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Esther García Almodóvar Internista especialista en enfermedades infecciosas

Esther García Almodóvar: «El estigma es el factor más asociado a la ansiedad y depresión de los pacientes con VIH»

La médica señala que aún hoy le siguen preguntando si no le da miedo atender a los infectados. «Es un miedo irracional», asegura

Esther García Almodóvar, en su consulta del Hospital Can Misses.

A Esther García Almodóvar le gustan las enfermedades infecciosas. «Encontrar el microorganismo, el tratamiento y curarlas», explica esta internista del Hospital Can Misses, experta en este tipo de afecciones entre las que destaca el VIH, de cuya lucha se conmemora hoy el Día Mundial. «Me parecía la enfermedad infecciosa global: sistémica, afecta a muchos órganos y con un campo en el que había mucho por investigar», comenta la internista, que estudió Medicina en Córdoba e hizo la residencia en Son Espases, de donde llegó a Can Misses.

Modera en Málaga la ponencia ‘Detectando toxicidad neuropsiquiatrica y cognitiva’. ¿Eso qué es?

La salud mental y social de las personas con VIH son dos de los campos que aún hay que mejorar. Muchos estudios demuestran una mayor prevalencia de trastornos psicopatológicos en las personas que tienen infección por VIH. Ésta aumenta el riesgo de padecer una enfermedad psiquiátrica y esta última, a su vez, es un factor de riesgo para que las personas adquieran infección por VIH. Este tema no se aborda, aunque en muchos estudios se ha visto que un 47% de personas con infección tienen ansiedad y que la depresión es el trastorno psiquiátrico más prevalente en ellas, de un 5% a 21%. El problema de que estas personas tengan depresión y no se les trate es que estas patologías están asociadas a un peor control de infección, no se toman el tratamiento, tienen peor adherencia a éste y más comorbilidades porque no están tan pendientes de su salud. El factor que más se asocia a la ansiedad y la depresión es el estigma. Es otro campo que casi nunca trabajamos.

Hace años esto ni se planteaba, todo se centraba en evitar que los afectados murieran. ¿Se ha avanzado mucho o menos de lo que se debería?

Se ha avanzado mucho. Se ha controlado la carga viral en sangre y los pacientes tienen calidad de vida, no se inmunodeprimen. Se ha controlado la infección a nivel físico, pero queda aún mucho por hacer, lo primero, curar la infección, y luego avanzar en salud mental y social. Los pacientes siguen con mucho estigma social y autoestigma. Muchos no lo viven con naturalidad, no lo comparten con sus familiares o amigos y a nivel social la infección aún no está muy normalizada.

¿Por qué pasa esto?

Por los inicios del virus. No se conocía, la gente moría, porque su transmisión era básicamente sexual y por los grupos en los que se daba la infección. Se ha quedado en el ADN de la sociedad. A veces te hacen preguntas sorprendentes como «¿no te da miedo estar en la consulta?». Es un miedo irracional.

Pero hay otras enfermedades de transmisión sexual de las que se habla con más naturalidad.

Claro, pero no fueron una pandemia ni provocaron los estragos ni el deterioro físico en las personas del VIH. No son mortales y tienen tratamiento. Sigue habiendo desconocimiento, muchas personas que quizás no saben que si el virus está indetectable en sangre no se transmite.

Las vacunas del covid han salido rápido, pero sigue sin salir una para el VIH. ¿Eso significa que no les interesa a las farmacéuticas?

No. Hay grupos de investigación independientes, que no están financiados por la industria, que llevan muchísimo tiempo trabajando en ello. Son virus diferentes con una forma de replicación distintas. El VIH tiene mutaciones, se queda escondido en reservorios...

Es más puñetero, vaya..

Muchísimo más.

El VIH es una enfermedad crónica, ¿eso hace que la gente relaje las prevenciones?

Sí. Hay una banalización de la infección porque hemos conseguido que no sea mortal, que sea una enfermedad crónica que se puede controlar tomando una pastilla, que es una forma bastante cómoda. Algunas personas frivolizan con la infección, no se debería hacer. No hay que olvidarse de toda la gente que ha fallecido, el sufrimiento y las comorbilidades que ha provocado. Hay personas que le han perdido el miedo y hay que seguir manteniendo el respeto al VIH.

¿Cuál es el motivo por el que alguien se hace la prueba de VIH?

Hay sectores de la población que saben que si tienen relaciones sin protección tienen que estar más pendientes y se hacen serologías anuales para descartar un diagnóstico. Pero hay otros grupos que no están tan pendientes y se pueden infectar, como mujeres u hombres de edad más avanzada. Sus prácticas son de menos riesgo, pero eso no supone que no se puedan infectar.

¿Cuál es la diferencia entre detectar la infección de forma precoz o un diagnóstico tardío?

Es muy importante. El diagnóstico precoz llega cuando el sistema inmunitario no está muy dañado y el tardío cuando los linfocitos CD4 son inferiores a 350 células por milímetro cúbico. Por debajo de 200 ya hablaríamos de enfermedad avanzada. Un diagnóstico tardío es un fracaso para el sistema sanitario porque esa persona tiene posibilidades de que su sistema inmunitario esté más dañado. Ha estado más tiempo con la infección y ha podido transmitirla más. Las cifras de diagnóstico tardío aún son muy importantes en España. En 2019 supusieron el 45,9% de las personas diagnosticadas, más en Balears: un 51% hasta julio de 2019. Entre las mujeres el diagnóstico tardío es mayor, un 53%, porque no tienen la sospecha de que puedan tener una infección por VIH.

¿Cómo asumen el diagnóstico?

Muy mal. Tienen miedo. Es una condición vital. Hoy por hoy, es para siempre. Algunos lo comparten con familiares y amigos y lo pueden asumir mejor, pero hay otras personas que no. En general, lo llevan muy mal. Desgraciadamente no les puedes dedicar todo el tiempo ni ofrecerles el apoyo psicológico que se necesitan. Nos pusimos en contacto con ALAS (Associació de Lluita Anti Sida) y conseguimos tener una psicóloga, Sofía, y derivamos a quienes consideran que necesitan algún tipo de terapia. El diagnóstico es uno de los peores momentos a lo largo de su infección.

¿Hay quien niega el diagnóstico?

Sí, pero la negación no es lo más habitual. Las personas casi siempre asumen el diagnóstico, pero hay algunas que lo niegan durante años y eso, al final, te dificulta el control de la infección porque no están motivados para tomar el tratamiento ni tienen buena adherencia ni se puede hacer un seguimiento en las consultas.

¿Necesitan un psicólogo en la unidad?

Estaríamos encantados de tenerlo. Me encantaría poder trabajar con un psicólogo o psicóloga en el hospital, por eso buscamos a ALAS, con quienes trabajamos bastante bien, para muchos temas: diagnóstico, adherencia al tratamiento, uso recreativo de drogas cuando tienen sexo, adicciones, depresión... Hay muchos temas que se podrían abordar si tuviéramos un psicólogo.

¿Les hace bien hablar con personas en su misma situación?

Depende de la personalidad del paciente, pero, en general, los que han buscado este recurso están muy contentos. Comparten sus miedos e incertidumbres. Imagino que eso les ayuda, pero tienes que estar abierto a esa experiencia.

¿En qué cambia la vida de una persona cuando recibe un diagnóstico de VIH?

Pues eso me gustaría que lo pudieran contestar ellos, pero aún cuesta que expliquen sus situaciones. Depende de las herramientas psicológicas y sociales que tenga esa persona y de si tiene una buena estructura con el trabajo y la familia. Creo que piensan que les va a cambiar mucho más la vida de lo que realmente les cambia al final. Al principio vienen a la consulta cada tres meses, pero si no tienen otras patologías, se toman la medicación y tienen una buena adherencia al tratamiento, pueden venir cada nueve meses o incluso cada año. Hay quienes te dicen que lo tienen tan automatizado que se les olvida que tienen la infección. Pero no todos los casos son así, algunos lo viven de una forma muy diferente.

¿Hay extremos? ¿Gente que lleva una vida completamente normal y otros que tienden a la autodestrucción?

La gran mayoría lleva una vida totalmente normal, se considere lo que se considere eso, y tienen una muy buena calidad de vida. Tienen sus parejas, sus hijos, sus trabajos... Quienes entran en ese proceso autodestructivo de negación, de adicciones son los menos.

Los tratamientos han cambiado mucho.

Sí, se han reducido muchísimo los efectos secundarios. Es un tratamiento muy efectivo con pocos efectos adversos. Pueden tener cefaleas o problemas gastrointestinales durante las primeras semanas, pero se toleran muy bien. En un futuro inminente, quizás el año que viene porque está muy avanzado, llegarán los fármacos inyectables. Los pacientes recibirán una inyección al mes o incluso o cada dos.

Obviando éste, ¿cuál cree que será el próximo avance?

Es difícil saberlo, pero creo que llegará la vacuna profiláctica. Lo que estoy deseando es que se puedan curar, pero para eso parece que aún queda bastante.

¿Se hace suficiente prevención del VIH?

Al tratarse de una infección de transmisión sexual la prevención es fundamental. Lo que se ha visto es que el uso del preservativo, aunque es muy eficaz, no ha dado los resultados que se esperaba porque la gente no lo usa como debiera. Por eso se van a implementar otros programas de prevención como es la PREP (profilaxis prexposición). Está aprobada en el sistema nacional de salud desde septiembre de 2019, pero debido al covid no se pudo implementar el programa. Ahora en Ibiza hemos desarrollado bastante el programa de prevención y estamos pendientes de esto.

¿En qué les ha afectado el covid?

Ha tenido mucho impacto. Nos anularon las consultas y no hemos podido atender a nuestros pacientes. También ha influido mucho en la salud mental y las comorbilidades de los pacientes. No hay evidencia que los infectados con VIH bien controlados evolucionen peor con el covid ni que tengan más riesgo de contraer la infección. Sólo ocurre en los que tengan la enfermedad más avanzada o con CD4 por debajo las 200 células.

¿En qué habría que mejorar?

Sí, hay grupos sobre los que no hay tanta información. En todo el mundo, la mitad de los pacientes son mujeres, pero todos los estudios se hacen en hombres y extrapolamos los datos. Están entrando más mujeres en los ensayos, pero aún son insuficientes porque no hay estudios sobre embarazadas o transexuales, grupo, éste, en el que tiene bastante prevalencia la infección.

A pesar de todas las mejoras de los últimos años, ¿aún muere gente de sida?

Desgraciadamente, sí. En Ibiza el año pasado tuvimos cinco éxitus de personas que estaban en tratamiento y lo dejaron. Muchas veces fallecen personas que no sabían que tenían la infección, en su primer contacto con el sistema de salud tienen ya una enfermedad muy avanzada y a veces no superan la infección oportunista que les ha hecho acudir al médico. Casi siempre son fallecimientos por enfermedad avanzada y sin tratamiento, porque no sabían que tenían la infección o porque no se toman el tratamiento. También tengo casos de personas que llevan muchos años con la infección y, después de tanto tiempo, se cansan. Pero sí, fallecen personas.

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