Los profesionales del Centro de Estudio y Prevención de Conductas Adictivas (Cepca) detectaron hace unas semanas una disminución del consumo de porros entre los adolescentes y los jóvenes a los que atienden habitualmente y con quienes, desde el inicio del estado de alarma, están realizando seguimiento a través del teléfono.

«Al principio vimos un descenso generalizado» del consumo en los diferentes perfiles, indica la responsable del Cepca, Belén Alvite, que apunta que durante las primeras semanas «los chicos mantuvieron más el confinamiento pensando que la situación iba a pasar».

Sin embargo, conforme el tiempo de aislamiento se ha ido prolongando, el consumo se ha retomado aunque tal vez no con la misma intensidad. «Los casos más cronificados en el Cepca siguen activos, están fumando, aunque hayan tenido un descenso en el consumo, más importante sobre todo al principio y menor ahora», indica.

De éstos, resalta que los jóvenes están saliendo a comprar o yendo a casas de amigos pese a la obligación de permanecer en sus viviendas. «Algunos se saltan el confinamiento; buscan alguna estrategia para que no los pillen, van a casas de amigos», señala. Y es que opina que ahora se respeta «un poco menos» dicho confinamiento, algo en lo que sostiene que puede influir la situación de los diferentes hogares y también que la presión de contagios no haya sido en Ibiza igual que la de otros lugares de España. «Al principio el miedo nos mantuvo a todos en casa, pero ahora hay gente que cree que ya está bien», dice.

Por el contrario, los casos en los que el consumo de porros sí que se ha eliminado y se mantiene así es el de los fumadores esporádicos: «Se han mantenido en abstinencia; la parte del consumo social sí ha desaparecido».

Casos en seguimiento y nuevos

Los profesionales del Cepca están realizando seguimiento a un total de 80 casos que ya se trataban en el servicio. «Nuestros casos habituales son por consumo de porros u otros que llegan a nosotros por esto pero en los que el consumo en sí no era lo más importante, porque era inicial, exploratorio, pero sí generaba una muy mala relación en la familia y estamos haciendo la labor de mediar», comenta.

Además, desde que el pasado 30 de marzo se pusiera en marcha el servicio de atención telefónica dirigido a familias han atendido a más otros 45 casos.

Las nuevas consultas son variadas, resalta Alvite, quien añade que ha habido una evolución a lo largo del tiempo. «Al principio la gente que llamaba estaba más despistada, quería contactar con profesores, saber dónde pedir ayudas económicas o de alimentos», cuenta. Después, tras la primera prórroga del confinamiento, empezaron «a surgir conflictos intrafamiliares» y a darse situaciones de estrés en niños por las que se ha pedido ayuda, con un alto nivel de demanda. Sin embargo, la última semana el volumen de casos nuevos ha bajado.

Entre las situaciones que les han expuesto, están los casos de estrés en niños pequeños: «Falta de sueño, horarios cambiados y un poco de insomnio, algún caso de bruxismo», comenta y apunta que se les han dado pautas, como mantener rutinas y establecer horarios aunque con cierta flexibilidad, y que se ha mantenido un seguimiento.

Adolescentes que se escapan

Con adolescentes ha habido algunos casos en los que se han escapado de casa y han ido a casas de amigos. «Esto tiene que ver con la gestión para mantenerlos encerrados», comenta Alvite, quien detalla también que hay chavales que han pasado el confinamiento en la casa de algún amigo o amiga con el permiso de sus padres.

Otro motivo de conflicto ha sido el seguimiento de las actividades académicas. «Han cambiado los horarios totalmente. Hay algunos casos de chicos que están jugando con la videoconsola hasta las cuatro o las cinco de la madrugada. Luego por la mañana no se levantan para hacer los deberes y la familia está empantanada con eso todo el día», cuenta la responsable del Cepca, e incide en que lo que hay que hacer es sencillo: «Quitársela y no dejarles jugar hasta que lo tengan todo hecho».

Asimismo, han recibido llamadas durante discusiones: «El otro día yo tuve una llamada en plena pelea. En un momento dado el padre me preguntó: '¿Pero qué hago si coge la puerta y se va?'. Y yo dije: 'Mira, ha habido un momento de violencia importante, que se vaya. Si la para la Guardia Civil te la traerá de vuelta, le pondrá una multa y que la pague ella'», cuenta.

Alvite reflexiona que, igual que sucedía antes de todo esto, «en las familias en las que el principio de autoridad está bien asumido por parte de los hijos, con más o menos resistencia, más o menos cansancio o más o menos conflicto, las cosas siguen adelante. El problema es cuando son familias que tenían un principio de autoridad completamente perdido, porque ahora la convivencia es obligatoria», afirma. En todo caso, subraya que la mayor parte de las llamadas que reciben no son de perfiles «muy caóticos». «Éstos no suelen llamar a este tipo de servicios», concluye.