Diario de Ibiza

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Entrevista Ramón Canet Jefe de Medicina Interna del Hospital Can Misses

Ramón Canet, jefe de Medicina Interna del Hospital Can Misses: «Con el covid, la realidad nos ha puesto en nuestro lugar»

«En algún momento he pensado que, además de salir a los balcones, la población podría haber hecho más»

Ramon Canet, jefe de Medicina Interna de Can Misses. Vicent Mari

El 5 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de coronavirus en Ibiza: un hombre procedente de Italia que días antes, al presentar tos y fiebre, dos de los principales síntomas del coronavirus, había ingresado en el Hospital Can Misses. Le tomaron muestras, las enviaron a Son Espases, dado que aquí aún no se podían hacer PCR, y allí confirmaron aquel primer caso del que se cumplieron, ayer, dos años. El día siguiente, el 6 de marzo de 2020, Ramón Canet, jefe de Medicina Interna de Can Misses, comparecía en el interior del hospital para explicar el caso. Dos años y varias olas después, el responsable del servicio que se ha encargado, ayudado por otros servicios, de atender a los enfermos graves de covid confiesa que no esperaba que la pandemia se prolongara tanto.

¿En 2020 pensaba que estaríamos así dos años después?

Sinceramente, no pensaba que la pandemia tuviera esta duración, tampoco la intensidad que hemos vivido en las diferentes olas. En febrero de 2020 hicimos una presentación aquí para explicar la neumonía de Wuhan porque era una noticia nueva. En aquel mes tuvimos el primer caso sospechoso ingresado, pero no confirmado. Que en pocas semanas pasara de China a Italia quizás debería habernos hecho pensar que deberíamos habernos preparado para una epidemia superior a la prevista.

¿En qué aspecto estábamos menos preparados? ¿Sanitario, social...?

A nivel global, la humanidad se ha enfrentado a una situación que pensábamos que ya no se viviría en sociedades desarrolladas. Pensábamos que la situación sanitaria y científica evitaría una propagación mundial con repercusiones a todos los niveles: sanitario, económico, social... Nos ha enfrentado a la realidad de que el ser humano, a pesar de los conocimientos científicos y de la riqueza material, aún puede ser confrontada por la naturaleza con un peligro real.

Ese mundo global ha propiciado la rápida propagación del virus.

Efectivamente. Hace mucho, a mediados de los 50, un premio Nobel definió al virus como un problema envuelto en proteína. Pensábamos que era una definición curiosa, que no viviríamos ya situaciones similares a la peste. Pero a finales del siglo XX la humanidad se enfrentó a otra pandemia de la que parece que nos hemos olvidado, el VIH, que aún es un problema sanitario de primer nivel en muchos países. También pensábamos que no llegaríamos a vivir una pandemia de esta magnitud, a pesar de que había grupos de personas que pensaban ya en la próxima pandemia. Pero se les consideraba...

Unos agoreros.

[Ríe] Exacto. Pero es cierto que pensaban que pasaría. Tras el VIH llegó la crisis del ébola, pero con un efecto recortado en el tiempo. Pensábamos que con nuestra capacidad científica sería posible hacerse cargo de brotes infecciosos que surgieran en la naturaleza. La realidad nos ha puesto en nuestro lugar.

¿Ya vemos el final?

No podemos prever el futuro porque ya nos hemos equivocado muchas veces, pero es cierto que la última ola ha tenido lugar con una población que ya tiene una capacidad de defensa, con un porcentaje elevado de personas con una inmunidad, y eso dificulta la evolución del virus a nivel comunitario . Por ahora, debemos decir que las variantes víricas predominantes son mucho más infectantes, pero parece que menos agresivas. Su diseminación explosiva en muy poco tiempo ha supuesto nuevamente un reto para atender simultáneamente a todas las personas, aunque su gravedad no fuera la misma que en las primeras olas.

¿Qué siente cuando piensa en todo lo que se dijo en los primeros meses?

A ver. Por un lado teníamos la información de las dos variantes previas de enfermedad severa por coronavirus: SARS-CoV-1 y MERS. El primero, con una desaparición espontánea en meses y el segundo, con una endemia pero localizada en regiones geográficas propias. Por analogía se pensó que podía tratarse de una variedad que se comportaría de forma similar, pero en pocas semanas ya estaba en zonas de Italia. Era un comportamiento diferente, con una diseminación rápida. Explosiva. Se dio la información de que en aquel momento se disponía. Esto nos demuestra que se necesita tiempo para recoger la información, analizarla y poder dar unos mensajes con fundamento científico y de utilidad.

Ramon Canet, cuando comunicó a la prensa el primer caso de covid de Ibiza. J.A.Riera

Tiempo... Vivimos en una sociedad en la que todo tiene que ser ya.

Así es. Siendo autocríticos debemos decir que nos encontramos, por un lado, con la necesidad de ofrecer una información tranquilizadora. Pero por otro lado debemos ser suficientemente vivos como para decir «sabemos hasta aquí, nos falta todo lo demás». Nos encontramos con una contradicción de necesidades y, además, con una sociedad que tiene la idea de que la ciencia es capaz de dar una respuesta inmediata en situaciones que son pura incógnita. Y esto nos lleva a hacer manifestaciones que no son plenamente correctas.

La ciencia no es infalible, ¿no?

La ciencia es un método para estudiar la realidad, que es compleja, poliédrica, que nos supera. Tiene sus ventajas e inconvenientes, pero no es una varita mágica que lo solucione todo de forma inmediata.

En la información tranquilizadora, ¿entraría lo de lo usar la mascarilla al principio?

El reconocimiento que hicieron estamentos políticos de que algunas de las sugerencias iniciales estaban condicionadas por la falta de material, creo que fue contrario a la buena protección de la sociedad y también de cara a la fe en los mensajes que los científicos transmitíamos en base a lo que recibíamos. Se les debe reprochar que una medida que se ha visto que es importante en situaciones concretas, en su momento no fuera considerada básica. Hay que decir que medidas como la mascarilla en entornos muy abiertos y con poco contacto social no tienen mucho fundamento científico.

Pues en exteriores la hemos llevado hasta hace nada.

Cada vez se ven más grupos de personas que no la llevan. En las próximas semanas su obligatoriedad se mantendrá en determinadas reuniones en lugares cerrados. Esto tiene fundamente cuando la infección comunitaria no está en niveles muy muy bajos.

¿Cuál ha sido el momento más duro en estos dos años?

Cada profesional te podría señalar uno. Ha habido diferentes momentos. En las primeras semanas nos encontrábamos con la incertidumbre de cómo manejar, como profesionales, una nueva situación médica. En pocas semanas, con el encierro, a esa incertidumbre se añadió el miedo de la sociedad, las dudas. Hubo sanitarios que optaron por alejarse de sus familias para no contagiarlas. Disponíamos de elementos de protección, pero hubiéramos necesitado unas medidas más uniformes para todos. Los equipos directivos se esforzaron para que llegara ese material para los sanitarios, pero hubo momentos en los que nos vino bien toda la ayuda que nos proporcionó la sociedad civil, que con imaginación fue capaz de compensar la falta de determinados elementos.

Eso en la primera ola.

Sí, pasada esa ola, nos encontramos con que nos dicen que el virus estaba derrotado, que fuera mascarillas, que vuelven las sonrisas... Y a mediados de verano nos volvemos a topar, en pleno mes de agosto de 2020, con otra ola de una infección respiratoria que, normalmente, se da con el frío.

Además, se nos había dicho que con el calor el virus se esfumaría.

Sí. Pero no fue así. El tercer momento importante llegó a finales de diciembre y principios de enero de 2021, con la subida de los contagios. Hubo muchos sanitarios afectados y, además, coincidió con Filomena, que impidió que muchos que estaban fuera pudieran volver a las Pitiusas. Estuvimos durante unos días con poco personal para atender bien la tercera ola. Imagino que cada profesional puede hablar de un momento más duro que otro. Ha habido mucha solidaridad de especialidades no médicas con Medicina Interna que, por su naturaleza, ha tenido que hacer frente prioritariamente a esta enfermedad. Muchos compañeros han aportado su ayuda cuando ha sido necesario. Tenemos que ser conscientes de que no sólo ha existido el covid estos dos años. Hay otras patologías, muchas otras situaciones médicas, quirúrgicas, traumatológicas, que se daban al mismo tiempo. Había que afrontar también la atención a estas personas.

El jefe de Interna, con la gerente del Área de Salud, Carmen Santos, en los primeros compases de la pandemia. J.A.Riera

¿La pandemia ha cambiado la forma en la que trabajará, en una supuesta normalidad, el servicio?

Se ha visto la importancia de tener una preparación frente a las enfermedades infecciosas para responder rápidamente. La pandemia ha hecho que dispongamos de una serie de medios que antes no teníamos, como en Microbiología, donde se consideraba que no eran necesarias algunas técnicas, dado que Can Misses es un hospital comarcal. Se han creado circuitos diferentes para atender las infecciones respiratorias, adaptado espacios y la actividad a la intensidad de la pandemia. Se ha visto que los recursos humanos nunca sobran. Una persona nunca sobra. En este tiempo se ha tenido que priorizar la atención a las personas ingresadas frente a las que se les hacía un seguimiento ambulatorio. Y en Atención Primaria, igual, han tenido que priorizar la asistencia a las enfermedades respiratorias. ¿Qué parte de estos cambios persistirán? Es difícil de saber, pero Primaria, desde hace tiempo, tiene una estructura realmente buena para la detección de los patógenos respiratorios, no sólo de la gripe, y poder tener información a tiempo real. Seguramente se tendrá que incluir el Sars-CoV-2 en la vigilancia epidemiológica.

¿Los enfermos de covid que llegan ahora a la planta de Interna son iguales que los de hace dos años?

No, hemos comprobado que ha habido un cambio en las características de las personas que atendemos. Inicialmente veíamos jóvenes que se habían contagiado de forma más grupal, en reuniones, y los primeros casos de personas de residencias. Luego, con las medidas que se tomaron con estas personas más vulnerables, la vacunación prioritaria y la atención en Ca na Majora, en el primer trimestre de 2021 hubo una reducción muy clara de los ingresos de este tipo de pacientes. A finales de año, con esta última ola, los hemos vuelto a ver. No es algo ilógico porque la vacunación en estos colectivos tiene una duración menor.

Este ha sido un argumento muy usado por los antivacunas.

Sí. La vacunación y el agua corriente han sido las medidas sanitaria que más han mejorado la calidad y la esperanza de vida de la humanidad. Las vacunas han sido cuestionadas históricamente por personas que quizás no entendían que lesionando la piel se protegía a la persona de una infección más grave. Con el tiempo, las vacunas han permitido una mejor adecuación de cuándo se deben dar. No las ponemos el día después de nacer porque sabemos que la protección de la madre durará unos meses. También sabemos que algunas características personales pueden afectar a su respuesta y eso hace necesario repetirla con más frecuencia. Con la vacuna contra el covid hemos vivido uno de los hitos de la ciencia: ser capaces, en menos de un año, de desarrollar un sistema de vacunación con métodos novedosos capaces de ofrecer, en un porcentaje alto de la población, una elevada protección. Esto, la rapidez, ha generado dudas sobre qué pasará en el futuro. Sin un tratamiento curativo, como los antivirales y otras medicaciones que están surgiendo ahora y que podremos administrar a las personas vulnerables, la vacuna nos ha permitido contemplar un futuro más esperanzador. En la última ola hemos visto que el porcentaje de ingresados no vacunados en la UCI era muy superior. Estar vacunado no impide que una persona tenga una enfermedad grave, pero reduce de forma evidente el riesgo.

¿Han hablado con pacientes negacionistas ingresados en la planta covid?

Algún facultativo sí, con personas que rechazaban la vacunación o sus familiares. Yo no. No he tenido que hablar directamente con alguien para intentar convencerle, pero otros compañeros, sí.

Cada vez que publicamos una muerte por covid de una persona de cierta edad, la gente en redes es muy cruel, como si esa persona, por ser mayor, no hubiera podido seguir viviendo si no se hubiera contagiado.

Creo que esa actitud negativista frente a la infección está basada en sentimientos. Y es muy difícil que los razonamientos cambien un sentimiento. Intentar convencer a las personas de forma persistente no surte efecto. Antes me preguntabas por los cambios en la atención sanitaria.

Sí.

Pues mira, nos vamos a encontrar con personas que ingresan por una enfermedad causada por el covid. También quienes se infectan en el hospital debido a la exposición a personas de fuera. Por este motivo durante un tiempo se restringieron las visitas, aunque hay que destacar que en el momento en el que se tuvo más información se ha intentado favorecer la proximidad de ingresados con covid y sus familiares. Sobre todo en casos en los que la carencia afectiva y personal puede ser un problema añadido al de salud. También tenemos personas a las que se les detecta que son positivos de forma casual. No es lo mismo tener sólo una prueba positiva que una persona con síntomas y además positiva, ni tampoco que una persona que ha enfermado por el virus. En estos dos años se ha hecho un esfuerzo importante para hacer un seguimiento de los contactos de los positivos. Ahora, por el porcentaje de inmunidad de la población y la menor intensidad de los síntomas, quizás eso no es tan importante como detectar a las personas más vulnerables cuya salud puede complicarse si se contagian.

¿Cómo cree que han actuado los políticos?

No son un grupo homogéneo y para ser justos deberíamos decir «éste se ha comportado», «este otro podría haberlo hecho mejor». Me consta que algunos han dedicado horas y horas, en las primeras olas, a buscar material, que han priorizado que en las residencias tuvieran suficiente protección, y que en Balears se ha tenido en cuenta que las necesidades de material estuvieran igual de cubiertas en todas las islas. No he sentido que las Pitiusas tuvieran menos medios. Creo que se ha hecho lo que se tenía que hacer. En algunos momentos tomaron decisiones, sobre todo en la primera ola, de eficacia discutible de cara a la reducción de la mortalidad. Pasado ese momento hubiéramos agradecido tener un marco legal más claro.

Ramon Canet, durante la entrevista. Vicent Mari

En la actuación en pandemia, ¿es más de como lo ha hecho Ayuso o Armengol?

Creo que en algunos momentos, en otras comunidades, se tomaron medidas que han tenido un buen resultado, pero no se pueden comparar las decisiones tomadas en la Península que en una zona geográfica muy cerrada, como un archipiélago: cuatro islas y ninguna frontera frente a la llegada de personas de fuera. En algún momento hubieran sido necesarias determinadas restricciones que no se tomaron. Sigo pensando que no se puede afirmar de forma taxativa que unas medidas adoptadas por una comunidad sean absolutamente inadecuadas. Nos hemos encontrado con que países, como los nórdicos, que en un momento plantearon una exposición de la población al virus, tuvieron una aparente buena respuesta inicial y, a los seis meses, todo lo contrario. Tenemos que aprender a ser humildes y reconocer que nos faltan muchos conocimientos para hacer frente a la realidad de la naturaleza, que es variable, proteica y diferente en cada sitio.

¿El virus será siempre más listo que nosotros?

Los virus han existido antes de que los humanos apareciéramos como especie y probablemente seguirán aquí cuando nosotros ya no existamos. Nos sobrevivirán. Son maquinarias biológicas que, aunque las queramos representar con sentimientos y cualidades, simplemente son máquinas para autorreproducirse. La humanidad ha aprendido a vivir con ellos. Cada individuo es un ecosistema propio con su propia población de microbios con los que vive, principalmente en la piel y las tripas. Al mismo tiempo, estos microbios tienen su población de virus asociada que, muchas veces, favorecen determinadas características biológicas. Vivimos con una serie de virus de los que no somos conscientes y que no suponen un riesgo para nuestra salud.

¿Cómo ha vivido usted estos dos años?

De muchas formas. Al principio era un reto científico diagnosticar una nueva enfermedad. Luego llegó el reto de formar parte de un conjunto formado por Atención Primaria y hospitalaria, sanidad pública y privada y las residencias, con el reto compartido de atender a los enfermos: primero a las personas con covid y luego coordinar la asistencia global. Hay momentos en los que pensaba que la población, además de salir a los balcones, podría haber hecho más. Sobre todo cuando se le decía que había que mantener las medidas. He aprendido mucho de muchas cosas. Me ha admirado la solidaridad de la sociedad. En la primera ola los reposteros nos traían todos los días, durante meses, de todo. Y que algunos sanitarios se alejaran de sus familias para seguir con su labor. He visto a la sociedad civil buscando soluciones imaginativas para ayudar y sentido la solidaridad de compañeros de otras especialidades. He vivido cómo todo esto ha repercutido en mi familia. He comprobado la importancia del trabajo en común: desde el directivo que busca material de protección y organiza los turnos cuando no tiene personal a los servicios técnicos que son capaces de convertir, de un día para otro, una sala de fisioterapia en un área para poder atender con oxígeno a pacientes graves.

Al final no fue necesaria.

No, pero se hizo. He comprobado la importancia de los profesionales de lavandería, que no dejaban de trabajar ni un segundo, y de las de limpieza, que tenían que soportar trabajar, durante muchas horas, con un traje. Una labor muy pesada. He visto mucha colaboración entre servicios, islas y hospitales. Y comunicación. Y hemos sido conscientes de lo básico que es cuidar a los que cuidan. Psicología y psiquiatría atendieron a quienes estaban sobrepasados y necesitaban un acompañamiento especial. He vivido muchas cosas. Nos tenemos que felicitar por tener un hospital tan grande. Al principio se criticó por su tamaño, se decía que Ibiza no necesitaba un monstruo como éste. Pues le hemos sacado provecho. He aprendido muchas lecciones, en estos dos años.

¿Se ha contagiado?

Que yo sepa, no. Las veces que me he hecho pruebas, por síntomas respiratorios o porque tenía una reunión, han sido siempre negativas. Tendría que hacerme una prueba especial para ver si lo he pasado de forma asintomática, porque, afortunada o desgraciadamente, no he tenido conciencia de tener una enfermedad activa por covid.

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