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Fiestas en Ibiza: Menos concurrencia pero más ganas de feria en el Puig de Missa

Tras el parón obligado de 2021 debido al covid, la feria artesanal de Santa Eulària regresa con ganas de recuperar la normalidad, aunque no consigue atraer tanto público como en ediciones pasadas

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Feria Artesanal del Puig de Missa (Santa Eulària) J.A. Riera

En la plaza de Lepanto, en el Puig de Missa, se arremolina la gente para contemplar la ballada popular de la colla Es Broll. Sus integrantes van vestidos de calle, un detalle que no acaba de convencer a Maria Joan Ribas. «Me gusta mucho verles bailar, pero luce más cuando llevan los trajes tradicionales», comenta esta ibicenca de Sant Rafel, que observa la exhibición desde arriba, junto a la iglesia de Santa Eulària, donde la Asociación Asperger de Ibiza y Formentera ha colocado un puesto.

Maria Joan, que no se ha perdido ninguna de las anteriores ediciones de la Feria Artesanal del Puig de Missa, ha notado que este 2022, después de un año de parón, esta cita clásica de las celebraciones patronales de Santa Eulària ha perdido algo de fuelle. «Me parece que hay menos gente y menos puestos y los que hay son todos de la isla, no he visto ninguno de fuera como otros años. Diría que es una feria más reducida, pero igualmente bonita. En cualquier caso, es bueno que se pueda volver a celebrar y que podamos salir de nuevo a disfrutarla», opina.

Maria Joan achaca la bajada de público a que «hay todavía miedo al covid». Otros opinan que si el cielo no estuviera tan encapotado «habría el doble de gente».

Entre los asistentes está buena parte de la corporación municipal de Santa Eulària, encabezada por la alcaldesa, Carmen Ferrer, y varios miembros del Consell de Ibiza, como su presidente, Vicent Marí, y los vicepresidentes primero y segundo, Mariano Juan y Javier Torres, que participa en la ballada popular.

Es mediodía y, aunque la feria no está abarrotada como en otras ediciones, hay ambiente y buena predisposición. «No hay tanto mogollón ni tanto puesto como antes, pero venimos con más ganas que nunca porque después de todo lo que hemos pasado estamos deseando salir a la calle. Estamos faltos de fiestas», comenta Piedad Jiménez. A esta cordobesa residente en Santa Eulària le acompaña su amiga Susana Peñalva, gran aficionada a las fiestas populares. «Nos hemos recorrido todos los tenderetes. A mí me gustan sobre todo los puestos de artesanía local», explica mostrando algunos de los productos locales que ha adquirido.

En el pasaje del Marqués de Lozoya, José Luis Mir tiene un puesto con su obra ‘Santa Eulària, Ibiza, 1971. La rebelión de los hippies’ y sus documentales. «Es la primera vez que participo en la Feria Artesanal del Puig de Missa», afirma mientras firma un ejemplar de su libro, que presentó hace pocos días en el Teatro España (ver Diario deIbiza del pasado 16 de febrero)

Al lado del documentalista, disfrutan del aperitivo los miembros del Club de la Moto Clàssica d’Eivissa i Formentera. «Este año hemos traído una veintena de vehículos. No ha habido mucha asistencia porque hay un poco de miedo al coronavirus», reconoce su presidente, José Guasch.

Junto al cementerio hay una zona para practicar tir amb bassetja y otra para la Federación de Criadores de Ca Eivissenc y la exposición de razas autóctonas. Sin duda, es el lugar de la feria que más público infantil atrae. «A mis hijos les encantan los animales», comenta David Tur Torres, mientras ayuda a sus retoños, Gorka y Unai, a alimentar con lechuga a un porc eivissenc negre de apenas tres meses.

También los niños pero, sobre todo, los adultos disfrutan contemplando cómo trabajan los artesanos locales. En uno de los puestos, Edu Sánchez, secretaria de la Colla de l’Horta de Jesús, está encordando un taburete con rafia. «No la hago para vender, es un regalo para mis hijos», explica. Está contenta porque esta edición se han animado a participar una quincena de artesanos de l’Horta, «más que otras veces», aunque en esta ocasión, a diferencia de otros años, han preferido no vestirse con los trajes tradicionales «por la incertidumbre que había». En el puesto de al lado, también de artesanos de l’Horta, Kristin Ebbesen, junto a otras compañeras, pone en práctica lo que ha aprendido en el taller de esparto. La noruega, residente en Ibiza desde 2014, está haciendo un senalló.

Muy cerca de los puestos de manualidades y producto local tiene su espacio el Club de Coches Clásicos de Ibiza y Formentera. «Es la primera fiesta patronal a la que asistimos después de un año y medio», explica Manuel Sánchez, que tiene expuesto en la feria su Volvo P1800 de 1966.

Más abajo, en el Museu Etnogràfic d’Eivissa, tienen «overbooking desde hace dos horas», según explica una de sus trabajadoras, Cristina Marí. Haciendo cola están Rosa Planells, Juan Bibiloni y sus hijos Maria y Marc, todos ellos amantes de las tradiciones ibicencas. «Esta feria es una oportunidad para ver cómo trabajan los artesanos locales. Solíamos venir, pero ahora hay más ganas de salir y volver a la normalidad», reconocen.

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