En plena plaza Mayor de sa Pobla cuando aún no había anochecido. Cuatro jóvenes marroquíes fugados el 5 de noviembre de un avión del aeropuerto de Palma, que realizó un aterrizaje de emergencia gracias a que un pasajero fingió un coma diabético, fueron detenidos la tarde del martes por agentes de paisano de Policía Nacional y de la Guardia Civil.

Aunque en esos momentos no había mucha gente en la calle, el arresto de estos fugitivos no sorprendió en absoluto a la inmensa mayoría de los vecinos de sa Pobla. «Sabíamos que llegarían aquí. Era el destino más cómodo para que un marroquí tratara de pasar desapercibido», recalcó ayer un residente en el municipio. En el colmo de la hilaridad, en algunos grupos de WhatsApp, vecinos del municipio trataban de apostarse cuántos fugados del avión de Air Arabia Maroc recalarían allí. «Cuando los han detenido aquí, no hemos podido evitar pensar que ya lo decíamos nosotros. Lo teníamos muy claro», puntualizó un vecino de la localidad del Raiguer.

La abundante población marroquí en esta localidad del Raiguer la convertía en el destino potencialmente más idóneo para que los fugitivos encontraran cobijo allí. La investigación ha determinado que los 25 fugados tenían un plan preconcebido de huir en suelo europeo nada más tomar tierra. Entre los destinos que atravesaba la aeronave en su viaje desde Casablanca y Estambul, el aeropuerto de Palma se perfilaba como su lugar favorito para escaparse.

El único equipaje de los 25 fugados era una mochila. Solo uno de ellos había facturado una maleta en la bodega del avión. Esta circunstancia era muy reveladora de que el motín a bordo del Airbus A320 estaba perfectamente planificada de antemano.

Los cuatro arrestados no tenían una residencia estable en sa Pobla. De hecho en los 11 días que duró su fuga, los jóvenes marroquíes que escaparon del avión habían ido cambiando de domicilio de conocidos en el municipio.

Si esta circunstancia de que algunos de los fugitivos del avión de Air Arabia Maroc podrían haberse escondido en sa Pobla era sospechada por muchos vecinos, los investigadores no les iban en absoluto a la zaga.

De una manera discreta pero inexorable, el cerco se había ido estrechando paulatinamente en torno a estos cuatro sospechosos. Los controles de la Guardia Civil se habían hecho más exhaustivos en los últimos días. El objetivo era delimitar dónde se escondían estos fugitivos.

Las copiosas lluvias caídas en los últimos días en la localidad del Raiguer habían provocado que el número de transeúntes en las calles fuera considerablemente menor que en otras ocasiones. Por este motivo, los agentes de paisano tuvieron que vigilar los movimientos de los sospechosos con mayor discreción.

Así, uno de estos funcionarios fingió un supuesto interés en una óptica de la plaza Mayor. Durante buena parte del tiempo que invirtió vigilando discretamente a los cuatro sospechosos, simuló que estaba mirando los escaparates. Hasta el punto de que despertó también sospechas entre las hermanas que la regentan.

«Después de ver que no se movía del escaparate, le preguntamos si estaba interesado en algún modelo en particular», apuntaron las hermanas Sara y Ana Balaguer. El funcionario de la Policía Nacional salió al paso y enseñó la placa. El agente también aprovechó la conversación para pedir si podía ir al servicio. La prolongada guardia a la intemperie en la lluviosa tarde la tuvo que interrumpir momentáneamente por este motivo de fuerza mayor.

Sin atisbo de resistencia

A continuación, los efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional arrestaron a los cuatro jóvenes marroquíes. No hubo el menor atisbo de resistencia. Antes de que pudieran reaccionar ya estaban esposados. La escapada después de cruzar las pistas a la carrera de Son Sant Joan se prolongó tan solo durante una docena de días.

En primera instancia los detenidos fueron conducidos hasta el cuartel de la Guardia Civil de sa Pobla. El mantra de que el primer sitio que buscan algunos delincuentes marroquíes para tratar de confundirse con la comunidad de su país se cumplió. Aunque su éxito fue muy efímero.