Aglomeraciones y fiesta cada día en el puerto de Ibiza tras el cierre de los bares

Numerosa presencia policial para disuadir los botellones en la ciudad

David Ventura

David Ventura

Ibiza

La una de la noche es la hora de cierre. Pocos minutos antes, los dueños de los bares y restaurantes del puerto de Ibiza empiezan a cobrar a los clientes, les levantan de las sillas y les ofrecen vasos de cartón para que terminen sus consumiciones en la calle. Es el momento en el que se produce el aluvión. Todos los que han elegido la zona de ocio del puerto y la Marina para terminar el día, se agolpan simultáneamente en el paseo.

Durante cerca de una hora, la noche del pasado miércoles, una riada de personas -un millar, aproximadamente- abandona lentamente la zona. En su camino se cruzan con vehículos de la Policía Portuaria, Policía Nacional y Policía Local, que intentan disuadir las tentativas de organizar un botellón. Pese a todo, es inevitable que se produzcan concentraciones y corrillos de decenas de personas que bailan y beben en la explanada situada frente al monumento dedicado a los marineros.

Grupo de turistas tras el cierre de bares. | ZOWY VOETEN

Grupo de turistas tras el cierre de bares. | ZOWY VOETEN / david ventura. eivissa

Buscando una villa

Para algunos la noche termina aquí, pero para la mayoría continúa. «Nosotros vamos a una villa», comenta Javier, un bilbaíno que está de visita en Ibiza con dos amigos. «Esto funciona así: o tienes tú la villa, o un amigo te la busca. Nosotros hemos encontrado quien nos lo gestiona». Él lo tiene claro: «Tienes que dejarte una pasta y tener contactos».

Las cosas son más sencillas si hay dinero, sin duda. Así lo cuenta Marc, que ha llegado desde Barcelona con un grupo de amigos: «Tenemos el barco en la playa de ses Salines. Si encontramos una casa, vamos. Si no encontramos nada, seguiremos la fiesta en el barco». Su calma contrasta con la de Paolo, un turista milanés que busca desesperadamente una casa donde continuar la noche: «Creo que he encontrado una fiesta privada. Nos cobran cien euros». El dinero, sin duda, abre puertas.

Aglomeraciones y fiesta cada día en el puerto de Vila tras el cierre de los bares |

Aglomeraciones y fiesta cada día en el puerto de Vila tras el cierre de los bares | / david ventura. eivissa

Si no hay contactos ni cartera, el único camino es hacer un botellón en la playa o regresar al hotel. Es lo que les sucede a José Miguel, César, Andrea, Fátima y Antonio, un grupo de turistas murcianos que se confiesan «desesperados porque no hay fiesta». «Nos volvemos al hotel porque no hay más remedio. Lo que hacemos ahora es empezar la fiesta a las doce de la mañana», comenta José Miguel. «¡Y si encuentras alguna fiesta ilegal, avísanos!» ruega.

Es la una y media de la noche del miércoles y la riada de gente sigue discurriendo por el puerto en dirección hacia la parada de taxis, los aparcamientos o los respectivos hoteles.

En relativo orden

La mayoría circula en relativo orden bajo la vigilancia de los agentes de los diversos cuerpos de seguridad -Policía Nacional, local y portuaria-. Grupos de amigos terminan sus bebidas alrededor de bancos, algunas parejas se besan y se forman corrillos de gente que discute hacia dónde dirigirse. Ha habido jornadas en las que se han agrupado centenares de personas que han improvisado una fiesta en la vía pública, botellones e incluso algunos treparon por las farolas (más información en la página 6).

Orinando en la vía pública

Sin embargo, la del miércoles fue una jornada relativamente tranquila y los únicos actos de incivismo son los de las personas que orinan en la vía pública. Durante un instante parece que la situación va a desmadrarse cuando un grupo de jóvenes se presenta con un megáfono en ristre y unos altavoces y, durante unos minutos, la explanada situada frente al monumento a los marineros se convierte en una improvisada pista de baile. Hay aplausos y cánticos, pero la fiesta apenas dura unos minutos a causa de la disuasoria presencia policial.

Aglomeraciones y fiesta cada día en el puerto de Vila tras el cierre de los bares

Aglomeraciones y fiesta cada día en el puerto de Vila tras el cierre de los bares / david ventura. eivissa

Entre la abigarrada multitud están dos jóvenes locales, Dani y Vicent, que intentan apurar las últimas migajas de fiesta que le queda a la noche: «Nos quieren quitar lo bueno de la vida. No te puedes juntar con nadie y fíjate cómo está esto. ¡No tiene sentido!», exclaman, y reclaman que «abran las discotecas porque, total, ya están todas las villas abiertas».

Sobre las dos de la madrugada la muchedumbre ya se ha dispersado. A esa hora, unas treinta personas se encuentran en la playa de ses Figueretes haciendo botellón. Están dispersos en pequeños grupos repartidos a lo largo de la arena y de los bancos del paseo. Un o de ellos ha establecido su particular cuartel general en la torre del socorrista.

En las escaleras de acceso a la playa hay un grupo de ocho jóvenes que fuman hachís y comparten botellas. Expresan su desagrado cuando nos identificamos como periodista del Diario de Ibiza: «Estáis en contra de la fiesta», comenta uno de ellos, que nos indica que no somos bienvenidos.

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David Ventura

Más amigables se muestran Andrea, Carlos y Juan, que beben y charlan frente al mar. «Somos trabajadores. Acabamos de terminar la jornada y hemos salido un rato a que nos dé el aire», comenta Andrea, que reivindica su derecho a «distraerme un poco. Trabajamos muchas horas pero tenemos la suerte de que lo hacemos frente al mar. Creo que no hacemos daño a nadie». «¿Por qué nos lo tendrían que prohibir?», completa Juan, «¿qué hay de malo en beber una cerveza aquí tranquilamente? Creo que nos lo hemos ganado».

las noches más cortas. Las restricciones sanitarias han provocado que el ocio legal finalice a la una de la madrugada. A partir de ese momento, cada uno se organiza como puede. 1 Marc y sus amigos buscarán una fiesta en una villa y, si no la encuentran, la celebrarán en su barco.

Desmadre en el puerto de Ibiza

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