Diario de Ibiza

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Entrevista
Ana Gordillo Presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de las Pitiusas:

Ana Gordillo, presidenta de la patronal hotelera de las Pitiusas: «Sin la guerra podría ser una temporada turística excelente»

La presidenta de la patronal hotelera pitiusa alerta de «que la dificultad de encontrar una vivienda está provocando que sea muy difícil poder atraer a personal cualificado a la isla»

Ana Gordillo durante la entrevista. Vicent Marí

La entrevista tiene lugar en el hostal Mallorca, copropiedad de la presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de las Pitiusas. Pero todavía está cerrado. Abrirá sus puertas el 19 de mayo. Le abruma todo el trabajo que les queda por hacer para ponerlo a punto. La sala donde dentro de tres semanas los turistas desayunarán es, por ahora, su despacho de invierno. En su mesa, un Mac portátil y una libreta llena de apuntes que ha preparado para la entrevista. Para llegar hasta esa sala, tras acceder por la puerta trasera, hay que sortear paquetes abiertos y sin abrir, cartones, herramientas… Lástima que aún no haya abierto para poder beber uno de esos cafés que hasta sus clientes italianos elogian.

La presidenta de la Federación Hotelera pitiusa es optimista de cara a la temporada.

La presidenta de la Federación Hotelera pitiusa es optimista de cara a la temporada.

¿Se presentará a la reelección a la presidencia de la Federación Hotelera, cuya votación debe celebrarse este verano, o se plantea dar el paso a la política, de cara a las elecciones de 2023?

Soy muy reivindicativa y siempre me ha gustado seguir los temas que afectan a la sociedad. Por eso la presidencia de la patronal hotelera fue una manera de tener voz para ayudar a mejorar. No descarto en el futuro la política, no es una puerta que me cierre, pero en este momento no lo veo como una opción. Ahora mismo no me hace ilusión, no sé si por la época en que vivimos o por los políticos que tenemos.

¿Decepcionada tras el roce con los políticos, sobre todo en los últimos meses?

Estoy desilusionada con la política, en general, pues no veo que esté sirviendo para que las cosas cambien. Seguimos con los mismos problemas de siempre. No lo descarto, pero ahora estoy contenta donde estoy. Me gusta trabajar en el sector privado. Y no sé si repetiré de presidenta de la federación. No me importaría seguir, aunque aún no lo tengo decidido. Han sido cuatro años muy duros, de mucho trabajo, aunque he aprendido mucho y me ha aportado mucho representar a los 450 hoteleros asociados (69.000 plazas) de las islas. Me ha tocado vivir la crisis turística más grave, y sin precedentes, de la historia. Si entrara en política sería para cambiar las cosas.

En 2018 le ofrecieron ser presidenta de los hoteleros. ¿Le han vuelto a ofrecer seguir?

Me han preguntado si me apetecería seguir o más bien si tengo intención de no seguir. Les dije que me lo tengo que pensar. Ni me he planteado aún si continúo.

Seguro que ha vivido momentos en estos años en que ha pensado, cielos, dónde me he metido. Sobre todo cuando, ejem, le llamaba la prensa.

En ningún momento me he arrepentido. Pero sí es cierto que hemos tenido un volumen de trabajo muy grande durante la pandemia. Ha sido muy complicado en comparación con una situación normal. Cuando me lo propusieron me dijeron que era un trabajo muy tranquilo, que durante la temporada tendría que dar algunos datos a la prensa y poco más. Pero en los últimos años he tenido que hablar con los medios casi cada día y no sólo con uno, con cinco. Ha desgastado mucho, pero le saco el lado positivo: he aprendido mucho. Ha sido como un máster en turismo y comunicación. Esto te curte. Durante este tiempo he tenido un trato muy bueno y muy cercano con los políticos y he llegado a un entendimiento. Hemos trabajado mucho, tanto con el Govern como con el Consell, y hemos entablado buenas relaciones. En esta época se ha visto que tanto el sector público como el privado han ido de la mano.

Bueno, lo pinta usted muy bien, pero ha tenido roces muy serios con el Govern.

Siempre los hay, es normal. Raro sería que no los hubiera.

Uff, han sido más que meros roces.

Pero al final, a raíz de eso, hemos limado asperezas y hemos logrado llegar a un entendimiento.

Ya, que el roce hace el cariño.

No ha sido traumático, no hemos acabado peleados ni la sangre ha llegado al río. Hemos tenido algún que otro rifirrafe con el Govern pero…

Con el tema de la Ley Turística hubo más que palabras, diría que puñales, dardos, rayos y truenos.

Pero al final nos hemos sabido entender. Lo positivo es que cuando había que limar asperezas, el conseller balear de Turismo, Iago Negueruela, siempre vino a Ibiza a hablar con nosotros para intentar solventar cualquier malestar existente.

Minuto y resultado de la ley Turística. Aún no tengo claro si están todavía enfadados con el Govern o si ya son amiguetes, si comparten el punto de vista de la patronal de Mallorca o no, si consideran que en esa isla se bajaron los pantalones o no.

De la patronal de Mallorca no hablo. Nosotros hicimos un buen trabajo. Cuando tuvimos que decir que algo no nos gustaba, lo dijimos, siempre para defender los derechos de nuestros asociados. Con tanta circularidad, con tanta burocracia con tantos planes, se carga a las empresas hasta asfixiarlas. Por eso le pedimos que la ecotasa sirviera para aliviar el gasto que supone toda la renovación que plantea la nueva legislación turística, que impone en vez de incentivar. Otro asunto con el que no nos hemos puesto de acuerdo es el de las exoneraciones a empresas que no puedan aplicar esas medidas, para que en determinados casos se justifique, y que las sanciones no sean tan elevadas. Cada empresa debería poder adaptarse como pueda.

¿Y cuál es la situación en este momento?

Ahora nos encontramos en el proceso de enmiendas. Hemos tenido una reunión con el conseller Iago Negueruela al respecto (siempre ha habido comunicación con él, aunque no siempre ha habido consenso pleno) en la que hablamos sobre cómo se ejecutará ese 5% de reducción de plazas si llevas a cabo mejoras en el establecimiento. Hemos logrado llegar, más o menos, a un entendimiento para que se haga de manera escalonada: no se aplicará ese 5% a los que tengan menos de 100 plazas, pues iría en contra de la mejora de la calidad del sector. Si por hacer una reforma de mejora te quitan el 5% de las plazas, pues al final no haces nada.

¿Le ha dicho el conseller si se recogerá así finalmente?

No tenemos noticias de si se recogerá así. Esperamos que este punto, en el que hemos intentado llegar al consenso, se recoja. Nosotros no hemos criticado el fondo de la norma, sino las formas que se han seguido. Por eso esperamos que se nos diga si lo han recogido o no antes de que se publique directamente en el BOIB, para no llevarnos una sorpresa.

Agosto de 2018. Primera entrevista con usted. «Nos haremos oír, ahora vamos a decir las cosas claras», anunció, porque «no ha funcionado» intentar llegar a acuerdos políticos por las buenas. ¿Cree que en estos cuatro años ha dicho las cosas claras y que ha conseguido sus objetivos?

Siempre he reivindicado y defendido nuestros intereses en estos cuatro años, que no han sido fáciles. En 2019 vivimos la quiebra de Thomas Cook, luego los dos años de pandemia. Y siempre he dicho lo que pensaba, tanto a los políticos como a los medios. Siempre. Los hoteleros nos hemos hecho oír.

«Hay que ir a por ellos», dijo en referencia a los alquileres turísticos ilegales. Pues ahí siguen.

Es un problema de intrusismo general que parece imposible erradicar. El alquiler ilegal de viviendas turísticas supone un problema que se traslada, por ejemplo, a la contratación de trabajadores. La dificultad de encontrar una vivienda está provocando que sea muy difícil poder atraer a personal cualificado a la isla. Se está convirtiendo en un problema de unas dimensiones enormes. Es de vital importancia que los políticos se centren en erradicar con contundencia los alquileres ilegales. Se han hecho cosas al respecto estos años, pero hay que buscar otras soluciones.

Lo dicho. Seguimos con el mismo problema, o peor, que hace cuatro años. Pocas cosas se solucionan en esta isla.

Es un grave problema a la hora de atraer personal, de ahí que se busquen soluciones como que el empresario aporte la vivienda para el trabajador. Pero es muy difícil debido al coste desorbitado que tienen.

En lo de los albergues, como el de Sant Antoni, no parece que les hagan caso.

No hay albergues turísticos. Pero sí varios albergues juveniles en Balears, y uno está en Ibiza, concretamente en Sant Antoni, que ha cuadruplicado sus plazas y tiene capacidad de hasta 12 personas en una habitación. Son albergues que, al final, operan como si fueran turísticos, pero no tienen inspecciones de Turismo ni son controlados por Turismo, sino que se rigen por la conselleria de Educación y Cultura. Les deben hacer cumplir con lo que son y que se destinen sólo a ser albergues juveniles. Pero si se les quiere dar la opción de ser un albergue turístico, deben cumplir con los requisitos turísticos, como el resto, para que jueguen en las mismas condiciones que los demás. Por ejemplo, que sólo puedan tener un máximo de dos plazas por habitación. Llama la atención que en ese discurso de mejora y de encaminarnos a un turismo de más calidad pretendan legalizar turísticamente la figura del albergue juvenil. Eso no casa con el discurso de calidad, sino con masificación. Nosotros pedimos que se nos aceptara la tercera cama en una habitación, y nos lo denegaron. Pero un albergue turístico puede tener una docena.

Otra cosa que no ha cambiado en cuatro años: el aparcamiento en Sant Antoni. De hecho, va a peor. Se quejaba cuando el PSOE gobernaba con Reinicia. ¿Se queja ahora directamente al alcalde, Marcos Serra, que es del PP?

En 2018 me preguntaste qué impondría si fuera alcaldesa, y te respondí que la zona azul. Pues han anunciado que la activarán.

Aún no lo está.

Ese es otro problema. Empieza la temporada y hay muchas cosas que no están listas. El sector privado está ya preparado. Los hoteles han hecho inversiones. Lo que no lo está es el sector público. No puede ser que en abril no esté todo aún listo.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, el aeropuerto. O Vila, levantada en obras. O el West End, igual. Hay municipios que sí hacen su trabajo, como Santa Eulària. Después de los dos años vividos deberíamos estar ya listos, todo en perfecto estado, el entorno cuidado, para recibir a los turistas. La mejor promoción se hace en el destino.

¿Y eso se lo ha dicho también al alcalde de Sant Antoni?

Claro. Y a todos.

« Si por hacer una reforma de mejora te quitan el 5% de las plazas, pues al final no haces nada»

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¿Cómo cree que será esta temporada? ¿Será la de la recuperación o aún no?

Esperamos una temporada correcta. Es cierto que las previsiones son muy buenas. A día de hoy las reservas van mejor que por estas mismas fechas en 2019. Pero la guerra entre Rusia y Ucrania ha reducido un poco las expectativas de lo que podría haber sido una temporada excelente. No repercutirá en la llegada de turistas, pero supone un factor económico negativo, pues repercute en los costes y en los suministros. Los márgenes de beneficios de las empresas se verán disminuidos.

¿Notan la elevada inflación?

Mucho, claro. Pero no hemos subido los precios por ello. En todo caso, las subidas que se han producido son consecuencia de que muchos hoteles han aprovechado los dos últimos años para hacer reformas y así subir de categoría. Se han limitado a repercutir esa inversión. Pero la inflación no se ha repercutido en los precios de las habitaciones.

Hace cuatro años ya hablamos de la burbuja sin límite del lujo. Sigue imparable. ¿Tiene límite? ¿Vamos hacia una isla de sólo cinco estrellas?

En Ibiza hay de todo. Lo bueno que tiene es su diversidad. Aquí encuentras lo que buscas. Tener esa oferta de lujo es positivo.

Desde algunos sectores se asegura que en 2021 se demostró que sin discotecas se vivía mejor.

En 2021 funcionamos bien con el ocio nocturno legal cerrado, pero vimos una proliferación enorme de fiestas ilegales. El ocio es una oferta más y no podemos prescindir de ella. Ibiza es mundialmente conocida como marca por sus playas, pero también por su fiesta y por su gastronomía y un sinfín de buenos restaurantes. Sin discotecas surgen las fiestas ilegales.

Portugal tratará a los británicos como si fueran de la UE, así que eliminará los controles extras en los aeropuertos.

Es una medida con bastante lógica. Seguramente España acabe optando por ese camino. Para Ibiza, ese turismo suponía hasta la pandemia alrededor del 30% del total. Cuantas más facilidades demos a los británicos, mejor.

« La guerra no repercutirá en la llegada de turistas, pero repercute en los costes y en los suministros»

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¿Cree que volverán los turistas del Reino Unido como antes de la pandemia y del brexit?

Sí, volverán como antes de la crisis sanitaria. Este año regresarán a la normalidad los destinos emisores de turistas. Lo que estamos viendo es que vendrán muchos turistas de los Países Bajos.

¿Han aprovechado los fondos de inversión la coyuntura para intentar adquirir hoteles en Ibiza?

No lo hemos notado más que en otros años.

¿Ha habido alguna quiebra?

No, pero algunas empresas se han tenido que deshacer de activos, que han aprovechado algunos fondos inversores. Es normal tras dos años muy malos. Las empresas han tenido que buscar la mejor opción para sobrevivir. La mayoría ha podido resistir.

¿Cómo llegan los pequeños hoteleros a esta temporada tras dos años casi en dique seco? ¿Con la lengua fuera?

Ha sido difícil para las empresas pequeñas, las de gestión familiar. Fue complicado encontrar personal porque no había garantía de trabajo, no sabías cuánto tiempo podrías abrir. Al trabajador de fuera, muchas veces no le compensaba venir. Los pequeños nos hemos adaptado como hemos podido, haciendo muchas horas, haciendo todo tipo de trabajos. Por eso afrontamos esta nueva fase de recuperación un poco más animados y desahogados tras el estrés y la preocupación vividos estos dos últimos años. No hemos tenido beneficios y los costes fueron muy altos.

Llegan a la temporada con una reforma de la legislación laboral que prácticamente borra los contratos temporales. ¿Cómo les afecta?

Dicen que así se acaba la precariedad. Pero quien tenga que contratar a un trabajador sólo para cubrir dos meses, sólo lo hará por esa duración. No será temporal, será fijo discontinuo, pero no por ello se le dará más trabajo por más tiempo del que se puede. Lo que consiguen así es maquillar estadísticas de empleo, pero dificultan la relación laboral. Representa al final un engorro tanto para el trabajador como para el empresario. Pero no supondrá un cambio.

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