parece que molestas», lamenta.

Su principal apoyo durante el proceso han sido otras familias con hijos trans que conoció a través de la asociación Chrysallis. «Ellos me hicieron darme cuenta de que tenía que cambiar mi vida para estar mejor», relata.

Pero los cambios suelen traer turbulencias. Salir de la zona de confort no es fácil, aunque merezca la pena. «Los niños se sintieron señalados un tiempo, pero también por desconocimiento. Por suerte, al final, la gente lo comprende y, si no, solo pido respeto, no opinión», señala. «No molesto a nadie por ser de género no binario», añade.

Esto, que parece sencillo en la teoría, no lo es tanto en la práctica. «Aquí en Formentera me conocen de sobra, pero en Ibiza me han pedido el DNI y me ha faltado poner la huella dactilar porque no concuerda el aspecto que tengo con el nombre que aparece», relata.

Munay considera que los niños que se crían en diversidad, «ven normales muchas cosas que aún no están normalizadas», aunque reconoce que se ha avanzado mucho al respecto. «Los niños ya no preguntan si tienes novia, ahora te dicen si te gusta un chico o una chica. Cuando yo era pequeño eso era inviable», cuenta.

Incluso él lo vive de otra manera. En su casa, y también en sus redes sociales, tiene fotos antiguas que ojea con sus hijos de vez en cuando. «Los más mayores conocieron cómo era, pero a los pequeños se las enseño», explica. Al final, dice, se trata de seguir creciendo sin olvidar quién eras y la persona que quieres llegar a ser.

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