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André Quidu: «Cuando monté el Croissant Show con tres duros podías vivir en Ibiza»

André Quidu es un personaje mítico de la isla, a la que llegó en 1979. En su café han ocurrido cantidad de anécdotas, también con famosos. Ahora quiere vivir su jubilación en su casa de Sant Josep

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André Quidu: «Cuando monté el Croissant Show con tres duros podías vivir en Ibiza» Toni Escobar

André Quidu (1945) es el dueño del mítico Croissant Show, ubicado en la plaza de la Constitución, junto al Mercat Vell. Natural de Guéméné-sur-Scorff, un pueblo de la Bretaña francesa, llegó a Ibiza en 1979, en principio solo para pasar unas vacaciones con su familia. Pero se enamoró de la isla, a la que ha visto cambiar mucho desde entonces. Su local siempre ha sido un punto de encuentro entre personas de todo tipo. Ahora quiere jubilarse «lo antes posible», pero su cafetería-croissantería seguirá siendo un mito. También él, que bromea con que su característico bigote se debe a que su madre era vecina de Dalí y a que nació ya con él.

André Quidu posando para Diario de Ibiza, ayer en su cafetería. Toni Escobar

¿Cómo fueron los primeros años en Ibiza?

Llegué para pasar un mes de vacaciones, no para quedarme. Vine con mi mujer y mi hija de 11 años y mi hijo de 9, y fuimos a la casa de mi amigo Pedro, en es Codolar. Era una casa sin luz ni agua. Pedro vivía con Jordi, que era novio de una amiga mía que había pasado unos cuantos meses de vacaciones en Ibiza, y nos dijo que no había problema para quedarnos de alquiler todo el mes.

¿Y cómo surgió la idea de montar este negocio?

Fue una casualidad, porque mis primeros diez años en la isla estuve haciendo cosas más bien artísticas, vendiendo cuadros, pintura o gaviotas de madera. Y tenía un amigo francés que me dijo que iba a montar una heladería y panadería francesa, y la hizo aquí, en esta plaza, pero no le funcionaba y al año quería venderla. Se lo comenté a dos amigos y me prestaron dinero para pasar a encargarme del local. Y eso que yo no tenía ni un duro, porque en aquella época buscábamos trabajar lo menos posible y se vivía mejor, porque con tres duros podías vivir en Ibiza. Una semana después comencé a trabajar aquí y era el único extranjero del barrio, pero los ibicencos eran el núcleo de los clientes, era invierno. Cuando llegó Semana Santa abrió la discoteca Ánfora, y una mañana, mientras cocinaba, vi a un grupo de chicos que bajaban de Dalt Vila riendo mucho. Olieron las baguettes y croissants que se estaban haciendo, y quisieron entrar. Y allí empezó todo con la clientela joven. El negocio empezó a subir. El primer verano había pocas mesas, pero siempre había mucha gente y había escándalo, incluso cortaban la calle de tantos que venían aquí.

Debía ser muy curioso ver aquella mezcla de la gente de la isla con los que llegaban de fiesta por la mañana.

Claro, y venían los showman de la noche, prácticamente desnudos. Un día había dos ibicencas en la cafetería tomándose un cortado y al lado un hombre solo con plataformas grandes y un tanga, y les dije a ellas que se giraran. Pero no se escandalizaban, se morían de la risa. Entonces era el principio de la época del KU, y había mucho movimiento de gente muy loca. No había ni horario de cierre de discotecas, cerraban cuando les daba la gana. El Croissant Show ha tenido que irse ampliando desde entonces.

¿Qué famosos han pasado por aquí?.

Vino la cantante alemana Nico, que era amiga del grupo The Velvet Underground, también DiCaprio, Zidane, que venía muy a menudo... todos han pasado por aquí. El otro día estuvo Vanessa Paradis, exmujer de Johnny Depp. También el diseñador de moda italiano Giorgio Armani, Jean-Paul Gaultier o David Guetta, que cuando empezó como dj venía mucho al Croissant Show con otro famoso disc jockey.

¿Alguna anécdota con alguno de ellos?

Tengo una con DiCaprio, de hace dos o tres años, porque estaba desayunando en la terraza e iba con una gorra marrón y gafas de sol. Ni me había dado cuenta de que era él, y entró para comprarme una baguette en la caja y pagar la cuenta. Me quedé mirándolo y le iba a preguntar si nos conocíamos de algo, pero al final no le dije nada. Al día siguiente, Diario de Ibiza contó que él estaba por la isla y en una fotografía pequeña salía DiCaprio pasando por el cruce de Café Mar y Sol con la baguette de Croissant Show debajo del brazo.

Este barrio, igual que el resto de la isla, ha cambiado mucho.

Ha habido un cambio enorme, antes a primera hora de la mañana esto se llenaba de payeses, y ahora de ellos solo quedan dos puestos de verdura en el Mercat Vell. Cuando empecé en el Croissant Show, era el único extranjero de la Marina, y ahora, de gente que lleve negocios, quedan dos ibicencos. Ahora el barrio es el centro turístico de Ibiza, si llega un barco con muchos turistas, la primera cosa que harán será pasar por aquí para visitar Dalt Vila. La gente que viene a esta zona es de un cierto nivel. Hay un turismo cultural que existe y hace falta darle más valor. La cultura ibicenca y la historia de la isla, que es riquísima, merece más importancia.

Cuando llegó aquí, ¿la Ibiza auténtica tenía más protagonismo?

Yo, personalmente, he dado mucho más valor a la forma de vivir de los ibicencos de hace 40 años, por su ritmo, sus negocios, la vida que te daba la isla... todo. Ahora todas las culturas están muy mezcladas, pero no solo en Ibiza, esto ocurre en todo el mundo.

Por eso también su clientela es muy heterogénea, ¿no?.

Sí, es muy mezclada, hay muchos holandeses, belgas... Al principio predominaban los franceses, porque venían aquí a comprar productos franceses que no había por ningún otro lado, no como ahora. Pero este negocio lleva funcionando 32 años, viene gente del mundo entero, incluso japoneses que vienen solo para hacerme fotos porque me he hecho famoso. He viajado bastante, y no he ido a ningún sitio donde no conocieran el Croissant Show, incluso gente que no ha estado nunca en Ibiza. Tenemos clientes que son turistas y repiten cada año en esta croissantería, familias enteras que vienen aquí generación tras generación, los padres, los hijos y los nietos. Es alucinante.

Ibiza ha cambiado mucho, pero le sigue encantando.

Sí, porque tiene cosas muy especiales. Hay muchos sitios en el mundo donde hay una mezcla de gente de todo tipo, como en Nueva York o París, pero aquí la gente se comunica y se une más. Hablan todos de una mesa a otra. Y luego hay lugares como es Vedrà, que para mucha gente es un lugar con espiritualidad. Ibiza tiene vibraciones propias que hacen sentir diferente a la gente. Yo también lo he notado, vivo en una de las casas más antiguas de la isla, en Sant Josep, una parte tiene 600 años. Pasaré la jubilación aquí. Ibiza enamora y es un mito.

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