En circunstancias normales, los cursos de adaptación para los invidentes que reciben un lazarillo se llevan a cabo en la Fundación ONCE del Perro Guía, en Boadilla del Monte (Madrid), pero la crisis del coronavirus ha trastocado este proceso. Ahora es uno de los once instructores de esta institución, Jorge Valle, el que se ha desplazado a Ibiza para dirigir esta formación con Tuso, un joven pastor alemán, y Mariano Torres, Rafal, el exdirector de la delegación de la ONCE en las Pitiusas.

Normalmente, este encuentro entre perro y usuario se lleva a cabo en un periodo de dos semanas y media, que ha pasado a concentrarse en una semana mucho más intensa, con entrenamiento a lo largo de todo el día. Sin embargo, Valle admite que su trabajo ha sido sencillo, «prácticamente unas vacaciones», bromea.

Pasión por las mascotas

«Además de que Mariano es una persona sumamente diestra, ya nos conocemos porque a Oporto ya se lo entregué yo y nos llevamos muy bien», subraya. Oporto es un labrador de cinco años que, hasta finales de febrero, fue el guía de Torres. A pesar de su juventud, tuvo que ser retirado del servicio por problemas de salud, pero Torres no ha querido desprenderse de él y solicitó su custodia a la ONCE.

Torres y Tuso, en las calles de Ibiza. J.A. Riera

Es tal la pasión que siente por los perros que, en su casa de campo en Cala Gració, ahora vive con seis. Además de Tuso y Oporto, cuida de Poli, una mezcla de Pointer y Labrador de 15 años que fue su guía hasta que fue retirado con doce. El grupo de mascotas se completa con dos pastores alemanes, un macho y una hembra, y una border collie.

Integración en la banda

¿Ha sido bien acogido Tuso en su nuevo hogar por sus cinco nuevos compañeros? «Bueno, digamos que ha habido disparidad de criterios», se ríe Torres. «La verdad es que todos la han recibido bien salvo una perrita», detalla, pero solo fue al principio, porque ahora se llevan bien».

El instructor también se sorprende de la rápida adaptación que han tenido Tuso y su nuevo usuario. Los perros guías, primero son entregados a familias colaboradoras, a los tres meses, para que se acostumbren a la vida social, ir en coche o por las calles entre personas.

Al año, vuelven a la Fundación en Boadilla del Monte, donde pasan por una aprendizaje inicial a cargo de la figura que allí denominan entrenador. El adiestramiento concluye con el instructor, en este caso Jorge Valle, que es la misma persona que luego se responsabiliza del «emparejamiento con la persona ciega».

Para el perro es un proceso que puede no ser fácil, porque «ahora es como si estuviera cambiando de propietario», resume Valle. «He visto algunos que se han pasado un día sin orinar o sin comer por el impacto de ese cambio», apunta. En cambio, en los últimos días, Tuso ya se ha ido a dormir por su cuenta al lado de la cama de Torres. En menos de cinco días, ya se ha hecho a la idea de que ahora tiene un nuevo hogar y un nuevo compañero.

El primer pastor alemán

Esta es la primera vez que Torres cuenta con un pastor alemán como lazarillo. «El más habitual y el que suele dar mejor resultado es el labrador, porque es el más polifacético», indica Valle. También se recurre a golden terrier o mezclas de ambos, pero los pastores alemanes se encuentran en minoría en estas labores.

Torres, Tuso y Valle, el instructor. J.A. Riera

«El pastor alemán siempre tiene fama de tener más carácter», explica Torres. Pero a él le gusta esta característica de Tuso, que a la vez muestra «mucha seguridad, pero también mucha bondad». «Lo noto mucho cuando andamos junto, porque él va muy seguro de sí mismo, no va nervioso ni ansioso a pesar de ser una zona nueva para él».

Cambio radical de vida

«Estos son rasgos que yo atribuyo a los pastores alemanes y me gustan muchísimo, porque a mí me contagia de esa seguridad y tranquilidad», destaca Torres. Cuando un invidente se habitúa a ir acompañado de un perro guía, la libertad de movimientos que consigue se traduce de manera exponencial en la mejora de su calidad de vida.

A mediados de los 90, Torres ya se había acostumbrado a usar el bastón, después de un progresivo proceso de pérdida de vista que le costó asumir, hasta que recurrió a la ONCE para adaptarse a su nueva vida. Y en el año 96 llegó Beni.

«Fue un cambio brutal, porque con el bastón detectas los obstáculos para no chocarte, pero el perro lo que hace es evitar todos estos obstáculos», explica. «Con el perro no te enteras ni te preocupas por si hay mesas, señales o bancos, porque él los esquiva todos y te da mucha seguridad y tranquilidad», incide.

Trabajo vocacional

El trabajo de Valle durante su semana en Ibiza se ha centrado principalmente en ayudar a que Tuso se habitúe a las rutas que Torres necesita para sus quehaceres diarios, además de que se adapte a la nueva casa en la que va a residir. «Sería la fase en la que ellos se empiezan a entender», precisa. Es tal la conexión que se crea entre el invidente y su lazarillo que los instructores y la Fundación ONCE del Perro Guía se refieren a ellos como «unidad».

El trabajo de Valle durante su semana en Ibiza se ha centrado principalmente en ayudar a que Tuso se habitúe a las rutas que Torres necesita para sus quehaceres diarios

En estos momentos, hay 2.700 unidades en toda España, que van supervisando de manera regular los once instructores de la fundación a medida que van recorriendo el territorio para hacer entrega de un nuevo perro guía. En Ibiza hay tres afiliados de la ONCE, dos de ellos ya jubilados, con lazarillo en estos momentos.

«Este es el trabajo de mi vida, no tengo ninguna duda», admite Valle. Su caso es tan vocacional que se ha convertido en adiestrador canino a pesar de haber estudiado Administración de Empresas. «Me han apasionado los perros de siempre y, por circunstancias familiares, he vivido de cerca la discapacidad», recuerda. «Así que esta es la combinación perfecta si tienes ganas de ayudar a los demás y te gustan los animales». Él empezó trabajando en las perreras de la Fundación ONCE y fue ascendiendo con los años, y a través de la formación interna, hasta convertirse en instructor.

Adaptación perfecta

Paseando por las calles de Sant Antoni, por las zonas que suele recorrer Torres, se comprueba que la adaptación va por muy buen camino. Tuso asciende los peldaños de la plaza de la iglesia cuando Torres le dice «escalera». Una vecina pasa al lado durante el entrenamiento y exclama «és una preciositat, Mariano». Valle, que ya ha dado muestras de interés por el catalán, pregunta. «¿Te ha dicho que el perro es precioso, verdad?». «¡Ah no!, me lo dice a mí», replica Torres.