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Medio ambiente

The Conservation Collective, en Ibiza: «Es difícil concienciar a la gente de la urgencia de frenar el cambio climático»

Eivissa acoge una reunión de trabajo de esta red global de quince fundaciones ambientales, creadas en diferentes rincones del mundo inspirándose en el modelo de Ibiza Preservation, que trabajan para proteger el medio ambiente

Representantes de las fundaciones de The Conservation Collective, ayer, reunidas en una villa en Santa Eulària. J.A. Riera

«Dondequiera que mires hay gente trabajando para proteger su territorio y nosotros lo que pretendemos es encontrar a esos héroes locales, que en muchas ocasiones luchan sin recursos, y poner en sus manos el dinero para que puedan sacar adelante sus proyectos». Con estas palabras resume Jade Brudenell el objetivo de The Conservation Collective. Ella es la directora ejecutiva de esta red global de fundaciones medioambientales locales que trabajan para proteger el medio ambiente y luchar contra el cambio climático en sus respectivos territorios.

Brudenell y miembros de la mayoría de las entidades que conforman este colectivo se dan cita estos días en una villa de Santa Eulària en un encuentro de trabajo. La anfitriona es Ibiza Preservation, que es además la fundación pionera, cuyo modelo ha servido de inspiración al resto, como remarca su directora ejecutiva, Inma Saranova.

«Queríamos vernos cara a cara y buscar formas más eficaces de trabajar juntos con vistas al futuro, de apoyarnos mutuamente y de compartir entre todos soluciones a problemas comunes», explica Brudenell respecto a las motivaciones de este encuentro, que se prolongará hasta el próximo jueves, 31 de marzo.

Quince miembros

En la actualidad en esta red hay quince entidades de diversas partes del mundo. En 2008 nació Ibiza Preservation y, siguiendo su ejemplo, a partir de 2015 se crearon fundaciones medioambientales en el país caribeño de San Vicente y las Granadinas, Mallorca, Menorca, las Cícladas (Grecia), Barbados, las islas Jónicas (Grecia), Sri Lanka, Devon (Reino Unido), las Highlands y las islas de Escocia (Reino Unido), Lamu (Kenia), la Toscana (Italia), el Golfo Argólico (Grecia), Chipre y la Costa Turquesa (Turquía). «Hay muchos otros destinos en lista de espera, como Malta o Sicicila, pero, de momento, no tenemos ni tiempo ni capacidad para integrarlos», admite Brudenell.

The Conservation Collective se puso en marcha en 2020 de la mano de la propia Jade Brudenell y de su amigo Ben Goldsmith, filántropo y cofundador de Ibiza Preservation y del resto de entidades que lo integran. La labor de esta red global, señala su directora ejecutiva, es «lanzar, incubar y configurar nuevas fundaciones basándose en el modelo que primero se estableció en Eivissa, trabajar para estrechar lazos entre los miembros y darles apoyo en aspectos como la logística, la comunicación, la gestión financiera y la recaudación de fondos». «Lo más importante es encontrar grupos de donantes, darles las herramientas y la infraestructura y mostrales cómo pueden crear una fundación medioambiental en el lugar en el que residen o por el que sienten pasión», detalla.

«Lo que hace especial nuestra forma de trabajar es que a problemas globales estamos buscando soluciones locales», destacan tanto Brudenell como Saranova.

Grandes metas

«Todas las entidades del grupo están trabajando en la conservación del medio marino, en la regeneración del paisaje, en proteger especies y hábitats y en buscar vías para ralentizar el cambio climático», destaca Brudenell como grandes metas en común de las quince fundaciones.

Jade Brudenell, ayer, en Santa Eulària. J.A. Riera

En el Mediterráneo las prioridades giran en torno a la posidonia, la protección de las tortugas y acabar con los plásticos, entre otros asuntos

Esta red global ,con sede en Londres, permite intercambiar información, formas de trabajar y experiencias entre los lugares con problemáticas similares. De esta forma, iniciativas que funcionan en un territorio en ocasiones se trasladan a otro. Por ejemplo, el proyecto Plastic Free Ibiza y Formentera, para eliminar progresivamente los plásticos de un solo uso en las Pitiüses, lo han replicado en Menorca. Asimismo, las Cícladas y Mallorca tienen la intención de poner en marcha proyectos similares al del Observatorio de Sostenibilidad de Ibiza Foundation.

Por otra parte, hay actuaciones que se llevan a cabo entre varias entidades. Por ejemplo, The Conservation Collective participa junto a sus tres entidades de Balears y la fundación Marilles en un estudio sobre la pesca ilegal en esta comunidad.

Una de las iniciativas compartidas por todos los miembros de la red es ‘The Iris Project’, pensada para involucrar a la juventud en la conservación del medio ambiente y que en Balears se ha traducido en la convocatoria del premio medioambiental ‘Kilómetros de plástico por Iris’.

Del encuentro en Eivissa se espera que surjan más proyectos en común y más colaboraciones.

Fuentes de financiación

«En el sector medioambiental es realmente difícil recaudar fondos porque la gente piensa que el problema es tan grande que no se puede resolver o que causas como, por ejemplo, salvar a los orangutanes le quedan muy lejos. Pero si son las personas de un territorio concreto, que conocen de primera mano su problemática medioambiental, las que se encargan de buscar donantes entre las personas que aman ese lugar es más fácil conseguir dinero», asegura la directora ejecutiva de The Conservation Collective.

Brudenell ahonda en el tema y afirma que es complicado «meter en la cabeza de la población la urgencia de frenar el cambio climático. La gente solo podemos pensar en los problemas que están ocurriendo ahora, el covid, la guerra... cuando el cambio climático está generando y va a generar muchos refugiados», señala.

Desde la creación de la primera fundación de esta red global, Ibiza Preservation, Brudenell calcula que se han recaudado más de seis millones de libras, sobre todo de particulares, pero también de empresas. Tras estallar la crisis del coronavirus, se redujo la cooperación económica de las compañías y fue más difícil encontrar nuevos donantes, según explica la directora ejecutiva de The Conservation Colletive.

Cada fundación, compuesta por uno, dos o, las más grandes, por tres miembros, cuenta en sus inicios con un presupuesto de 100.000 euros que se espera que crezca anualmente un 20%. En el caso de la de Eivissa, que es la que lleva más años en funcionamiento, «se calcula que en 2022 dispondrá de 511.000 euros», detalla Saranova. «El objetivo a largo plazo es que el 70% del presupuesto vaya a los proyectos y el resto a gastos», remarca Brudenell.

Trabajar con equipos reducidos y pequeños presupuestos para conseguir un gran impacto es complicado. «En estos dos años estamos aprendiendo a priorizar. Hay mucho que hacer y es muy fácil sentirse sobrepasado», reconoce la directora ejecutiva de The Conservation Collective. Precisamente uno de los talleres que se llevarán a cabo durante este encuentro en Eivissa, que impartirá la coach Sandra Ciscar, pretende dar herramientas para priorizar de forma eficaz y lograr el impacto medioambiental que se persigue.

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