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Entrevista

Juan Rodríguez Garat: «Pérez-Reverte exagera mucho, en ocasiones sin pensar»

El exdirector del Museo Naval recuerda su rifirrafe con el académico tras retirar el cuadro del ‘Glorioso’

Rodríguez durante una charla en Menorca en 2021. | A.J.R.G.

En Somalia vivió momentos de tensión, pero no sé si hubo más en su reciente rifirrafe con el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte. Hay que tener valor para enfrentarse dialécticamente con él. «Tengo cinco hijos y sé reconocer las pataletas cuando las veo», le dijo en una carta abierta a raíz de que el académico le criticara por su orden de retirar el cuadro ‘El último combate del ‘Glorioso’’, de Ferrer-Dalmau, de la exposición permanente Museo Naval. ¿Se han reconciliado o siguen a la gresca?

Cada uno dijo lo que le pareció oportuno. Que conste que no me molestó la opinión de Pérez-Reverte, aunque fuera muy ofensiva para mí. Él es siempre muy ofensivo. Tampoco me importa, puesto que yo no tengo que ser elegido para nada, soy funcionario. A mi familia, le puedo asegurar que le divirtió mucho aquella pelea. Fue muy entretenido para todos nosotros. Pero sí que me dolió un poco que, entre sus críticas, y como él exagera mucho, a veces sin pensar demasiado, deslizara que el Museo Naval ocultaba las derrotas, cosa que no es verdad. Lo que queríamos era buscar un poco más de equilibrio entre victorias y derrotas. Nuestros pintores, en general, han sido más atraídos por el dramatismo de la derrota honrosa que por la victoria, que parece que a nadie importa. El himno de la Armada dice «Hay que morir o triunfar,/ que nos enseña la Historia/ en Lepanto la Victoria/ y la muerte en Trafalgar». Pero la gente debería saber que murieron muchos más marinos españoles en la victoria de Lepanto que en la derrota de Trafalgar. Por tanto, hay que tener un poco de respeto con los que vencieron. Eso fue lo que yo traté de transmitir: para un Museo Naval, que alguien diga públicamente que ocultamos las derrotas, como se publicó en The Times tras ese duelo dialéctico, no es aceptable. En el museo aparecen todas las derrotas. Lo que no tienen es por qué estar dos veces.

"Que conste que no me molestó la opinión de Pérez-Reverte, aunque fuera muy ofensiva para mí. Él es siempre muy ofensivo"

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Dijo entonces que retiró el cuadro porque una de las misiones del Museo es contar la historia de la Armada de manera «equilibrada». Lo descolgó, pues, cansado de que se dé más pábulo a tanta leyenda negra y tanta derrota, y no a las victorias.

El Museo Naval está cojo de victorias, sencillamente porque no hay arte que las represente. El director que me ha relevado [Marcial Gamboa Pérez-Pardo] está muy interesado en conseguir que, por ejemplo, haya al menos un cuadro de la batalla de las Azores, en isla Terceira [1582: 25 naves españolas al mando de Álvaro de Bazán contra 64 francesas], el segundo hecho más glorioso de la Armada española, tras Lepanto. Nadie lo ha pintado.

Pero el cuadro sobre el ‘Glorioso’ representa, como recordó el académico, un momento heroico, en agosto de 1747. Fue la demostración del, y cito a Pérez Reverte, «valor y la determinación de unos marinos españoles que, aunque derrotados por una enorme superioridad numérica británica, supieron vender cara su piel y despertar, con su heroísmo, la admiración y el aplauso de sus vencedores».

Esa es la letra pequeña de la historia. El barco se comportó razonablemente bien, pero se rindió. Otros, en las mismas condiciones, no se rindieron. Eso no significa un reproche a la dotación de ese barco, cuyo comandante, Pedro Mesía de la Cerda, fue juzgado en consejo de guerra y absuelto, y prosiguió luego su carrera. No hay la menor crítica a él, pero la Armada no tiene actualmente ningún barco con el nombre de Mesía de la Cerda ni ‘Glorioso’. Rendirse es un desdoro. Incluso las últimas ordenanzas de la Armada, que ya no existen, uno de los artículos decía «no rendirá su buque». Y si se va a perder, se procura hundir para que el enemigo no lo aproveche. Numancia pasó a la historia porque no se rindieron. Por eso tenemos un barco con ese nombre, no con el del ‘Glorioso’.

"Los españoles que vencieron a británicos no salen en la historia del Reino Unido, que es la que han copiado nuestros historiadores. Si sólo seguimos la historia contada por ingleses, glorificaremos a los derrotados y olvidaremos a quienes vencieron"

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Aquel acto fue parecido al de Elcano: «Antes de caer en manos portuguesas y perder lo que traemos, morimos por nuestro rey», se dijo en aquella circunnavegación, dos siglos antes de la batalla del ‘Glorioso’.

Así es. Y eso mismo dijo [Cosme Damián] Churruca [muerto en Trafalgar]: «Si oyes que mi navío ha sido apresado, estoy muerto». Cumplió, no rindió su buque hasta morir. Es cierto que los británicos pusieron por las nubes al ‘Glorioso’. Su fair play cuando vencen es enorme. Pero si el ‘Glorioso’ hubiera vencido en aquella batalla, sencillamente no habría existido en sus libros de historia. Que el ‘Real Felipe’, que salió de Tolón (siglo XVIII) y, frente a una fuerza inglesa muy superior, con muchísimos muertos a bordo, no se rindió y logró romper el bloqueo, no sea conocido por ningún español y nuestros historiadores hayan minusvalorado aquella victoria es, sencillamente, porque los ingleses dijeron que esa batalla no merecía la pena porque la perdieron. Parte de la leyenda negra se genera desde el punto de vista británico. Su propaganda magnifica sus victorias y oculta sus derrotas. Y como la historia naval la han escrito ellos, los marinos actuales tenemos la obligación de recordar esas victorias y dejar de lado las derrotas heroicas, infladas por los británicos.

Blas de Lezo, Luis de Córdova… Poco o nada se habla de ellos en los libros de Historia del sistema educativo.

Por eso, porque los marinos españoles que han vencido a los británicos no aparecen en la historia del Reino Unido, que es la que han copiado nuestros historiadores navales. Si nosotros sólo seguimos la historia contada por los ingleses, glorificaremos a los derrotados, pero nos olvidaremos de quienes vencieron.

Por cierto, Luis de Córdova puso en jaque a la Navy cuando tenía 73 años. ¿Les mandan a la reserva a ustedes demasiado jóvenes? Usted tiene 65 años.

El mundo ha cambiado. No es que crea que no pueda seguir dirigiendo el Instituto de Historia Naval, pero así es la estructura organizada en las Fuerzas Armadas, que implica un relevo relativamente rápido de la cúpula. Hay varias razones: primero, por rejuvenecer, hay que estar al día en esta profesión; segundo, por dar oportunidades de carrera a gente que, si nos eternizáramos en el generalato o almirantazgo, no las tendría. Nos retiramos jóvenes, pero más viejos que los compañeros de otros países europeos. Hoy se puede estar un máximo de 10 años como almirante. Mi opinión es que lo que no se haya arreglado en esa década no se solucionará en más tiempo. Hay que dar oportunidades a los más jóvenes, aunque sea tirar piedras contra mi propio tejado, que a gusto estaría todavía mandando la flota.

¿Sigue usted «escocido de la quilla a la perilla», como le replicó Pérez-Reverte, tras aquel duelo dialéctico, en términos marineros, pero muy al estilo húsar?

No, qué va. Me divirtió mucho.

"Por desgracia existe el mal, y no sólo en forma de terrorismo, de manera que aún la fuerza es necesaria, aunque sea en grado de amenaza, para mantener nuestro sistema de libertades"

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Ha escrito ‘Manual de usuario de la Armada’, que tiene como subtítulo ‘reflexiones sobre el monopatín de Ignacio Echeverría’ con el fin de que los españoles sepan para qué existe la Armada. ¿Para qué, para que paremos los pies a los terroristas con algo más contundente que un monopatín? ¿Siguen existiendo prejuicios en España respecto al ámbito militar o eso ya está superado?

Hay aún prejuicios en una parte de la sociedad, no contra las Fuerzas Armadas, aunque también, pero menos, sino contra el aspecto más característico de su función: el uso de la fuerza en relaciones internacionales. Hay personas que no terminan de darse cuenta de que las Fuerzas Armadas son un instrumento de la ciudadanía. Y la actual ciudadanía no pretende conquistar México ni el norte de África. Sólo quiere un mundo mejor, justo, estable y pacífico. Por desgracia existe el mal, y no sólo en forma de terrorismo, de manera que aún la fuerza es necesaria, aunque sea en grado de amenaza, para mantener nuestro sistema de libertades.

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