«!Bendito colegio, bendito colegio!». La repetida exclamación de Nieves se elevaba entre el murmullo del grupo de madres y padres que presenciaban, algunos de ellos a través de la pantalla del teléfono móvil, cómo sus hijos de cuatro años enfilaban de nuevo, tras seis meses de inactividad escolar, el camino hacia las aulas. Pero esta vez no era hacia las vetustas instalaciones de la escuela vieja de Sant Agustí, sino a un nuevo colegio, el de Ses Planes, en Cala de Bou. Ayer era día de estreno para todo el mundo, también para los 16 docentes de la nueva escuela, que llega, con algunos años de retraso, para aliviar un tanto la elevada presión escolar que soporta la comunidad educativa ibicenca.

Todo estaba a punto en el centro para recibir a los primeros alumnos del centro educativo: los tres grupos de Infantil de niños de tres años y los dos de cuatro que iniciaron la actividad escolar en Ses Planes. Hoy toca el turno para los alumnos de cinco años y los grupos de Primaria, hasta tercero, con los que se completará el alumnado del nuevo centro, que suma en torno a 180 niños y niñas, según explicó la directora del centro, Laura Carrascosa. Ésta comparaba con «un regalo de Reyes» el regreso a las aulas después del prolongado periodo de inactividad por el confinamiento y, además, con el estreno de un nuevo centro. «Esto lo cura todo», recalcó.

«Ya tocaba»

«Ya tocaba»

El alivio en las madres y padres también era patente, tal como expresó Nieves con su «¡bendito colegio!»; y no sólo, aunque sobre todo, por la vuelta a las aulas tras medio año alejados de la escuela sino también por las condiciones del nuevo centro. «Es que comparado con lo que teníamos antes...», coincidían Nieves y su amiga Azahara. «Ya tocaba. No podías estar en casa todo el día. Mi hija se ha levantado espitosa, con ganas de cantar y todo», dijo Azahara.

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Primer día de colegio en Ibiza y Formentera (curso 2020 / 2021)

Salvatore, de cuatro años, fue el más madrugador y se plantó en las puertas del nuevo colegio acompañado por su madre a las 8.30 horas. «Demasiado pronto», reconocía. Pero de momento no tiene otra opción porque el autobús, la línea 9, sale a las 8 horas y los deja en el colegio media hora antes de la apertura de puertas.

Pese a que su grupo, el de cuatro años, no entraba hasta las 9.10 horas, Salvatore fue el primero en rebasar las puertas del centro, pero para ir al baño. Siguiendo el protocolo sanitario de prevención del coronavirus, su madre tuvo que esperar en la puerta mientras una docente acompañaba a Salvatore al servicio. Esta familia, de origen venezolano, vive en la isla desde hace unos meses, desde que se decretó el estado de alarma, por lo que Salvatore no sólo estrenaba ayer colegio, también compañeros de aula.

La prueba de fuego la pasaron, y con nota, según Carrascosa, los tres grupos de tres años que, escalonadamente (cada hora un grupo distinto), accedieron a las aulas. Sólo media hora el primer día para facilitar el proceso de adaptación. A María, que apenas tuvo tiempo de conocer y jugar con sus nuevos compañeros, le supo a poco y no entendía por qué se tenían que marchar tan pronto.

Entre los cambios de grupo, las dos personas encargadas de la limpieza durante la jornada escolar se encargaban de desinfectar los baños y espacios comunes. Cuando el colegio funcione a pleno rendimiento cada una asumirá la limpieza de una de las dos plantas en las que se divide el centro, lo cual, según Carrascosa, es «suficiente».

Cristian fue el niño del primer grupo de tres años que ofreció más resistencia y le costó desprenderse de los brazos de su madre. «Desde el confinamiento tiene mucho apego a mí. Espero que sea sólo los primeros días», decía la madre. La directora del centro recuerda que, en condiciones normales, sin la pandemia del coronavirus, los padres habrían acompañado a sus hijos en el aula durante su primera toma de contacto con el colegio.

Jimmy, que coincidió en la puerta con Cristian, se contagió un poco de la oposición de su nuevo compañero, pero cedió rápido. En cambio, su madre, Mary, no podía reprimir unas lágrimas al soltar a su hijo en la puerta de la escuela. «Está muy contento. No ha parado de hablar desde que se ha levantado», comentaba la «orgullosa» madre, que acompañó a Jimmy a Ses Planes junto a su pareja, David.

Los tres grupos, el primero de tres años con una ratio de 15 alumnos por aula, y los dos de cuatro años, con 20 niños por clase, no coincidieron al entrar a la escuela por dos accesos distintos.

Las familias tuvieron hace unos días la oportunidad de visitar el flamante centro educativo y todas las personas consultadas por este diario coincidían en que estaban «encantadas» con las nuevas instalaciones. Carrascosa también destacó el «magnífico» estado del nuevo colegio. Algunos operarios trabajaba aún ayer en la instalación de las pizarras digitales y en la conexión eléctrica de la puerta del aparcamiento de los docentes. También falta la conexión a Internet.

Poco aparcamiento y señal rota

Poco aparcamiento y señal rota

Dos madres advirtieron del problema de la falta de aparcamiento. Sólo se han habilitado 34 plazas, dos para personas con movilidad reducida, lo cual a todas luces resulta insuficiente. «El parking está muy mal. He tenido que dar dos vueltas y esperar a que saliera otro vehículo para poder aparcar. El colegio está muy bien, con mucha luz. La única pega es el aparcamiento», decía la madre de una niña de cuatro años. Parte del aparcamiento estaba ocupado, además, por vehículos y varias máquinas de una obra junto a la escuela. Aparte de la falta de aparcamiento, dos máquinas de asfaltar estaban aparcadas enfrente de una de las dos entradas a la escuela y la señal vertical para advertir de la existencia del paso de cebra estaba tumbada sobre la acera.

«No he tocado a nadie»

«No he tocado a nadie»

La mayoría de los padres y madres consultados expresaron también su tranquilidad por las medidas previstas para evitar contagios de Covid-19 y la necesidad de «seguir adelante», aunque algunos expresaron su «preocupación». «No he tocado a nadie», decía María, de tres años, a su madre tras su primera media hora de colegio. «Me preocupa un poco. Es un poco una lotería», reconocía. La madre de las gemelas Naira y Lara también admitió estar «asustada» con las consecuencias de la pandemia.