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Adiós a la mascarilla en el recreo en los colegios de Ibiza

Escolares y familias, contentos en el primer día en el que los alumnos pueden prescindir del tapabocas durante el recreo

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Primer día sin mascarillas en los patios de los colegios de Ibiza

«Estoy contento». Es la valoración de Lían Ortiz, alumno de primero del colegio Can Cantó, sobre su primer día sin tener que llevar la mascarilla en el patio. No es que le moleste mucho en general, pero sí le resulta algo incómoda para correr por las instalaciones, tratando de pillar a sus compañeros, su principal actividad durante el recreo, además de comerse la merienda. «Cuando corres da calor», afirma mientras espera con su padre, Alejandro, a que abran la puerta del centro, donde algunos de los asistentes a la escola matinera han estrenado ya la libertad de mascarilla. Desde la acera, a través de la verja, se les ve jugando en las pistas. Algunos la llevan puesta. Otros lucen ya sonrisa. Y gesto. Y expresividad. Ríen. Resoplan. Ponen morritos. No se intuye. Se ve.

Lían, con Aixa en la puerta del centro. Toni Escobar

«Me parece bien que se haya quitado la mascarilla en el patio, mientras están al aire libre», comenta Alejandro, el padre de Lían, que, al ver que comienzan a llegar más familias, se coloca la mascarilla. Un gesto que repiten buena parte de los padres, madres y abuelas que se acercan a las instalaciones. «Ellas la llevan desde que han salido de casa, pero yo me la he puesto en la esquina», comenta Clara Valverde, que lleva al colegio a Júlia y Aixa, sus nietas. La pequeña, de siete años, corre a hablar con Lían, de su mismo curso. «Júlia dice que no se la va a quitar ni en el patio», afirma Clara. «Es que no me molesta», justifica Júlia, que cursa sexto de Primaria y que señala que prescindirá de la mascarilla «en la clase de gimnasia».

Acostumbradas a la mascarilla

«Están muy acostumbradas. Su madre, que es maestra de Infantil, la lleva siempre. Una FFP2, además», comenta la abuela, que explica que las pequeñas han pasado el covid recientemente. Júlia, como si nada, y Aixa con un poco más de tos. Son conscientes, a pesar de esto, de que no están libres de volver a contagiarse, comenta Clara, para quien poder prescindir de la mascarilla en algunos momentos, por la calle, será un pequeño respiro, ya que la lleva puesta durante toda la jornada en la tienda de lencería del centro de Vila en la que trabaja.

Un grupo de alumnos en el patio del centro. Toni Escobar

Tina, limpiadora del centro, confiesa que «estaba deseando» que a los niños les dejaran prescindir de la mascarilla en el patio. «Si es que pobrecitos… Yo creo que lo han pasado peor que los adultos. ¡Qué pena! A veces los ves corriendo con ella puesta y piensas que van a hiperventilar», relata mientras, a su lado, una madre mete un sobre de mascarillas nuevas en la mochila de su hija. «Me da que con lo de ponérselas y quitárselas se les van a despistar», comenta al tiempo que, desde el centro, comienza a sonar ‘Fiesta pagana’, de Mägo de Oz y se abren las puertas.

La decisión de que los alumnos puedan quitarse las mascarillas en el patio preocupa a los centros. De hecho, varios han enviado a las familias circulares en las que informan de la medida adoptada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, pero tratan de animar a los estudiantes a que no se las quiten. No todo el rato, al menos. «Como a la hora del patio hay muchas personas y no podemos asegurar que todo el alumnado respete la distancia mínima, desde el centro recomendamos que el alumnado siga haciendo uso de la mascarilla el máximo tiempo posible: cuando no estén comiendo, cuando haya aglomeraciones, cuando no se pueda mantener al menos un metro y medio de distancia con otras personas, a la hora de entrada y salida del centro...», reza el documento enviado por la dirección del instituto Algarb.

Alumnos, aún con la mascarilla. Toni Escobar

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Familias de Alumnos (FAPA) de Ibiza, Pepita Costa, se mostró «contenta» por la medida que, señaló, «puede tener marcha atrás» si la situación epidemiológica vuelve a complicarse. «Estamos muy contentos de que los chicos se puedan quitar las mascarillas al menos en los recreos, que es lo que se había reclamado ya antes de que la situación volviera a empeorar», comenta Costa, que llama, sin embargo a la «prudencia». A la presidenta de la FAPA ibicenca no le sorprende que algunos de los estudiantes no quieran prescindir de ella, aunque puedan: «Llevamos dos años diciéndoles que ni se les ocurra quitársela y ahora no van a cambiar el chip de un día para otro. Además, durante todo este tiempo los alumnos han respetado la medida».

Costa está convencida de que «poco a poco» irán acostumbrándose a estar sin ellas. En su caso, sus hijos están «encantados» con la medida. «Los adolescentes son más críticos y hace tiempo que tenían la sensación de que ya era el momento de hacerlo. Tampoco acaban de entender lo de llevarla en interiores cuando el 90% de la clase está vacunada», continúa la presidenta de la FAPA ibicenca, que destaca lo importante que es para los niños y los adolescentes poder ver las caras y las expresiones de sus compañeros. «Era una necesidad física, pero también mental», zanja.

Clara, con Aixa y Júlia llegando al centro. Toni Escobar

«Los niños han salido al patio con mucha alegría. Sólo algunos las han seguido llevando», comenta Fina Colomar, presidenta de la asociación de directores de centros de Primaria. «Es algo que pedíamos, así que estamos contentos», comenta antes de regresar a clase.

«No nos han informado de nada. Nos hemos enterado de que la mascarilla no era obligatoria por nuestros padres», explica Aurora Jiménez Rodrigo, alumna de tercero de Secundaria del instituto Xarc, en Santa Eulària, donde, asegura, muy pocos de sus compañeros se han quitado la mascarilla en este primer día. Ella misma, de hecho, sólo se la ha bajado para comer. «Estoy acostumbrada», indica la adolescente, que explica que en el instituto, desde que comenzó la pandemia, no pueden jugar a fútbol o básquet: «Antes nos daban pelotas y jugábamos, pero desde entonces sólo lo permiten cuando hay torneo. No nos dejan ni siquiera entrar balones».

«A las familias tampoco nos han dicho nada. Incluso he entrado al gestib [la app de Educación para las familias] del instituto y no nos habían notificado nada», comenta su madre. «A nosotros, sólo el profesor de Geografía nos ha hecho un comentario sobre lo de las mascarillas», concluye Aurora.

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