Comercio

La última cena en Ibiza, mejor en casa

Satisfacción entre los comerciantes del Mercat Nou por el incremento «inesperado» de ventas

Ibiza/Sant Antoni

8.40 horas en el Mercat Nou de Ibiza. Este redactor acude a primera hora con la esperanza de que los tenderos aún estén en modo colocar el producto en sus paradas, amén de adecentarlas, para poder hablar tranquilamente con ellos, pero se encuentra con una cantidad inesperada de gente que aguarda su vez en los pasillos: «Uy, y a las 11 horas esto estará abarrotado», advierte Moha, de Fruita i Camp.

La pandemia está provocando un resultado en las ventas contrario al esperado, aseguran desde todos (menos uno) los puestos consultados. Es el efecto ahorro: quienes otros años optaban por salir de la isla de vacaciones, esta Navidad se han quedado en casa para no tener que lidiar con las restricciones que imponen en otros lugares de la geografía peninsular o extranjera; además, muchos de los adictos al cotillón de Nochevieja han descartado pedir mesa debido a los controles de aforo, a las medidas de seguridad y al límite horario impuestos a los restaurantes de Ibiza.

Como consecuencia, todo ese dinero ahorrado en viajes o cenas lo invierten en manjares para despedir el año, que es una manera elegante de hacer una peineta (en este caso pantagruélica) al año de la pandemia.

Aun así, tanto en Pescados Valentina como en Pescados María Rosa aseguran que en Nochebuena les fue aún mejor: «A estas horas [9 horas] el mercado ya estaba a rebosar», cuenta Sandra Abella. El rape, la merluza, las almejas y los mejillones son los productos estrella para esta noche, asegura.

Se ha aprovisionado con aproximadamente la misma cantidad que en 2019 para cubrir las ventas de ayer y de hoy. En el contacto directo con los clientes, Abella se ha dado cuenta de que «se mira lo más económico», si bien no se escatima: «Dentro de lo malo, de las consecuencias económicas de esta pandemia, no nos podemos quejar».

En Pescados Valentina les fue fenomenal el 23 de diciembre, si bien bajó «algo» el 24. El disgusto de este año lo ha dado la gamba ibicenca, esquiva las últimas semanas para los pescadores alicantinos. Solía ser la protagonista de esta cena: «Hemos tenido que tirar de las congeladas en barco, que aunque son más baratas se venden menos. La gamba de Ibiza tira mucho. Y la que venía de Denia estaba muy cara», señala Carmen.

«Dentro de lo malo...», encabeza también su frase Rosa Riera, de Carnes March: «Dentro de lo malo, está yendo muy bien, la cosa está animada». El cochinillo, el «corderito» y la carne cocinada (para calentar poco antes de la cena) se los quitan de las manos. Pero lo que más triunfa es el pollo ibicenco. «No nos esperábamos que fuera tan bien. Al tratar con los clientes he llegado a la conclusión de que están invirtiendo en la cena lo que otros años se gastaban en viajes o en restaurantes. Este año afrontan estas fiestas de otra manera».

Moha, de Fruita i Camp, comparte esa opinión: «No esperábamos trabajar de esta manera», señala mientras coloca ordenadamente unos champiñones. Precisamente, los rovellons «se están vendiendo una barbaridad». De hecho, cerca, en Frutas Palau, ya ni le quedan a Vicente.

Señal de que no se esperaban ese tirón de ventas es que en Fruita i Camp fueron «con cuidado» a la hora de surtir de material su puesto: «Lo justo». Se vende más, pero las familias, afirma Moha, ajustan las compras porque «en la cena habrá menos parientes o amigos que otros años debido a las restricciones [seis comensales como máximo en interior]». La piña, las uvas y las fresas serán los postres más consumidos esta noche en las mesas de los ibicencos, apunta Moha.

«No nos podemos quejar», comenta Vicente, de Frutas Palau, también sorprendido por cómo van las ventas: «Lo malo llegará cuando a los trabajadores de la hostelería ya no les quede dinero, cuando la próxima temporada no abran todos los hoteles», avisa. Pero de momento todo va viento en popa. En Navidad «el mercado estaba abarrotado, más que en 2019». Se queja, eso sí, de la cara que tienen algunos distribuidores: la uva, por ejemplo, ha subido de un día para otro 50 céntimos, pero «en su trazabilidad se comprueba que son las mismas que yo tengo [las señala] ahí más baratas».

«Hay ambiente de compra»

«Hay ambiente de compra»

«La gente está comprando para casa lo que preveía gastar fuera en viajes o restaurantes», indica Raquel, de Pavarotti, puesto especializado en comida italiana. Hay movimiento, hay alegría, asegura: «Hay ambiente de compra», algo que no se esperaba, una demanda que está cubriendo gracias a que le aprovisionan a diario. Que haya «mucho italiano viviendo en la isla» ayuda en su negocio. El gran tirón de ventas lo protagoniza la burrata, un queso fresco de aspecto similar al de la mozzarella: «Está de moda». Pero también triunfan los quesos y la pasta transalpinos, sobre todo «la pasta rellena casera».

En la Carnicería Javi, sus cuatro dependientes no dan abasto. Uno de ellos casi responde con monosílabos a las preguntas mientras despacha a una clienta. ¿Cómo va? «Ninguna queja, mejor de lo esperado». ¿El mismo género que en 2019, menos o más? «Igual». ¿Lo más vendido? «El pollo pagès y el gallo campero», a casi siete y casi ocho, respectivamente, euros el kilo.

Alejandro Martín, de Marfish, también ha comprobado que los clientes ajustan sus compras a un número menor de comensales que otros años. Le piden pescados de 1,5 a tres kilos para un máximo de seis personas. Entre los mariscos, al alza las almejas, los mejillones y esas gambas procedentes de Alicante que en otros puestos rechazan por sus elevados precios. Porque Martín cree que sus clientes saben que, calculadora en mano, sale «cinco veces más rentable» comprarle marisco a él que pagarlo en un restaurante: «La gente no se queja por el precio porque sabe que es de calidad. Quien lo puede pagar, ni pregunta».

La única que no ve a los clientes «comprar con alegría» es Berni, de la Pastelería Montiel: «Como son menos en la mesa, reducen la cantidad. Y miran mucho el precio». En su caso ve el vaso medio vacío: el negocio va «algo más flojo que en 2019, regular». Tampoco es optimista Juanjo Cardona, de la pescadería Toni Frit, situada en el desolado mercado de Es Clot de Sant Antoni: «Está flojo, muy tranquilo». Tanto que decidió colocar lo justo en el mostrador: «Hemos controlado, no está la cosa para fiestas. Otros años estaba más vistosa la parada». En pescado le piden de todo, rodaballo, lubinas, gallo, mero... Pero menos marisco que en Navidad.

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